Al pie del Tabernáculo
20 – Momentos de desesperación
Roma
Dormitorio Papal
Los periódicos españoles se acumulan en el escritorio. El Papa no ha dormido. Un terrible presentimiento lo invade desde hace días. Siente que la Cazadora corre peligro, pero no la llama para no asustarla, sabe puede arruinar todo si se precipita demasiado. Ve salir el sol desde su ventana. Se levanta, toma su bastón y se encamina a su Capilla privada. Allí, también insomne, lo aguarda Monseñor Pujol.
-Buenos días, Su Santidad.
-Buenos Días, hijo…
-Sólo me llama «hijo», cuando se encuentra muy angustiado… ¿sucede algo?
-Lo normal… y anormal al mismo tiempo…
-¡Alarmante!
-¿Qué sucedió con el traslado de Monseñor Christiansen?
-Se efectuará de inmediato.
-Que lo envíen primero a un retiro de silencio.
-Será lo más conveniente…
-No quiero adelantarme a los hechos, pero tengo desde hace días, la sensación de que éste será su último caso…
-¿Es todo lo que lo preocupa?
-No…
-¿La Cazadora?
-La Cazadora… está en peligro… pero no por parte de los no vivientes… su pureza está siendo amenazada…
-Mañana regreso a Mallorca, me ocuparé de ese asunto de manera personal… y de su temprana graduación como Ministro Extraordinario de la Eucaristía…
-¡Muy Bien!
-Después de todo, es la manera que encontré de integrarla al equipo de Liberación.
-¡Magnífico!
-No pierda la calma, Clarisa es una joven muy juiciosa y respetuosa de los principios que se le han inculcado aquí mismo, Su Santidad, además tiene un padre muy severo, quizás demasiado, pero debo admitir que para momentos como este, nos viene muy bien.
-¡Ya lo creo!
-Es hora de celebrar Misa.
Catedral de Santa Clara de Asís.
Fray Fernando recorre los bancos en busca de la llave de la Sacristía para encender las candelas y poder celebrar los oficios. De pronto, algo llama su atención. El Padre Callahan no está en su confesionario, como acostumbra a esa hora de la mañana. Ha pasado antes, dada su frágil salud y su avanzada edad. Pero esta vez, hay algo más. Algo misterioso, que llena de incertidumbre al Fraile.
-Otra vez el Padre Callahan se ha demorado… su confesionario está vacío y prolijo como de costumbre… un momento, ¿qué es eso?... ¡Santo Dios!... Una rosa negra… ¡Esto no me agrada en absoluto!... iré a verlo, ¡algo está muy mal! ¡Lo presiento! – el monje corrió hacia los dormitorios del convento, en el camino, el compañero de celda del anciano sacerdote lo detuvo.
-¡Fray Fernando!
-¿Qué sucede, fray Emilio?
-¡Lo he estado buscando por todo el convento!... ¡Venga, por favor, no hay tiempo que perder! ¡Es el Padre Callahan!
-¿Se encuentra indispuesto?
-¡Agoniza! ¡Y lo está llamando a su lecho de muerte!
-¡Vamos para allá! ¿Ha pedido algo en especial?
-No logramos entender lo que dice, habla mitad en Inglés…
-Comprendo. – Fray Fernando abrió la puerta de la celda – Déjennos solos.
-Sí, Fray Fernando. – el otro fraile se marchó.
-Padre Andrew… ¿me escucha?
-Fray Fernando… va siendo hora de que me marche con Dios… pero antes, quiero decirte algo importante…
-Lo escucho.
-La Cazadora… ya debe entrar en acción… ella conoce la clave del misterio final… deben ayudarle a encontrarla… se halla en poder del enemigo… pero sólo la guarda como un trofeo de guerra, ignora su utilidad, pero Clarisa, no… ella debe enfrentarse cara a cara con el Supremo, tal como lo hizo la primera Cazadora… ¡pero esta vez, triunfará!
-¡Es lo que todos deseamos!
-¿Ibas a preguntarme algo, hermano?
-Acabo de encontrar algo en su confesionario…
-¿Una rosa Negra?
-Sí…
-No te alarmes, querido amigo… es mi perdón por parte de Dios… consérvala… te servirá para contar los días que falten para el triunfo de la Cazadora…
-¿Cómo así?
-Cuando los pétalos de la rosa caigan y se vuelvan tan blancos como las nubes del cielo… El Supremo habrá concluido su reinado de terror en esta Tierra… ¿tienes el último retrato de Clarisa? Quisiera verlo una vez más.
-Iré por él…
-Aquí te espero. – Fray Fernando cruza a su celda, toma la fotografía de la Cazadora y regresa junto al sacerdote moribundo.
-Ésta es…
-Es muy hermosa… demasiado hermosa… ¡hhhh!... Todo recae sobre éstos pequeños hombros… dile que la cuidaré desde donde esté, siempre… estaré cuando más me necesite… después de todo, ella ya lo hizo una vez conmigo, ¿lo recuerdas?
-¡Como si hubiera sido ayer!
-¡Hhhhhhh!... ¡hhhhhh! – el fraile sale del cuarto en busca del campanero.
