Maggie Mae

20 - GEORGE ESTÁ FELIZ SÓLO CON BAILAR CON RITA

Miami. 5:30 p.m.

-(“¡No sé si hacer esto o no!... ¡Me da nervios!... Sin embargo es una oportunidad que puede no repetirse... Tenemos el día libre... la noche libre... es día de San Valentín... ¡Y yo quiero bailar con ella!... ¡Muy bien, George Harrison!… ¡Invita a esa «Mujer» a la fiesta de esta noche, ¡y pídele que sea tu pareja!!”) – George, luego de pensarlo varias veces, golpeó la puerta de la habitación de Rita...

-¡George!... ¡Pasa!

-Gracias...

-¿Necesitas algo? (“¡Dí que me invitarás al baile de esta noche!”)

-En realidad, sí... Dime... ¿Ya te invitaron al baile de San Valentín?

-Pues... No... Vi el cartel esta mañana, pero nadie me comentó nada...

-¡Estupendo!... Porque yo venía a pedirte que fueras mi pareja de baile, exclusiva... ¡Toda la noche!

-¡Será... ¡un placer acompañarte!! (“¡No lo puedo creer!”)

-¡Bien!... ¡En dos horas, vendré por ti!

-¡Genial!

-¡Hasta luego!

-¡Nos vemos! – Rita cerró la puerta tras de sí y se apoyó unos instantes en esta, luchando con su respiración y con las lágrimas que no pudo reprimir - ¡Hhhh! ¡Cielos!... ¡bien!... ¡Tengo que prepararme!... ¡Hmm!... ¡El vestido nuevo!... los zapatos... el arreglo del cabello... el maquillaje... ¡Listo!... Bien... Prepararé el baño...

-¡Cynthia!... ¿ya desocupaste el baño?

-¡Estoy bañando a Julian!

-¡O. K.! – respondió John – Dejé algo olvidado en el bar... Vuelvo en cinco minutos. (“Si consigo hacer que se quede cuidándolo, podré llevar a Rita al baile.”)

-Perfecto, aquí estaré.

-Bien. (“¡La invitaré, antes de que Cyn cambie de opinión!”) – John, se encaminó rápidamente hacia la habitación de Rita. Golpeó la puerta – (“No responde... ¿Se estará bañando?... Lo intentaré de nuevo...”)

-¡¿Quién es?!

-¡John!

-¡Pasa! ¡Está abierto! – exclamó Rita, colocándose la bata.

-Bien... ¿Te estabas bañando?

-Recién salgo de la ducha...

-¿Vas al baile?

-¡Claro! George me invitó... ¿Tú irás?

-Sí... (“¡Rayos!... ¡Maldito chiquillo malcriado!... Ahora tendré que inventar algo para salir del paso...”) Invité a Cyn y a Julian.

-¡Me parece genial!

-¿Es tu vestido? – preguntó, curioseando el perchero.

-¡Ajá! ¿Te gusta?

-¡Mucho!... Te verás preciosa con él... ¡Eres preciosa! – se le acercó y comenzó a juguetear con un largo mechón de los cabellos mojados de la joven - ¡La más bella de todas!...

-¡John...!

-¡Shhh! ¡No hables!... – la tomó de la barbilla para besarla, pero no contaba con la reacción adversa con que respondió la niña.

-¡¡John Winston Lennon!!… ¡¡Estás yendo demasiado lejos!! – con toda su fuerza, tomó a John de la muñeca derecha, para obligarlo a salir de su cuarto, muy a pesar de que no tenía intenciones de que él se sintiera agredido – Lo siento... Pero ser quien eres, no te da todo lo que quieres... – cerró la puerta y rompió a llorar.

-¡John!... ¿Qué haces aquí? – preguntó Ringo - ¡¿Invitaste a Rita al baile, y te rechazó?!

-No exactamente... George, se nos adelantó...

-¡Míralo al pequeñito!

-Evidentemente, no es ningún tonto.

