Al pie del Tabernáculo

18 – “Y la Luna se tiñó de rojo sangre”

Medianoche.
Hasta hace pocas horas, la casa parecía desierta. Ahora sus peculiares habitantes despiertan y se disponen a salir del lugar. Se ven pálidos y desmejorados. Hambrientos. Ya es hora de alimentarse.

Han pasado algunas semanas. Clarisa tiene el sueño alterado. Habla dormida y suda copiosamente. Su ventana está abierta de par en par y el acondicionador de aire funciona al máximo. Sin embargo, la joven parece a punto de morir de un violento golpe de calor.
-¡Hmmm!... ¡No!... ¡Déjenlos ir!... ¡¿Qué les están haciendo?!... ¡Ya basta!... ¡¡No!! – salta de la cama – (“¡Oh, por Dios! ¡Eso fue horrible!... he estado viendo demasiadas películas de terror, últimamente… ¡Uff!... Creo que bajaré a la cocina y tomaré un vaso de leche tibia…”) – piensa en eso, cuando una espantosa visión la sorprende: cientos de jóvenes, hombres y mujeres, vestidos de negro, con la piel extremadamente blanca, beben de extrañas copas de oro puro… beben sangre - ¡Dios mío! ¡¿Qué es todo esto?!... ¡Mi celular, debo llamar a Fray Fernando!... no contesta, seguro está durmiendo.
-Hija, ¿estás bien? – pregunta su madre, ingresando a la suite – Te oí gritar y me asusté…
-Tuve una pesadilla… hace mucho que no las tengo… creo que un poco de leche tibia me ayudará a descansar.
-¿Quieres que te acompañe?
-¿Tú tampoco puedes dormir?
-No, sólo me quedé trabajando hasta tarde, para que el lunes tengas todo en orden, sin nada de atrasos, ya bastantes problemas has tenido con los errores en las instalaciones del tu sistema.
-¡Gracias, mamá! Con suerte, esas demoras me han dado tiempo para terminar de cursar y acreditar asignaturas en el Seminario.
-Bajemos.
-¿Conoces al Señor Vilallonga? (“Juraría que es el hombre de mi pesadilla…”)
-No mucho.
-¿Trabajó contigo alguna vez?
-No, sólo lo he tratado en reuniones de Directorio.
-¡Ajá!
-¿Por qué lo preguntas?
-Porque desde ahora, sí lo hará conmigo.
-¿No te cae bien?
-No lo sé, no hemos tenido mucho diálogo. Es que… no sé cómo explicarlo… es… extraño… luce extraño… sus modales son extraños.
-¡Hmm! Creo que sé por qué.
-¡Cuéntame!
-No es Católico. Creo que es Testigo de Jehová o algo así.
-¡Cielos!
-Descuida, pronto te llevarás mejor con él, linda. Ten.
-¡Gracias!
-Bébela, y si no puedes dormir, baja a tu nueva oficina, a ver si ya comienzas a adaptarte a ella.
-¡Buena idea!
-Yo ya tengo sueño, las píldoras para dormir, comienzan a hacer su efecto.
-¡Hasta mañana! ¡Descansa!
--¡Buenas noches!
-¡Buenas noches, mamá! – la señora Suárez se retira a su alcoba. Clarisa, dejando el vaso en el lavacopas, se dirige al piso inferior e ingresa a su oficina. Silencio. Una suave brisa se pasea por el paisaje sereno y casi monótono. Pamela, en la casa del Árbol, se conecta a Internet y comienza a trabajar. El empleo se lo consiguió Clarisa en la empresa, hace apenas unas semanas y ella le dedica su mejor esfuerzo, desde donde sea. Esta noche, luego de una fuerte discusión, escapó por una ventana y tomó un taxi hacia la casa de juegos de Clarisa, con su laptop bajo el brazo. En este instante recibe la señal de que su amiga, ha comenzado a utilizar el mensajero automático.