-¡Fray Rodolfo! ¡De prisa! ¡El toque de Agonía!
-¡Ya mismo!... ¡«Creo en un solo Dios Padre Todopoderoso…»!
-¡«…Creador del cielo y de la tierra, de todo lo visible y lo invisible…» - continúa Fray Fernando y todos los hermanos, lo imitan, abandonando sus tareas, para acudir a la celda del Padre Callahan.
-«… Creo en un solo Señor, Jesucristo, Hijo Único de Dios, nacido del Padre antes de todos los siglos…»
-«… Dios de Dios, Luz de Luz, Dios Verdadero de Dios Verdadero…»
-«… engendrado, no creado, de la misma naturaleza del Padre, por quien todo fue hecho…»
-«…que por nosotros, los hombres, y por nuestra salvación, bajó del cielo, y por obra del Espíritu Santo, se encarnó de María, la virgen, y se hizo hombre…»
-«… y por nuestra causa fue crucificado en tiempos de Poncio Pilato; padeció y fue sepultado…»
-«… y resucitó al tercer día, según las Escrituras, y subió al cielo, y está sentado a la derecha del Padre…»
-«… y de nuevo vendrá con gloria para juzgar a vivos y muertos, y su reino, no tendrá fin…»
-«… Creo en el Espíritu Santo, Señor y Dador de Vida, que procede del Padre y del Hijo, que con el Padre y el Hijo recibe una misma adoración y gloria, y que habló por los profetas…»
-«…Creo en la Iglesia, que es una, santa, católica y apostólica. Confieso que hay un solo Bautismo, para el perdón de los pecados. Espero la resurrección de los muertos y la vida del mundo futuro…»
-«AMÉN» - al llegar a la última palabra, todos están allí, para despedir al Padre Callahan. Fray Fernando, con un nudo en la garganta, le cierra los párpados.
-(“Se ha ido, en el peor momento… aún nos hace falta… las muertes se suceden… Clarisa no despierta a su verdadera misión… ¡Dios, no nos abandones!... Es tiempo de actuar… pero, ¿cómo?... sin armas… ya es demasiado grande el peso de mi carga… y estoy volviéndome viejo para hacerme el héroe…”) – el cortejo deposita el cuerpo en la Capilla Ardiente que huele a rosas de Castilla recién cortadas… aunque allí, por expreso pedido del difunto, no hay una sola flor…
Este no es el final. De ningún modo. Aún ni siquiera es el principio de la verdadera batalla. A pesar de la desesperación en la que todos, al mismo tiempo, se están hundiendo.
Roma
Dormitorio Papal
Los periódicos españoles se acumulan en el escritorio. El Papa no ha dormido. Un terrible presentimiento lo invade desde hace días. Siente que la Cazadora corre peligro, pero no la llama para no asustarla, sabe puede arruinar todo si se precipita demasiado. Ve salir el sol desde su ventana. Se levanta, toma su bastón y se encamina a su Capilla privada. Allí, también insomne, lo aguarda Monseñor Pujol.
-Buenos días, Su Santidad.
-Buenos Días, hijo…
-Sólo me llama «hijo», cuando se encuentra muy angustiado… ¿sucede algo?
-Lo normal… y anormal al mismo tiempo…
-¡Alarmante!
-¿Qué sucedió con el traslado de Monseñor Christiansen?
-Se efectuará de inmediato.
-Que lo envíen primero a un retiro de silencio.
-Será lo más conveniente…
-No quiero adelantarme a los hechos, pero tengo desde hace días, la sensación de que éste será su último caso…
-¿Es todo lo que lo preocupa?
-No…
-¿La Cazadora?
-La Cazadora… está en peligro… pero no por parte de los no vivientes… su pureza está siendo amenazada…
-Mañana regreso a Mallorca, me ocuparé de ese asunto de manera personal… y de su temprana graduación como Ministro Extraordinario de la Eucaristía…
-¡Muy Bien!
-Después de todo, es la manera que encontré de integrarla al equipo de Liberación.
-¡Magnífico!
-No pierda la calma, Clarisa es una joven muy juiciosa y respetuosa de los principios que se le han inculcado aquí mismo, Su Santidad, además tiene un padre muy severo, quizás demasiado, pero debo admitir que para momentos como este, nos viene muy bien.
-¡Ya lo creo!
-Es hora de celebrar Misa.
Catedral de Santa Clara de Asís.
Fray Fernando recorre los bancos en busca de la llave de la Sacristía para encender las candelas y poder celebrar los oficios. De pronto, algo llama su atención. El Padre Callahan no está en su confesionario, como acostumbra a esa hora de la mañana. Ha pasado antes, dada su frágil salud y su avanzada edad. Pero esta vez, hay algo más. Algo misterioso, que llena de incertidumbre al Fraile.
-Otra vez el Padre Callahan se ha demorado… su confesionario está vacío y prolijo como de costumbre… un momento, ¿qué es eso?... ¡Santo Dios!... Una rosa negra… ¡Esto no me agrada en absoluto!... iré a verlo, ¡algo está muy mal! ¡Lo presiento! – el monje corrió hacia los dormitorios del convento, en el camino, el compañero de celda del anciano sacerdote lo detuvo.
