Al pie del Tabernáculo

3 – Clarisa

Mayo 12.
05:00 hs.
La lujosa maternidad, propiedad de una hermana menor de Rodrigo Suárez Puig, trabaja a todo vapor. El cambio de fase lunar ha hecho que “lluevan los partos”. Uno de ellos va a ser el de Encarnación Ripoll Suárez, que con su marido, está ocupando la suite Presidencial.
-¿Cómo te sientes, cariño?
-¡Dolorida! ¡Pero feliz!... ¿Trajiste todo?
-¡Sí, claro! ¡Hasta el ramo de rosas, que te han enviado del convento de San Francisco!
-¿Convento?... ¡Oh, por Dios!
-¿Olvidaste dar la limosna de este mes?
-No, nada de eso... El cura que pronosticó el nacimiento de la niña... ¡Era un franciscano!
-¿Crees que haya sido él?
-Casi podría jurarlo...
-Buenos días... – el obstetra ingresó a la habitación.
-Buenos días, Doctor Repmann.
-¿Contracciones?
-Cada media hora...
-Hmmm... Hay tiempo... Vamos a hacer un último monitoreo fetal... Bien... un momento... Aquí me han traído los resultados de la ecografía de la semana pasada... ¡Tal como lo anticipé, es una niña!
-¡Ya lo sabía!
-¿Cómo así?
-Además de porque el sexo se vio en la ecografía del séptimo mes, me lo dijo mucho antes, un hombre santo...
-¡Hhhhh! ¡Casualidades!... Veamos... los latidos son normales... Bueno... seguiré con mi ronda... regreso en una hora.
-Bien...

-(“Bien... la última vela de la Novena al Espíritu Santo, está encendida... éste es el día... hemos esperado muchos años, el nacimiento de esta niña especial... he procurado resguardar su hogar, contra todo tipo de acechanzas malignas... todo sale a pedir de boca...”) – Fray Fernando, con un brillo particular en sus ojos azules, se sentó en el confesionario.

-Pulso y tensión arterial...
-Normales.
-Grupo sanguíneo.
-Cero, Rh positivo.
-Contracciones.
-Cada siete minutos.
-Dilatación.
-Siete punto cinco.
-¡A sala de partos, ¡ya!! – el doctor Repmann, puesto en pie, tomó una silla de ruedas, y ayudó a Encarnación a acomodarse en ella – Ya va a nacer su niña, señora Suárez. Tranquila.
-Estoy bien, doctor, sólo un poco dolorida.
-Si usted lo dice... despacio...
-¡Ahhh!...
-¡Se rompió la fuente! ¡Justo a tiempo! ¡Enfermera!
-¿Doctor?
-Ubique a la paciente en la camilla y tómele la dilatación cervical.
-Enseguida, doctor... ¡Oh, por Dios!
-¡¿Qué sucede?!
-¡Ya está saliendo la cabeza!
-Esta pequeña tiene muchas ganas de nacer... ¡démonos prisa, entonces!... En cuanto sienta la contracción, puje, señora Suárez...
-¡Hmjmm! – asintió Encarnación - ¡Ya!
-¡Eso es, Encarna! ¡Un poco más!... ¡Está llegando!... ¡Aquí la tengo, Señora Suárez! ¡Es una hermosa niña! – el llanto de la pequeña se dejó oír con fuerza - ¡y tiene los pulmones de una cantante de ópera! – comentó el doctor Repmann, cortando el cordón umbilical y poniendo a la criatura en brazos de su madre – Déle el pecho...
-¡Sí, claro!

Al mismo tiempo, en toda la isla se producía un extraño fenómeno, jamás registrado en el mundo: la totalidad de los rosales florecía al mismo tiempo, esparciendo a diestra y siniestra un delicioso aroma.

Comentarios

Entradas populares