-¡En fin! Mejor, vayamos a prepararnos para la noche... ¡Que será muy larga!

-(“Esta corbata... es muy larga... y no combina bien con esta camisa... esos zapatos... ¡No!... Mejor los otros... eso es... Bien... “) – George corría por su habitación, sumamente nervioso – (“¡Hhhh!... ¡Bella!... ¿Qué hora es?... ¡Uf!... ¡Menos mal!... ¡Llegaré a tiempo!... Le compraré un obsequio en la joyería, para que lo estrene esta noche...”)

-(“¡Uf, menos mal!... Espero que no me odie... Laura tiene razón... hubiese sido una locura... de la que me habría arrepentido de por vida... será mejor que lo olvide... Hmmm... He pensado en este peinado durante horas... ¡Hhhh!... ¿Le gustará?... ¡Eso espero!... ¡Rayos!... ¡Mi mamá debería estar aquí, para ayudarme con el maldito cierre!... ¡Hmf!... ¡No puedo!”) – pensó Rita, luchando con su vestido, cuando alguien golpeó la puerta - ¿Sí?

-¡Soy Paul!

-¡Un momento!... ¡No estoy presentable!... – finalmente, se subió la cremallera y se cubrió con la bata - ¡Hola!

-Perdón si interrumpo tu arreglo... George te envía esto...

-¡Oh! ¡Está bien!... ¡Hmm! ¡Qué misterio!

-¡Bien! ¡Disfrútalo! ¡Hasta luego!

-¡Nos vemos!

-¡O. K.! – Rita cerró la puerta y volvió a sentarse frente al espejo, y se quedó mirando fijamente el estuche de terciopelo rojo. No quería abrirlo y la emoción la hacía temblar.

-¿Se lo diste?

-Recién.

-¿Lo abrió?

-No delante de mí, pero supongo que sí.

-Bien. Gracias

-No fue nada, ¡para eso están los amigos, ¿no?!

-¡Seguro!... Bueno... ¡Ya es hora!

-¿Te acompaño?

-Si quieres...

-Llevaré sales de amoníaco, ¡por si te desmayas al verla!

-¡Já, já, já!

-(“A ver... ¡Oh, Dios!... ¡Es precioso!... ¡Mi primera joya de San Valentín!... Mi primer baile de San Valentín... Esto sólo significa una cosa... ¡George y yo estamos enamorados!... ¡No tengo motivos para seguir dudando!... Laura, como de costumbre, estaba en lo cierto!... Entonces... Será poco menos que imposible no sufrir cuando se vaya... ¡En fin!... Terminaré de arreglarme antes de que llegue...”) – con los ojos llenos de lágrimas, retocó su maquillaje. Se estaba aplicando el perfume, cuando George golpeó la puerta.

–(“¡Es él!”) – se acomodó los pliegues del vestido antes de abrirle.

-¡Rita! – la abrazó, casi como descansando sobre su cuerpo - ¡Estás... ¡muy bella!!

-¡Como una diosa griega! – la aduló Paul.

-¡Gracias!... ¡Pasen!

-¿Ya estás lista? – preguntó George. Sin soltarle la mano.

-Casi... Falta un solo detalle. – respondió la niña, abriendo el estuche.

-¿Me permites?

-¡Por supuesto! – Harrison, tomó la delicada alhaja y la aplicó al cuello de Rita.

-¡Hmm! Parece que el oro y los rubíes, te sientan muy bien, linda...

-¡Gracias, Paul! El color rojo es mi favorito...

-¡El color rojo es mi favorito!... ¡No veo por qué no debo llevarlo esta noche!

-¡Porque todas las mujeres de la fiesta irán de rojo! ¡Atrévete a ser diferente, Cyn! Es todo lo que te pido...

-¿Quién se quedará con Julian?

-¡Llevémoslo con nosotros!

-¡Y, ¿si llora?!

-¡No llorará! ¡Le gusta la música!