-¡Genial!...
Pam: ¡Clary!
Clarisa: ¡Pam! ¡Adivina dónde me encuentro!
Pam: ¿En tu lugar secreto?
Clarisa: No.
Pam: ¿En tu habitación?
Clarisa: Tampoco.
Pam: ¡Me rindo!
Clarisa: ¿Te lo digo?
Pam: Sí, por favor.
Clarisa: ¡En mi nueva oficina!
Pam: ¡Hey! ¡Eso es genial!
Clarisa: ¡Y enorme, créeme! Nunca había mirado todo desde este lado del escritorio. Ya me había acostumbrado a trabajar al lado de papá, y ahora que todo el sistema funciona correctamente, se puede decir que no es lo mismo que antes.
Pam: Suele pasar.
Clarisa: ¿Cómo van las cosas?
Pam: De mal en peor.
Clarisa: ¿¿¿Discutiste con tu madrastra?
Pam: Me quiso encerrar en mi cuarto.
Clarisa: ¡Oh, Por Dios!
Pam: Escapé por una ventana.
Clarisa: ¿En dónde estás?
Pam: En la Casa del Árbol.
Clarisa: ¡Menos mal! Mira. Bajo la mesa hay una caja pequeña y azul.
Pam: Ya la vi.
Clarisa: Es una web Cam.
Pam: La instalaré ya mismo.
Clarisa: Bien.
Pam: Tengo algo para ti.
Clarisa: ¿Qué es?
Pam: Una muy buena colección de fotos de Richie Sotomayor.
Clarisa: ¡Oh, Cielos!
Pam: Voy a transferírtela.
Clarisa: De acuerdo.
Pam: ¿Vienes a Misa mañana?
Clarisa: Seguro.
Pam: Pásame a buscar a la hora acostumbrada.
Clarisa: Perfecto.
Pam: ¿Llamaste al pintor?
Clarisa: Aún no he tenido tiempo.
Pam: ¡Vaya!
Clarisa: ¿Puedes hacerme un favor?
Pam: Dos.
Clarisa: Quiero que busques información a cerca de sectas.
Pam: Te enviaré lo que encuentre.
Clarisa: Yo buscaré también, y luego cotejaremos el material.
Pam: ¿Puedo preguntar para qué?
Clarisa: Quiero investigar a uno de mis empleados. No me agrada su comportamiento, mi mamá dice que es Testigo de Jehová.
Pam: Empezaré por ahí, entonces.
Clarisa: Bien. Ya tengo los archivos que me pasaste.
Pam: ¡Genial! La cámara ya está casi lista.
Clarisa: Estoy viendo las fotos. Son fantásticas.
Pam: Tengo malas noticias respecto a él…
Clarisa: ¡¿No me irás a decir que se casa, con esa perra de Mariana Roch?!
Pam: Lo lamento, pero eso es exactamente lo que se dice en la «Prensa Rosa»
Clarisa: ¡Esa zorra desgraciada!
Pam: ¡Y afortunada!
Clarisa: ¡¿Qué tiene ella, que no tenga yo?!
Pam: ¡Honestamente, creo que no tienes nada que envidiarle!
Clarisa: ¡A excepción de su guapísimo novio!
Pam: ¡Excepciones, son excepciones!
Clarisa: ¡Ya lo creo!... ¿Has encontrado algo?
Pam: Hasta ahora, nada que no te hayan enseñado en el seminario.
Clarisa: Lo mismo me sucede a mí.
Pam: ¿Le viste algo en la ropa?
Clarisa: ¿Cómo qué?
Pam: Alguna medalla extraña o algo…
Clarisa: Ahora que lo mencionas, sí. Un anillo de platino que lleva en su mano derecha.
Pam: Prueba con las palabras clave «sectas», «ornamentos», «escudos de armas»
Clarisa: Listo.
Pam: Ya está lista la Cámara. Acéptame la invitación.
Clarisa: Bien.
Pam: ¡Ya te veo!
Clarisa: ¡Y yo a ti!
Pam: ¡Oye! ¡Qué buen escritorio tienes! ¡No te falta nada!
Clarisa: Aquí detrás tengo un mueble que ocupa toda la pared, ¿puedes verlo?
Pam: Sí, sólo corre un poco la cabeza… eso es.
Clarisa: Hay un sistema de audio y video, un multifunción, un microondas por si no tengo tiempo para comer, una máquina de café, y en el escritorio tengo dos ordenadores, espacio para escribir a mano alzada, una enorme torre para CDs, y varias bandejas para recoger informes.
Pam: ¡Wow!
Clarisa: El mueble está recién instalado y también los ordenadores.
Pam: ¿Tu mamá, no los usaba?
Clarisa: Es que su trabajo era mucho más sencillo. A mi modo de ver, esta oficina, nunca hizo falta.
Pam: ¿Por qué la agregaron?
Clarisa: Por una escena de celos de mi mamá, con respecto a otra secretaria.
Pam: ¡Ah!
Clarisa: Nunca faltan las zorras, en este tipo de ambientes y mi mamá quiso asegurarse de poder espantarlas personalmente.
Pam: ¡Estaba en todo su derecho! Pero, ¿qué harás tú de diferente?
Clarisa: Seguiré cuidando a mi papá, y además haré que deje de pelearse con el sistema informático de la empresa. Trabajaré en una interfase más amigable. Algo que le de menos dolores de cabeza.
Pam: Comprendo. Clary, creo que dormiré unas horas.
Clarisa: Está bien. ¡Que descanses!
Pam: ¡Hasta luego!
Apagando el ordenador, Pamela se reclina sobre la confortable cama de la Casa del Árbol. Por fuera, a cierta distancia y oculto entre los demás árboles cercanos, un joven bello y pálido, observa la escena.
-Ella es… Refugiada bajo los dominios de la Cazadora, mora la Princesa de Piel Oscura… las órdenes del Supremo han sido muy precisas… seducir y atraer a la joven Pamela Torres… adoctrinarla y prepararla para su misión…

