Al pie del Tabernáculo

19 – Inoportuno traspié

Mansión Suárez.
Atardece, pero nadie en el edificio parece notarlo. Todo mundo va de un lado para otro. Clarisa, que acaba de llegar, se sienta frente a uno de sus ordenadores y lo enciende, mientras acomoda sus papeles y chequea las bandejas con asuntos pendientes de la mañana y el principio de la tarde. Son muchos, parece que su gente ha trabajado muy duro. Toma asiento y se dispone a pasar los pedidos. Enciende la otra máquina y el sistema de audio, para relajarse con un poco de música. No ha dormido bien esta semana, se nota en el cansancio de su visión. Cierra los ojos. El bip del aviso de correo electrónico, la despeja de golpe.
-¡Tres mil mensajes sin leer! ¡Oh, Cielos! ¡No creí estar tan atrasada!
-Niña Clarisa…
-¿Sí, Rosario?
-Sus padres la están esperando… hoy no ha almorzado en casa… quieren cenar en familia al menos una vez en la semana.
-Entiendo. Enseguida subo, Rosario. – respondió Clarisa, poniéndose de pie. Abordó el ascensor y en el mismo instante, experimentó otra horrible visión: un grupo de periodistas y reporteros gráficos eran atacados y secuestrados. La última imagen mostraba las cámaras esparcidas en el pavimento aún funcionando - ¡Volvió a suceder!.. ¡Hmmm!... ¡Todo me da vueltas! – algo mareada, se dirige al comedor.
-¿Te sientes bien, hija?
-Un poco mareada.
-¿Quieres que llamemos al médico?
-No hace falta, papá. Sólo necesito comer bien.
-¿Desayunaste? – pregunta la madre.
-No. Salí con algo de prisa y como tenía que cantar, no podía cargar mucho el estómago.
-¡Linda, sabes que no debes estar tantas horas sin alimentarte bien! ¡Te va a bajar la presión arterial con facilidad!
-Bien, bien, ¡ya basta de discusiones o esta deliciosa cena, nos caerá pesada! – protestó Rodrigo, antes de que Rosario le llenara el plato.
-¿Cómo viene tu semana, hija? – pregunta Encarnación.
-Mañana trabajaré en la oficina, cuando regrese del convento, tengo muchos pendientes en el escritorio y demasiado correo sin leer.
-¿Convento? – pregunta Rodrigo - ¡¿Qué demonios tienes que ir a hacer tú en ningún convento, jovencita?!
-¡Bueno! Está visto que otra vez, Rosario tendrá que servirme la cena en mi cuarto… - Clarisa se levanta de la mesa y se retira a su suite.
-¡¿Satisfecho, querido?! – Encarnación hace lo propio, dejando solo a Rodrigo.
-¡Genial, maravilloso! ¡Rodrigo Suárez, acabas de arruinar un domingo en familia! – suspira tristemente.

-(“No lo entiendo… papá no era así… al menos no, mientras yo estaba en Roma… ¿por qué le dará tanta rabia oír la palabra «convento»?”) – Clarisa termina su taza de café y gira su silla hacia el ordenador – (“Bien, ¡a chequear el e-mail!... ¡Un mensaje de Fray Fernando!... «Exámenes Finales»… ¿planillas de examen a esta altura del curso?... ¡oh, parece que tiene mucha prisa con mi graduación! Veré qué tan difícil es el primero… Hmmm… se ve sencillo, lo llenaré y luego, lo imprimiré… guardaré una copia, por si debo enviarla a Roma… veamos qué sigue… ¡Oh, el Obispo, está en línea!”) – Clarisa, se dispuso a chatear con el prelado.

Clarisa: ¿Monseñor?
Jorge_Froilán: ¡Clarisa, ¿cómo te encuentras?!
Clarisa: Bien, chequeando mi correo electrónico.
Jorge_Froilán: ¿Has asistido a Misa?
Clarisa: Como, siempre, Monseñor.
Jorge_Froilán: ¿Van bien tus clases?
Clarisa: Perfectamente. Fray Fernando, ya me ha enviado algunas planillas de examen.
Jorge_Froilán: Llénalas y envíamelas, te evaluaré personalmente.
Clarisa: ¡Eso suena fantástico!
Jorge_Froilán: Harás lo mismo, con cada planilla que te envíe, ¿de acuerdo?
Clarisa: Pero, ¿qué pasará, si aún no recibo las lecciones que faltan?
Jorge_Froilán: Mañana mismo, tendrás todo el material que te haga falta, a tu completa disposición.
Clarisa: Gracias, Monseñor. Pero, ¿por qué hay tanta prisa con mi graduación?
Jorge_Froilán: Simplemente, confío en que puedes hacerlo.
Clarisa: Me tiene usted más fe de lo que pensaba, Monseñor.
Jorge_Froilán: Eres más especial de lo qua tú piensas, Clarisa.
Clarisa: Gracias. ¿En dónde se encuentra?
Jorge_Froilán: En Roma.
Clarisa: ¡¿Roma?!
Jorge_Froilán: Exactamente
Clarisa: ¿Con qué motivo?
Jorge_Froilán: Un caso particularmente interesante. Algo que te atraerá mucho, una vez que esté resuelto y puedas leer los informes.
Clarisa: Creo que puedo adivinar…
Jorge_Froilán: Inténtalo.
Clarisa: ¡Una posesión!
Jorge_Froilán: ¡Brillante! Hoy mismo debo presentar las pruebas en el Vaticano.
Clarisa: Dele mis saludos a Su Santidad.
Jorge_Froilán: Dalo por descontado.
Clarisa: Una cosa más.
Jorge_Froilán: Dime.
Clarisa: Estoy buscando información acerca de una secta.
Jorge_Froilán: ¿Qué tipo de secta?
Clarisa: No lo sé exactamente. Sólo he visto una suerte de monograma en un anillo sello de platino: una rosa de cinco pétalos con una serpiente entrelazada.
Jorge_Froilán: Ve a mi despacho. En la estantería principal de mi biblioteca personal, hallarás una carpeta negra con ese monograma.
Clarisa: Gracias de nuevo.
Jorge_Froilán: Por nada.
Clarisa: Bien, creo que es todo, voy a continuar chequeando mi casilla.
Jorge_Froilán: Estaremos en contacto.
Clarisa: Hasta luego.
La Cazadora continuó con sus tareas.
(CONTINUARÁ)

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