Maggie Mae

12 - LA AVENTURA DE RINGO

Rita no puede creer lo que le sucede. El manager de los Beatles la ha vestido de pies a cabeza y hasta le ha comprado alhajas. En cuestión de breves minutos y con gusto incomparable, la transformó en una verdadera princesa... a tal punto, que le costó reconocerse a sí misma frente al espejo de la peluquería.

-¡Señor Epstein, se toma usted demasiadas molestias conmigo!

-¡Es un placer hacerlo! Además, los muchachos me lo han pedido, dado que soy el único que puede salir del hotel sin peligro.

-¡Es que... no lo merezco!

-En eso estás equivocada, pequeña. Las fans se merecen mucho más que una buena actuación... muchas de ellas hacen enormes esfuerzos económicos para llegar a los conciertos... ¡Nos dan demasiado! Tú eres la oportunidad que nosotros tenemos para resarcir ese esfuerzo. Eso además de que es evidente que te has ganado con justicia el cariño de los muchachos.

-(“Creo que no sólo se refiere a eso...”) ¡Gracias!

-¿Cómo te sientes, George? – preguntó John.

-Mejor, pero prefiero no arriesgarme al frío.

-¿Te quedarás durmiendo?

-Supongo que sí... ¡Cuiden de Rita, por favor! (“¡Los envidio en forma desesperada!”)

-No te preocupes, estará en buenas manos. (“¡No sabes las cosas, que le haría con éstas!”)

-¡No en las tuyas, supongo! (“¡Ni se te ocurra ponerle un solo dedo encima amigo, se trata de mi chica!”)

-¡¿Por quién me tomas?! (“¡Olvidé que me conoces demasiado bien!”)

-¡Sólo fue una broma! (“¡Jamás en mi vida he hablado más en serio!”)

-Además, creo que se lleva muy bien con Ringo.

-Lo he notado... ¿Crees que le guste?

-Es probable, ¡se la come con los ojos!

-¡Es que nadie diría que tiene sólo catorce años!

-¡Es un bebé! (“¡Un precioso bebé!”) – suspiró John.

-Cierto... A ti, ¿te resulta atractiva? (“¡No trates de engañarme, sé que es así!”)

-¡Hmmm!... Tiene una belleza fuera de lo común, pero como te dije antes, ¡es un bebé!

-¡Y así la tratas! ¡Vive en tus brazos!

-¡Ni tanto! ¿Celoso?

-¡Para nada! ¡Sólo digo lo que veo!

-¿Qué ves?

-¡Tus manotas temblando cuando se acomodan en su cintura! – se rió George para contener la furia de sus evidentes celos. Nunca se había sentido así por nadie, y ahora se daba cuenta de cuánto le costaba dominar esos impulsos casi desconocidos.

-¡¿Cómo crees?! – Lennon, enojado y ocultando su nerviosismo, se dirigió a la salita de ensayos, en donde permaneció intentando componer. También él estaba igualmente celoso, pero con el orgullo herido.

-(“Mamá no está en casa... ¡Menos mal!... ¡Ya me aguardaba otro sermón!... ¿A quién acompaño?... George se quedará durmiendo, ya está mejor, pero debe cuidarse... Paul irá a “Playboy”... No creo que sea el sitio más adecuado para mí... además, me siento un poco más segura con Ringo... ¡Hhhhh!... ¡Será mi primera salida nocturna! ¡Estoy tan nerviosa!... Creo que le daré un último repaso a la lección, antes de comenzar a prepararme... Estaremos, en cualquier caso, cerca del convento, el lugar ideal para esconderlos, si les hace falta ayuda extra... seguramente Sor Alexia entenderá...”)

-¡John, ya prepárate, si es que quieres salir con nosotros! – exclamó Paul, asomándose a la salita de ensayos.

-¡Ya voy, ya voy! – pesadamente, Lennon se levantó y se dispuso a elegir la ropa.

-¡Hey! Al paso que vas, ¡llegarás mañana! – se rió Ringo.

-¡Mejor ocúpate de no perder tus sortijas! – malhumorado, John comenzó a vestirse.

Es noche cerrada, Rita le da los últimos toques a su maquillaje, frente al espejo.

-(“¡Genial!... Un retoque por aquí... otro por allá... ¡Bien!... ¡Los zapatos!... ¡Son los que siempre quise!... ¡parecen hechos para una reina!... ¡y lo mejor de todo, es que no he tenido que esperar a cumplir los quince!... ¡ojalá no me duelan!... llevaré otros más cómodos, por si los preciso... ¡Fantástico!... Mamá no se enterará... Después de todo, ella provocó toda la discusión, a raíz de su mal comportamiento. Ahora tendrá al menos, una excusa para enfadarse o para asustarse y corregirse...”) – Rita, ya preparada, sale hacia la suite de los Beatles.