-¡Fray Fernando!
-¿Qué sucede, fray Emilio?
-¡Lo he estado buscando por todo el convento!... ¡Venga, por favor, no hay tiempo que perder! ¡Es el Padre Callahan!
-¿Se encuentra indispuesto?
-¡Agoniza! ¡Y lo está llamando a su lecho de muerte!
-¡Vamos para allá! ¿Ha pedido algo en especial?
-No logramos entender lo que dice, habla mitad en Inglés…
-Comprendo. – Fray Fernando abrió la puerta de la celda – Déjennos solos.
-Sí, Fray Fernando. – el otro fraile se marchó.
-Padre Andrew… ¿me escucha?
-Fray Fernando… va siendo hora de que me marche con Dios… pero antes, quiero decirte algo importante…
-Lo escucho.
-La Cazadora… ya debe entrar en acción… ella conoce la clave del misterio final… deben ayudarle a encontrarla… se halla en poder del enemigo… pero sólo la guarda como un trofeo de guerra, ignora su utilidad, pero Clarisa, no… ella debe enfrentarse cara a cara con el Supremo, tal como lo hizo la primera Cazadora… ¡pero esta vez, triunfará!
-¡Es lo que todos deseamos!
-¿Ibas a preguntarme algo, hermano?
-Acabo de encontrar algo en su confesionario…
-¿Una rosa Negra?
-Sí…
-No te alarmes, querido amigo… es mi perdón por parte de Dios… consérvala… te servirá para contar los días que falten para el triunfo de la Cazadora…
-¿Cómo así?
-Cuando los pétalos de la rosa caigan y se vuelvan tan blancos como las nubes del cielo… El Supremo habrá concluido su reinado de terror en esta Tierra… ¿tienes el último retrato de Clarisa? Quisiera verlo una vez más.
-Iré por él…
-Aquí te espero. – Fray Fernando cruza a su celda, toma la fotografía de la Cazadora y regresa junto al sacerdote moribundo.
-Ésta es…
-Es muy hermosa… demasiado hermosa… ¡hhhh!... Todo recae sobre éstos pequeños hombros… dile que la cuidaré desde donde esté, siempre… estaré cuando más me necesite… después de todo, ella ya lo hizo una vez conmigo, ¿lo recuerdas?
-¡Como si hubiera sido ayer!
-¡Hhhhhhh!... ¡hhhhhh! – el fraile sale del cuarto en busca del campanero.
-¡Fray Rodolfo! ¡De prisa! ¡El toque de Agonía!
-¡Ya mismo!... ¡«Creo en un solo Dios Padre Todopoderoso…»!
-¡«…Creador del cielo y de la tierra, de todo lo visible y lo invisible…» - continúa Fray Fernando y todos los hermanos, lo imitan, abandonando sus tareas, para acudir a la celda del Padre Callahan.
-«… Creo en un solo Señor, Jesucristo, Hijo Único de Dios, nacido del Padre antes de todos los siglos…»
-«… Dios de Dios, Luz de Luz, Dios Verdadero de Dios Verdadero…»
-«… engendrado, no creado, de la misma naturaleza del Padre, por quien todo fue hecho…»
-«…que por nosotros, los hombres, y por nuestra salvación, bajó del cielo, y por obra del Espíritu Santo, se encarnó de María, la virgen, y se hizo hombre…»
-«… y por nuestra causa fue crucificado en tiempos de Poncio Pilato; padeció y fue sepultado…»
-«… y resucitó al tercer día, según las Escrituras, y subió al cielo, y está sentado a la derecha del Padre…»
-«… y de nuevo vendrá con gloria para juzgar a vivos y muertos, y su reino, no tendrá fin…»
-«… Creo en el Espíritu Santo, Señor y Dador de Vida, que procede del Padre y del Hijo, que con el Padre y el Hijo recibe una misma adoración y gloria, y que habló por los profetas…»
-«…Creo en la Iglesia, que es una, santa, católica y apostólica. Confieso que hay un solo Bautismo, para el perdón de los pecados. Espero la resurrección de los muertos y la vida del mundo futuro…»
-«AMÉN» - al llegar a la última palabra, todos están allí, para despedir al Padre Callahan. Fray Fernando, con un nudo en la garganta, le cierra los párpados.
-(“Se ha ido, en el peor momento… aún nos hace falta… las muertes se suceden… Clarisa no despierta a su verdadera misión… ¡Dios, no nos abandones!... Es tiempo de actuar… pero, ¿cómo?... sin armas… ya es demasiado grande el peso de mi carga… y estoy volviéndome viejo para hacerme el héroe…”) – el cortejo deposita el cuerpo en la Capilla Ardiente que huele a rosas de Castilla recién cortadas… aunque allí, por expreso pedido del difunto, no hay una sola flor…
Este no es el final. De ningún modo. Aún ni siquiera es el principio de la verdadera batalla. A pesar de la desesperación en la que todos, al mismo tiempo, se están hundiendo.
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