Al pie del Tabernáculo

14 – El Santo Varón

Apagó el despertador antes de que suene. Una breve acción de gracias y se levantó lentamente de la cama. Como cada día, se colocó la blanca sotana, tomó su rosario y su viejo breviario. Una vez vestido y bien despierto abrió la puerta, recorrió los pasillos, bajó las escaleras y llegó a su jardín, para sorprenderse gratamente. Clarisa, sentada en un banco de mármol, templaba una hermosa guitarra española, mientras lo aguardaba.
-Buenos días, Clarisa… ¿me quedé dormido?
-No lo creo, Su Santidad, aún es demasiado temprano…
-No has dormido…
-¡No pude!
-Lo imagino. – el Papa se sentó junto a ella y ambos leyeron la Liturgia de las Horas - ¿Desayunamos luego de la Misa?
-¡Claro! – respondió Clarisa, guardando su instrumento. Se dirigieron a la Capilla Sixtina. Allí la cazadora ofició de monaguillo y finalmente, terminada la ceremonia, se encaminaron a la pequeña sala junto al dormitorio Papal, en donde la mesa estaba recién servida y la mucama aguardaba, algo sorprendida por lo poco habitual de la visita, que generalmente constaba de altos dignatarios y líderes políticos, los atendió.
-Lamento tener que dejarte sola, Clarisa, pero tengo una larga lista de citas en la Sala de Audiencias.
-Comprendo. Estaré en la Capilla Privada.
-Haré que expongan el Santísimo, para que estés a gusto.
-¡Gracias, Su Santidad! – cada uno por su lado, continuaron el día.

La Cazadora oraba profundamente con los ojos fijos en la Custodia, cuando algo completamente desconocido para ella, sucedió. El cristal que la separaba de la Hostia se transformó en una pantalla, en la que Clarisa pudo ver con exactitud un atentado contra el Papa, que debía ocurrir esa misma tarde. No lo pensó dos veces. Abrió su celular.
-¿Fray Fernando?
-¡Clarisa, ¿qué sucede?!
-¡Algo terrible, Fray Fernando, tengo que hacer algo!
-¡Cálmate, dime qué necesitas!
-¡Mi dobok, es todo lo que hace falta!
-¿En dónde estás?
-En la Capilla Privada de Su Santidad…
-¡Entonces, es realmente grave! Escúchame con atención… ¿tienes el Santísimo expuesto?
-¡Sí!
-¡Debí imaginarlo! Colócate los guantes de tu uniforme, toma la Custodia y colócala sobre el Sagrario, presiona con fuerza hasta que escuches un clic, a tu derecha se abrirá una puerta, el resto está en tus manos.
-Entendido, ¡muchas gracias, Fray Fernando!
-Actúa con discreción, por favor.
-¡No tienes que pedírmelo! ¡Adiós! – Clarisa siguió al pie de la letra las indicaciones de Fray Fernando. Detrás de la misteriosa puerta, la joven encontró un amplio vestidor, en el que ya estaba cuidadosamente guardado su dobok y un tapado largo de terciopelo blanco - ¡Genial! Me daré prisa, tengo poco tiempo… - la cazadora mudó su indumentaria, para salir nuevamente a los jardines – (“Todo parece demasiado tranquilo para mi gusto… eran chinos… reconocí la forma de actuar… ¡pero, ¿por qué a él?!... tal vez se trate de una secta… quisiera haber visto algún detalle más… Aquí llega Su Santidad, no debo alarmarlo antes de tiempo…”) – pensaba, mientras observaba la comitiva que lo acompañaba.
-¿Ropa nueva?
-Algo diferente…
-¿Algún motivo?
-Hmmm… comodidad y seguridad…
-Estamos seguros aquí, Clarisa, la Guardia Suiza es el mejor ejército del mundo.
-Lo sé, pero nunca viene mal prevenirse.
-¡Eres discípula de Fray Ridruejo!
-¿Cómo lo sabe?
-Yo lo sé todo, pequeña… ¡Hhhh! Las rosas nunca estuvieron tan bellas… los nuevos jardineros hacen muy bien su trabajo…
-¿Jardineros?
-Vienen directamente desde Pekín…
-(“¡Oh, no!”) ¿Alguien los recomendó?
-Creo que un empleado de tu padre… un tal Vilallonga…
-Mi padre lo ha mencionado una vez. No hace mucho tiempo que se sumó al personal de la empresa… y honestamente, no le cae muy bien…
-¿Por qué lo dices?
-Creo que no congenian…
-Eres extremadamente sensible e intuitiva…
-Eso dijo la psicóloga que me examinó para ingresar al colegio.
-¿Traes mi Breviario?
-Aquí tiene…
-¿Qué te ha dicho la Madre Superiora?
-Se alegró de que usted la recordara tan bien… por eso mismo fue que no me castigó por llegar a la hora que llegué.
-¿Te reprendió?
-Esa era su intención pero luego lo olvidó por completo… - Clarisa, sin perder la calma, detuvo un dardo envenenado con la punta de sus dedos a pocos milímetros de la frente del Sumo Pontífice - ¡Hice muy bien en prevenirme, Su Santidad! ¡Tenemos un mercenario! ¡Active su alarma personal! – el Santo Padre obedeció y dos guardaespaldas corrieron a su encuentro - ¡Pónganlo a salvo, rápido!
-¿Qué hay de usted?
-No tienen armas de fuego. Son expertos en Artes Marciales… ¡Y yo también!... ¡Muévanse! – la joven entró en acción - ¡Bien, bien, bien!... el Vaticano, en su totalidad, es una auténtica ratonera, en lo que hace a seguridad, ¡quien entra, no sale!... ¡Ah, ah! Los rosales no son un buen escondite, ¡especialmente, cuando eres alérgico al polen! – exclamó, viendo Salir a uno de los delincuentes, con un episodio de alergia notorio - ¡Lamentable! ¡Quédate ahí, ya vienen por ti!... ahora, tu cómplice, el de la cerbatana… ¡ups!... ¡No perdí mi toque!... por el tipo de veneno, sólo te queda un disparo, más de eso sería demasiado riesgoso para ti… ¡Afina tu puntería!... ¡Buen tiro! Pero no lo suficiente… ¿Bajas y peleas como un hombre, o prefieres que vaya por ti?... Bueno, ¡has decidido dar la cara! ¡Ninja! … ¡Sólo esto me faltaba! Habrá que redoblar la velocidad… ¡Dios, no debí descuidar mi entrenamiento! – la lucha comenzó.