-¿Todo listo muchachos?

-Sólo estamos esperando a Rita. – respondió Ringo.

-¡Ya llegué! ¡Perdón por la demora!

-¡¿Maggie?!... ¡Wow!... ¡Qué cambio! (“¡Una diosa!”) – exclamó John.

-¡Te ves increíble! (“¡Simplemente, perfecta!”) – suspiró Paul.

-¡Pareces una reina! – confirmó Ringo.

-¡Gracias! – roja de vergüenza, bajó la cabeza y permaneció unos segundos en silencio, intentando dominar sus emociones, una tarea nada fácil de realizar. Lucía los zapatos de sus sueños, clásicos de tacón, en charol negro, medias de seda color piel, vestido largo de chifón, rosado con aplicaciones en color negro, de amplia falda y escote profundo, que realzaba notablemente su figura, semioculta por el magnífico abrigo de piel, al que complementaba con un gorro cosaco. Los muchachos, advirtiendo su estado, decidieron romper el hielo.

-¿Vienes con nosotros, o te vas con Paul? – preguntó Ringo.

-Todavía no lo decido... Pero creo que mi mamá confiaría más en Ringo, que en el “Don Juan Tenorio” del grupo.

-Bien, está todo dicho, entonces. – concluyó Brian abriendo la puerta.

En mitad de la fiesta a la que asistían Rita, John y Ringo, éste último, al perder de vista a la joven, salió al jardín a buscarla.

-¿Rita? – llamó - ¿Dónde estás?

-¡Aquí! – dijo ella, sentada en una banca de piedra, oculta por enorme macetero.

-¿Escondida?

-Necesitaba estar unos minutos sola, eso es todo.

-¿Algún problema?

-Trato de justificar mi actitud respecto a mamá.

-¿No sabe que estás aquí?

-Ni quiero que lo sepa, necesita una buena lección.

-Ten cuidado, puede ser contraproducente.

-Me arriesgaré... Oye, esto se pone aburrido, ¿damos un paseo por la ciudad?

-Suena tentador, pero, ¿qué hay de las fans?

-Ya recorrí todo el lugar, y, ¿qué crees? ¡Encontré una salida que nadie ha utilizado en años!

-¡Eres incorregible!

-¡Gracias por el cumplido!

-¡Vamos por nuestros abrigos! – Ringo la tomó de las manos y se la llevó.

-Es por aquí... Te sugeriría que te pongas un pañuelo en la nariz... se trata de un baño de servicio en pésimas condiciones.

-¡Puaj! ¡Ni que lo digas!

-La llave siempre estuvo aquí, y nadie parece haberla movido en mucho tiempo... ¡Tarán!... De prisa, en cuanto nos vean en la calle, las chicas, ¡no lo pensarán dos veces!... eso es... Nadie a varios metros a la redonda...

-¿Segura?

-Al menos, la oscuridad nos ampara... Mira... por esa calle, se llega a mi colegio... por la otra, a una playa de estacionamiento abandonada, en la que muchas veces suelo quedarme a ver el atardecer.

-¿Vamos allá?

-¡Claro! – los dos caminaron con los cinco sentidos alerta, hasta llegar al lugar. Era una colina en la que muchos enamorados solían pasar allí su tiempo - ¡La vista aquí es fantástica!

-¡Eso mismo digo yo!

-Muy rara vez vengo de noche, salvo cuando tengo que estudiar con mis compañeras... Ven, asómate.

-¡Wow! ¡Qué buen panorama!

-Se pierde la noción del tiempo aquí...

-Es un buen sitio para un concierto al aire libre.

-¡Tienes razón, no lo había pensado!

-Además, tiene un declive lo suficientemente adecuado para un anfiteatro.

-Quitando el pasto crecido, claro.

-Sí, por supuesto. Desde aquí tendrías el mejor panorama del escenario.

-Y no la compartiría con nadie... ¡Los tendría para mí sola!

-Como hasta ahora...

-¡Exacto!

-¿Te gustaría estar aquí, con alguien en especial?

-Soy egoísta... En un sitio así, ¡prefiero estar sola, soñando despierta!...

-¡Entiendo!...

-¡Oh, oh!

-¿Qué sucede?

-¡No creo que quieras averiguarlo, Ringo! – Rita apoyó la mano derecha en el suelo, las fuertes vibraciones en la tierra que pasaban por su mano, no la engañaban - ¡tenemos que irnos de aquí, cuanto antes!... ¡Nos han descubierto! ¡A correr! – los dos partieron a toda velocidad.

-¿En dónde se habrá metido Ringo? – preguntó Brian.

-No lo sé... creo que... fue a buscar a Maggie, pero aún no ha regresado... es extraño, siempre dice adónde va... – respondió John.

-Tal vez están ya en el hotel... Rita nunca salió sola por la noche, puede estar cansada.