-¿Has estado llorando? Tienes los ojos enrojecidos... y no eres alérgica al maquillaje...

-Sí...

-Dime qué sucede...

-Muchas cosas.

-¿Por ejemplo?

-¡No quiero que se vayan!

-Eso es algo que no podremos evitar...

-Lo sé... Pero me he acostumbrado a tenerlos así de cerca... Más cerca de lo que no he soñado nunca...

-Te comprendo... ¿Sabes?... Creo que... hagamos lo que hagamos... ¡no podremos olvidarte!... – Harrison la miró a los ojos, y le dio un beso en la frente para después abrazarla con fuerza, a duras penas podía contener sus impulsos - ¡Así como no permitiremos que olvides esta noche!

-Maggie no podrá olvidar esta noche. – comentó John, ya en el salón de baile, junto a su esposa y su pequeño hijo.

-Lo sé, John... ¿Sabes? Me recuerda a mí misma, cuando tenía su edad... Es una niña muy dulce... Por lo que no me extraña que George se haya enamorado de ella. (“¡Espero que esta novedad, te calme un poco respecto a ella!”)

-¿Tú también lo notaste? (“¡George nunca supo lo que es actuar con disimulo!”)

-Soy mujer... Sé distinguir una mirada seductora de una rutinaria... (“¡Y la tuya, cariño, dista mucho de ser precisamente rutinaria!”)

-Las mujeres siempre tienen razón, John. – comentó Ringo, llegando.

-Cierto... ¿Paul estaba contigo?

-Acompañó a George, a recoger a Rita.

-¡¿Qué no puede solo?!

-Eso parece... Justamente, ahí llegan los tres... ¡Wow!

-¡Maggie!... ¡Te ves...! ... ¡Alucinante! – exclamó Lennon, casi sin aire, perplejo ante la belleza poco menos que angelical de Rita.

-¡Eres una reina! – balbuceó Ringo.

-(“¡Mi reina!... Al menos esta noche...”) ¡Les aseguro, que nunca estuve mejor acompañado! – afirmó George.

-¡Hey!... ¡No exageren!... ¡No es para tanto! – Rita estaba aún más roja que su propio vestido.

-¡Cielos, Rita!... ¡Realmente, no podemos mentirte!... ¡Esta noche, estás más que preciosa! – Paul no le quitaba los ojos de encima, al tiempo que las manos de George, tratando de disimular su temblor, se acomodaban en la cintura de la niña.

-(“¡Dios!... ¡Esto es increíble!... ¡Creo que voy a morir esta misma noche!... ¡Me sujeta como a su guitarra!... ¡Y se siente muy bien!... Afortunadamente, el baile ya va a empezar...”) – efectivamente, la música se dejó oír.

-¿Bailas, preciosa? – preguntó Harrison.

-¡Por supuesto!

-¡Bien! ¡¿Qué esperamos?! – por sorpresa, tomó a la joven en sus brazos, la alzó y la llevó hacia el centro de la pista, mientras ella pataleaba.

-¡¡Bájame!!

-¡¡No, hasta que lleguemos al centro de la pista de baile!! – los dos no pararon de bailar, por una hora.

-¡Uf!... ¡Qué calor!... ¿te cansaste?

-¡Algo!

-Bien, vamos a sentarnos... – Rita lo tomó de la mano y juntos se dirigieron a su mesa.

-Parece que George ya se cansó de tanto baile...

-Pero ella no, mírala, ¡es imposible que se quede quieta, ni por un minuto! ¡No tardará en arrastrarlo de nuevo hacia la pista! – comentó Paul.

-Eso veo... – John, con Julian en brazos, miraba a la pareja con envidia – Es muy afortunado...

-¡Ni que lo digas!... Mira, ya salen otra vez a bailar... y es el turno de las baladas...

-¿Desearías estar en su lugar?

-¡¿Quién no?!... ¿Tú?

-No tiene caso que responda...

-Después de todo, no eres libre...

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