En su habitación, el Papa era atendido por sus médicos. Pero sus pensamientos estaban puestos en Clarisa, temía más por la vida de la Cazadora, que por la propia.
Estaba realmente asustado.
-¡Vayan por la niña, no debe correr riesgos! – ordenó al Capitán de la Guardia Suiza.
-¡¡Sí, Su Santidad!!
-Descanse, Santo Padre, todo saldrá bien. – el camarlengo, al pie del lecho, desgranaba su cuarto rosario.
-Quisiera poder asegurarme por mí mismo… - murmuró, mientras los guardias se apersonaban a los jardines.
Para cuando llegaron, Clarisa descansaba limándose una uña, con un pie sobre el pecho de su rival.
-Tardaron demasiado… brazos y piernas fracturados… el otro sólo necesita un buen antihistamínico. – como si nada, la niña se dirigió a la puerta de la habitación Papal.
-Señorita Suárez. Su Santidad está muy preocupado por su seguridad.
-¿Puedo pasar a verlo?
-¡Desde luego! Le han administrado un sedante suave.
-Sé que hacer. – Clarisa abrió la puerta y se acercó al lecho del Santo Padre, que la esperaba, ansioso.
-¡Pequeña, ¿estás bien?! ¡Te lastimaron!
-Todo salió muy bien, Su Santidad, no tiene de qué preocuparse, esos bandidos están ya a buen resguardo.
-No me explico cómo pudo ocurrir semejante descuido.
-Yo tampoco, pero parece una maniobra muy antigua y sencilla, tanto que nadie le ha prestado atención, y por eso funcionó… en parte.
-¿Te golpearon mucho?
-No más que en la final de un torneo.
-Te has hecho daño en la mano.
-Es una de mis marcas de nacimiento… cuando estoy algo nerviosa, parece sangre…
-Déjame ver… es un capullo de rosa roja…
-Las manchas de nacimiento, suelen tener formas muy extrañas.
-Lo sé… - respondió el Papa, entrecerrando sus ojos azules.
-El sedante que le aplicaron está haciendo efecto. Debe descansar, Su Santidad. Estaré aquí, mientras tanto.
-De acuerdo. ¿Tocarías la guitarra para mí?
-¡Con mucho gusto! – la cazadora interpretó virtuosamente, el Concierto de Aranjuez.

Colegio Santa Clara de Asís. Al lunes siguiente.
-… y me dijo la hermana secretaria, que la Madre Superiora no la castigó… - comentaba una alumna a un grupo de compañeras.
-Dicen que se escapó… - continuaba otra.
-Ella asegura que no fue así, ¡y que hasta conoce al Papa!
-¿Tú le crees?
-Nunca miente… y su familia, por lo que se puede ver, es influyente.
-Hmmm.
-¡Sólo tiene un poco más de dinero que el resto!
-Es la protegida de un fraile del Vaticano…
-¡Sí, claro! No es más que una presumida insoportable…
-¡Y se la da de santurrona!