La celda está apenas iluminada por unas pocas velas. Huele a Incienso y Mirra. Aunque pronto el aroma cambia por el de las rosas de Castilla. Su cansado habitante, se levanta de la cama, y se arrodilla en el reclinatorio, frente a la imagen de la virgen Milagrosa.
-(“Adoctrinarla y prepararla para su misión… se me ha puesto difícil en el peor momento… Mi única esperanza es que sus dones despierten a tiempo de su letargo.”) – suspira Fray Fernando, antes de iniciar la Liturgia de las Horas. Le aguarda un domingo algo complicado. Está a cargo de la administración de la diócesis en ausencia de Monseñor Pujol, y además tiene que ir al hospital a visitar a la señora Llobet, aún en grave estado. Abre la pequeña ventana de su celda para dejar entrar la luz del sol, y se sorprende gratamente al ver que una hermosa y blanca paloma ingresa por allí a sus aposentos y se posa sobre su hombro derecho, al tiempo que el intenso perfume de las rosas invade el edificio en su totalidad y despierta a los frailes que aún descansan – (“¡Gracias, Dios mío! ¡Clarisa ya está lista para su tarea! La formación religiosa debe acelerarse lo más posible… hmmm, creo que sé cómo hacerlo.”) – deja a un lado su Horario, y se dirige al despacho episcopal en donde enciende el ordenador – (“La verdadera experta en esto, es la propia Clarísa, pero no está aquí para ayudarme… paradójicamente, tengo que enviarle a ella este material.”) – Fray Fernando se puso a trabajar.

El sol asoma entre los árboles. No hay nubes. Será otro día de intenso calor y un trabajo todavía más intenso. Las campanas hacen su último llamado. El Altar ya tiene los cirios encendidos. El coro está listo.
-Bien, señoritas, relájense, respiren hondo… eso es… - la hermana Catalina da las indicaciones previas. Clarisa toma su lugar entre los músicos, al igual que Pamela. La ceremonia transcurre con la armonía acostumbrada. Al finalizar, Pamela habla con su amiga.
-Clary, ¿puedes llevarme a casa? No me siento muy bien.
-Por supuesto, dime, ¿qué tienes?
-Estoy más cansada que de costumbre… me arden un poco los ojos al sol…
-¿Has estado mucho tiempo frente al ordenador?
-Bastante…
-Deberías ir a un buen oftalmólogo… ten, es la tarjeta del mío, llámalo y dí que vas de mi parte, ¿sí?
-Gracias… Es una suerte que mi papá y mi madrastra aún duerman…
-¿Tienes llave de tu casa?
-Sí… ¡aquí está!
-Bien. Estaré conectada por la tarde.
-¡Genial!
-¡Hasta luego, Pam, ¡cuídate!! – Pamela baja del coche de Clarisa y entra a su casa, sin que nadie lo note.

Calor. Profunda sequía en todo el territorio. La lejana y tormentosa isla parece un pequeño desierto en medio del mar. Paradójico. La sombra toma forma. Y cobra una extraña y abrumadora autoridad.
-¡CENTINELA!
-¡¿Señor?!
-¡INFÓRMAME!
-¡Sus órdenes, han sido cumplidas con éxito, Mi Señor!
-¡EXCELENTE!
-¡La Princesa de Piel Oscura, es nuestra!
-¡INMEJORABLE! ¡ESTAMOS A UN SOLO PASO DE LA CAZADORA! ¡ES SÓLO CUESTIÓN DE TIEMPO!

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