Al pie del Tabernáculo

10 – El Padre Callahan

Pam y Clarisa, sentadas en la hierba, miraban a los dos albañiles, que trabajaban velozmente en el gran árbol.
-Parece que terminarán pronto... – comentó Pamela.
-Van muy rápido. – respondió Clarisa.
-Tuviste una idea genial al pedirle esa casa a tu papá.
-Hacía mucho tiempo que quería que me la construyera.
-Tu Primera Comunión, fue una excelente excusa.
-¡Tienes que venir a mi fiesta!
-¿No se enfadará tu mamá?
-No esta vez. Dijo que podría invitar a quien yo quisiera.
-Y, ¿si se enoja porque me invitas?
-¡Pues, que lo haga!
-¡Eso no está bien!
-¡No habrá fiesta, sin ti! ¡Vamos a decírselo a tus padres!
-¡En fin! ¡¿Para qué me molesto?! ¡Siempre hago lo que tú quieres! – suspiró Pamela, mientras su amiga, la arrastraba hacia la limousine.
-¡Deprisa! ¡A la casa de la señorita Torres! – ordenó Clarisa al chofer.
-¿Irá a algún otro sitio luego, niña Clarisa?
-¡Hmmm!... Creo que no... Pero estaré algunas horas allí, así que, tendrá que aguardarme.
-Entendido. – el vehículo, arrancó.
-¿Has leído la cartelera del colegio?
-No he pasado por allí aún.
-Habrá audiciones para el Coro de la Catedral.
-¡Fantástico!
-¿Te gusta cantar?
-¡Desde luego!
-Yo quiero participar... pero tengo un poco de vergüenza... ¿irías conmigo?
-¡No tienes que pedírmelo! Además, si nos inscribimos las dos, ¡tendremos que pasar más tiempo juntas!
-¡Genial!
-Compartiremos clases de canto.
-A propósito, la audición es mañana por la mañana.
-¿Sabes en qué consiste?
-No.
-Hmmm... Mi profesor de piano, a veces me hace solfear cantando, dice que es lo primero que aprendes en un coro...
-¿Es muy difícil?
-No. Sólo tienes que escuchar bien la música, y seguirla con la voz.
-Yo no sé hacerlo...
-Te enseño, si quieres...
-No es mala idea... podríamos usar el órgano de mi mamá...
-¡Perfecto!
-¡Ya llegamos, niña Clarisa! – anunció el chofer.
-Bien. Regrese por la tarde.
-Entendido. – las dos niñas ingresaron a la casa de Pamela.
Era un hogar modesto, pero confortable, con mobiliario sencillo, y muchos tapices en las paredes, todos ellos confeccionados por la madre de Pam. Las niñas recorrieron la casa, hasta llegar al dormitorio de los padres, en el que reposaba perezoso, el bellísimo órgano de doble teclado.
-Por aquí...
-¡Hhhh! ¡Es precioso, Pam! ¡Ya no se fabrican así! ¡Es un instrumento de colección!
-Mamá lleva tiempo sin usarlo, así que no sé si funciona...
-Habrá que intentarlo.
-Adelante.
-Aquí hay un toma corriente...
-La luz roja, se prendió.
-Es buena señal. – Clarisa se sentó en la banqueta y sus ágiles dedos se deslizaron en el teclado – Está un poco duro, pero servirá.
-¡Qué bueno!
-Acércate.
-Claro...
-Lo primero que debes hacer, es acostumbrarte al sonido, memorizarlo.
-¿Lleva tiempo?
-No lo sé. Yo siempre pude hacerlo. Tienes que saber reconocer un sonido al escucharlo. Concéntrate. Éste es el do. – la nota central se escuchó en toda la casa.
-Hazlo otra vez.
-De acuerdo.

-De acuerdo, Fray Fernando. Ya todo está en orden aquí, sólo resta esperar a que la niña crezca. Regreso hoy mismo a Jerusalén, me han comunicado a cerca de nuevos hallazgos, y obviamente, la Casa Pontificia me quiere presente en el lugar de las excavaciones.
-Esperemos que al menos, una mínima muestra de esos nuevos escritos, algún día no muy lejano, nos sirva de ayuda.
-¡Es lo que más deseo!
-Es una pena que no pueda usted quedarse a concelebrar en la Misa de Niños del próximo sábado. Allí finalmente, podría conocer a Clarisa.
-Quizás aún, no sea el momento oportuno.
-Tal vez.
-Tenga en cuenta que pronto llegará a este lugar, un sacerdote vagabundo. Se dice que es Padre Donald Callahan, ex párroco de la pequeña Iglesia de St. Andrew. No se tienen demasiados datos a cerca de él. Se lo dio por muerto en 1975. Todo ese asunto fue muy confuso...
-Lo investigaré.
-Es probable que la niña lo encuentre, antes de que usted pueda concluir esas averiguaciones.
-Me parece que está usted sobreestimando a la niña, hermano David.
-No lo creo. Parece tener un carisma poco común, para poner las cosas en orden.
-Es posible. Siempre tuvo una vida muy bien organizada, ¡y apenas comienza a vivir! Bien, no lo entretengo más.
-Me pondré en contacto con usted, en cuanto tenga el material en mis manos.
-Le estaré muy agradecido.
-Es un placer ayudarlo, Fray Fernando. Cuídese mucho, Clarisa lo necesita.
-Lo sé. Y espero cumplir bien con esta misión.
-No será tan difícil, ya lo verá.