-¡No es la única! Vámonos ya, ¡no me tengo en pie del agotamiento!

-De acuerdo.

-¡Vamos, Ringo!... ¡Por aquí! – exclamó Rita, llegando a la puerta trasera del convento.

-¿Segura de que ya no nos siguen?

-¡Espero que así sea!... ¡Uf!... ¡Menos mal que traía otros zapatos, para un caso de emergencia como este! – dijo la muchacha, golpeando con la aldaba la puerta del lugar.

-¡¿Quién es?!

-¡Sor Alexia, soy Rita, ¡por favor abra la puerta, es una situación de vida o muerte!!

-Está bien... – la monja accedió - ¡Oh, Dios mío!... ¡Es... ¿uno de los Beatles?!

-Sí... Ringo... ella es la hermana Alexia, mi tutora espiritual.

-Mucho gusto. – algo incómodo, Ringo besó las manos de la religiosa.

-Hermana, necesitamos pasar unas horas en el claustro, hasta que las fans se den por vencidas...

-No será nada fácil... la Madre Superiora aún está despierta... ¡pero veré qué puedo hacer!... ¡Pasen por aquí y esperen! – ellos obedecieron.

-¡Tampoco están aquí! ¡La señora Mae está desesperada! – informó Mal Evans.

-¿Qué vamos a hacer? – preguntó Paul.

-Esperar... – suspiró John.

-Ven por aquí... Sube: éste es mi lugar favorito.

-¡Original!

-Siéntate.

-¡Puros almohadones!

-Yo misma los hice en mis clases de manualidades... Por esta ventana, nos escapamos, con mi amiga Laura, para poder llegar a tiempo al aeropuerto.

-¡¿Escaparon de su clase?!... ¡Cielos!... ¡Eres muy traviesa!

-Viniendo de ti, ¡es todo un elogio!... ¡Oye!... ¡ya no parece haber nadie!... Podríamos regresar...

-¡Hhh!... ¡No me dan ganas!

-Te comprendo... – se sentó a su lado, apoyando la cabeza en su pecho... el baterista se quedó en silencio, embriagado por el perfume de la cabellera de la niña. Extrañamente, sólo sintió una enorme ternura, su corazón le decía que no era más que una criatura, hermosa y dulce, pero criatura al fin. La noche siguió su curso.

-¿Qué hora es?

-¡Hmmm!... Las 05:00hs... las monjas ya estarán rezando los Oficios...

-¿Llamamos por teléfono al hotel para que vengan por nosotros?

-No me gusta la idea, ¡pero tampoco quiero que mi madre muera de un infarto! Vamos. – recorrieron juntos los maravillosos jardines ubicados detrás del colegio. Finalmente, llegaron a la oficina de la hermana portera, ella, por supuesto, no se encontraba allí, sino en la capilla privada del convento.

-¡Teléfono! – John, desesperado, se abalanzó sobre el aparato.

-¿Hola?

-¡¿Maggie?! ¡Gracias al cielo, linda! ¡¿Estás bien?!

-Sí, no te preocupes, los dos estamos bien...

-¡¿En dónde?!

-En el convento de las Clarisas, ya pueden venir por nosotros.

-¡De acuerdo! Mal y Brian estarán allí en unos minutos.

-Perfecto... ¡Nos vemos!

-¡Déjeme hablar con mi hija, por favor! – rogó la señora Mae.

-Lo siento, ya cortó.

-¡¿Desde dónde hablaba?!

-Está en la escuela. Seguramente llevó allí a Ringo, para rescatarlo del ímpetu de las fans... Es una chica muy inteligente y valiente... A mí, ni siquiera se me habría ocurrido algo así... tal vez le salvó la vida.

-Lo sé... A veces creo que no merezco la hija que tengo... ¿Podría ir con ustedes?

-¡Por supuesto, señora Mae!

-¡Iré por mi abrigo!

-Espera, dejé mi abrigo arriba, iré por él, no te muevas de aquí, vuelvo en medio minuto. – la niña, por un pasadizo secreto, corrió a la capilla, subió al coro, tomó su sobretodo y volvió a bajar justo a tiempo. Su madre golpeaba la puerta. La joven descolgó la descomunal llave de hierro y dejó pasar a su madre y al manager de la banda. Ringo miraba satisfecho a las dos mujeres. La niña, con arrepentimiento en sus bellos ojos azules, se acercó algo temerosa a su progenitora.

-¡Rita! ¡Mi pequeña! ¡¿Estás bien?! – la abrazó.

-Estoy bien, sólo un poco triste... No quería hacer una cosa así...

-Lo entiendo, sólo de este modo podría yo aprender a no juzgar tu conducta.

-¡Ajá! Vamos a casa, tengo que ponerme el uniforme y regresar, me espera el examen de Historia, ¡no lo olvides!

-¡Cierto!

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