-¿Qué tal se ha llevado con Clarisa, Su Santidad?
-¡De maravillas, Fray Ridruejo! Realmente, no ha usted exagerado en lo más mínimo, respecto a ella.
-Me alegra oír eso.
-Sin contar con que acaba de salvar mi vida… sólo existe una clase de gente capaz de llegar a lo que se llegó en el día de ayer… los Iluminados de Baviera, han vuelto a las andadas…
-Es una intromisión molesta y peligrosa para su vida, Su Santidad.
-Desde ese instante, todo el personal de servicio en Ciudad del Vaticano, está bajo vigilancia.
-Clarisa ayudará en los que se la precise, desde luego…
-Es muy valiente, ha hecho usted con ella un buen trabajo.
-Apenas he comenzado, Su Santidad. Clarisa, aún tiene mucho que aprender.
-¿Ha tenido dificultades con sus compañeras?
-Hasta el momento, no.
-Esté atento, temo que no tarden en venir… las adolescentes de hoy día, no son como ella, es decir, carecen del sentido de la solidaridad… son envidiosas… y están muy mal criadas…
-Cierto. Pero aún es muy pronto, para hacer esa clase advertencias. Clarisa aún no ha hecho amistad con nadie en particular.

-No es amiga de nadie aún…
-¡Tanto mejor! Está indefensa…
-¿En qué piensas?
-En que no me gusta absolutamente nada de ella…
-Eso vemos…
-¡Es tan alta y cuida tanto su uniforme!
-Parece monja…
-A no ser por el pelo largo… cuando se lo lava, pasa una hora completa, secándolo y cepillándolo…
-¡Podríamos ahorrarle el trabajo, ¿no creen?!
-¡Claro que sí!
-Tengo un plan… acérquense… para la clase de biología, las monjas cuentan con maquinaria de granja, ¿cierto? Bien. Según supe, veremos el funcionamiento de la esquiladora de ovejas…
-¡Yo conseguiré la llave del laboratorio!
-¡Y yo averiguaré a qué hora se bañará esta noche!
-Nosotras haremos el resto.
-¡Genial!
-Sean discretas, nadie debe sospechar nada.

-Nadie debe sospechar nada, respecto a su verdadera misión, Fray Fernando.
-Pierda cuidado.
-Una cosa más, Fray Ridruejo.
-¿Sí, Su Santidad?
-La he visto asombrosamente interesada en los misteriosos crímenes sin resolver, de los archivos vedados al resto del clero… para mi propio “horror”, los archivadores que están trabados con candados que pesan más de un kilogramo cada uno, han aparecido abiertos frente a ella… después de siglos de oxidación y abandono voluntario…
-¡Dios Bendito!
-Me atrevo a admitir que usted estaba totalmente en lo cierto, cuando en sus cartas se refería a la niña Suárez como una auténtica Cazadora Universal… La peor de las pesadillas para los Illuminatti.
-¿Lo cree así?
-Si no lo hago ahora, bien pronto deberé rendirme ante la evidencia… es maravillosa, con sólo trece años… será un verdadero fenómeno, cuando alcance la edad… de cazar vampiros y otros demonios…
-Su Santidad… Clarisa, ya se encuentra preparada para eso. Aquí le he traído los informes… de los hechos místicos ocurridos en lo que va de su corta vida… ya han sido leídos y analizados arduamente por el Colegio Cardenalicio… pensé que le interesaría sumar su propio punto de vista…
-¡Desde luego! – el Santo Padre tomó las carpetas que le tendió Fray Fernando y leyó el informe con embeleso… - Esa era la causa de la belleza de las rosas de los jardines…
-Debí imaginar que lo notaría… La Carta de Presentación de la Elegida.
-Es abrumador… ¿Se ha hecho ya la Prueba del Agua Bendita?
-La desconozco, Su Santidad…
-No es más que el sacramental corriente de bendecir y asperjar a la persona con Agua Bendita… Sólo que este agua debe provenir directamente del río Jordán.
-¿Cuál es el resultado que deberíamos esperar?
-Si se tratara de un fraude, como ya sabemos que no es, nada extraordinario; de tratarse de un enviado de las fuerzas malignas… haría combustión espontánea.
-Y si como esperamos, ¿Clarisa resultara una auténtica Cazadora?
-Según los antiguos manuscritos, se volvería casi perfecta.
-¿Físicamente?
-Y espiritualmente.
-¿Cómo así?
-Sólo hay una forma de averiguarlo… y no podemos perder demasiado tiempo, usted lo sabe.
-Por supuesto que lo sé… ya me equivoqué una vez a causa de mi extrema juventud, no puedo permitirme el lujo de fallar una vez más, hay mucho que perder, demasiadas vidas humanas en juego.
(CONTINUARÁ)

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