-No será tan difícil... Obsérvame... tienes que imitar lo más posible, el sonido del teclado con tu voz...
-No creo que pueda.
-¿Lo has intentado?
-Nunca.
-¿Cómo vas a hacer para saber si puedes, si no lo intentas?
-Bueno, eso es verdad.
-Entonces, ¡hazlo!
-¡Está bien! Pero, primero tú.
-Como quieras... – las niñas comenzaron a vocalizar. Estaba en eso, cuando no oyeron el ruido de la puerta. Era la madre de Pamela, gratamente sorprendida, al reconocer los acordes de su viejo órgano.
-¡¿Qué están haciendo, niñas?!
-¡Clarisa me está enseñando a cantar, mamá!
-¡Hmmmm!... siempre te ha dado mucha vergüenza este tipo de cosas... nunca te atreviste a nada...
-Es que mañana, en la Capilla del colegio, hay audiciones para integrar el coro de la Catedral, y vamos a participar.
-¡Eso es fantástico, niñas!
-Mi mamá cuando era joven cantaba en una iglesia de Marruecos. ¡Y lo hacía muy bien!
-Si ustedes quieren, puedo darles una mano con esas vocalizaciones.
-¡¡Sí!! – exclamaron las dos. Y el resto de la jornada, las tres trabajaron muy duro, hasta que el chofer de Clarisa regresó por ella. Aprendiendo a relajar las cuerdas vocales. Aprendiendo a manejar el aire de sus pulmones. Entrenando el oído hasta que les dolió la cabeza. Pero los resultados fueron altamente satisfactorios.
-Chicas, realmente tengo que felicitarlas. Las dos tienen un registro muy amplio, con el que podrán trabajar muy bien. Pero, cuídense. El canto es maravilloso, pero exige responsabilidad y sacrificio. Deben ejercitarse a diario, cuidarse con las comidas, en el futuro, no beber, ni fumar, terner cuidado con la temperatura de los alimentos, que no deben estar, ni demasiado fríos, ni demasiado calientes.
-¿Tú tenías que hacer todo eso, mamá?
-¡Claro que sí, Pam!
-Sabe mucho de música, ¿cuánto tiempo estuvo usted en el coro, señora Torres?
-Desde los seis años... hasta que nació Pamela.
-Y, ¿por qué lo dejó?
-Falta de tiempo. Con ella ya eran cinco niños de los que había que ocuparse. Luego nos mudamos aquí, las cosas no nos salieron como esperábamos, y el tiempo comenzó a pasar. Además, la operación de nódulos en la garganta, me obligó a no insistir...
-¡Qué pena!
-¿Quieren tomar el té?
-¡Sí, claro!

-¡Sí, claro, Fray Fernando! Todo está listo para la fiesta, a la que quiero suponer, usted no piensa faltar, ¿verdad?
-Señora Suárez, ¡claro que estaré presente! Para Clarisa será un día muy importante, creo que jamás me perdonaría, si me ausentara.
-¿Tan exigente es mi hija con usted?
-No se trata de exigencias, sino de comprensión mutua. Clarisa es una niña especial, tan especial como jamás he visto y por cierto, ¡la quiero muchísimo!
-¡Me siento alhagada, padre Fernando!
-Su hija, vale la lisonja.
-¡Lo sé, Fray Fernando, lo sé! ¡De modo, que lo esperamos luego de la ceremonia religiosa!
-Allí estaré.

-¡Allí estaré, Pam!
-¡Yo también!
-¡No lo olvides! A las 10:00, en la Capilla del Santísimo. Lleva pluma y papel, por si hay que llenar alguna forma.
-De acuerdo.
-¡Adiós! – Pamela, feliz, ve partir a su amiga en la limousine. Han pasado una maravillosa tarde, que marcará para siempre la vida de ambas y afianzará la amistad que no dejarán de cultivar por el resto de su difícil existencia. El vehículo recorrió las calles de Mallorca, y luego de detenerse un par de veces para hacer compras, encargadas por Rosario, llegó a la mansión. Casi corriendo, Clarisa tomó el ascensor.
-¡Hija, que suerte que llegas temprano!
-¡Hola, mamá!
-¿Cómo estás?
-¡Contenta!
-Me alegro. Ve a darte un baño, la modista llegará en cualquier momento.
-Sí, claro. Oye, mamá, mañana por la mañana, necesito que el chofer me lleve al colegio.
-¿Al colegio?
-A las audiciones para el coro de la Catedral.
-¡¿Vas a cantar?!
-¡Ajá!
-¡Me parece muy bien! ¡Anda, ve a bañarte, que tenemos muy poco tiempo para la confección de tu traje de Comunión!
-¡Está bien!
(continuará)

Comentarios

Entradas populares