Maggie Mae
32 - PALABRAS DE AMOR
10:00 p.m. La terraza del hotel.
Noche cerrada. Estrellas. Silencio. Muy poca luz para tanta tristeza.
Una lágrima sobre un trozo de papel. El nudo en la garganta crece, en la medida en que las horas avanzan. George, escribe. Casi no puede ver por la oscuridad, y por sus propias lágrimas, que no son pocas. Una larga y romántica carta, que recordará palabra por palabra por el resto de su vida. Una carta llena de verdades, de las que se aferrará, en los momentos más dolorosos de su camino por la fama. Cuatro carillas que dibujarán con exactitud, el retrato de un amor verdadero, que quizás nunca vuelva a vivir.
-(“Ya está... Sólo debo cerrar el sobre y entregárselo... Cuando la haya leído estaré lejos... Pero lo sabrá todo... Me pregunto si me servirá de algo... y la otra pregunta millonaria es cómo se la hago llegar... John la rompería antes de entregársela... Paul la publicaría en los periódicos, o poco menos... Ringo, además de no poder evitar leerla, me enfrentaría para decirme por qué no hablo directamente con ella... ¡es que creo que me sentiría morir!... Laura... ¡Claro!... ¡Eso es!... Ella vendrá también a despedirnos... le pediré el teléfono de Rita y luego, la llamaré... ¡Hhhhh!... ¡No creí que fuera tan difícil!...”) – baja lentamente las escaleras. Mal Evans lo encuentra con la cara entre las manos, antes de llegar al pasillo que conduce a su cuarto.
-¿George? ¿Te sientes bien?
-¡Ya no sé si me siento!
-¿Ocurre algo?
-Una locura...
-¡¿Una locura?!
-¡Una bella e inevitable locura!
-Creo que entiendo... Rita...
-Rita...
-¿Te rechazó?
-¡Nada de eso!
-Entonces, ¿por qué estás triste?
-¡Ojalá pudiera explicarlo!
-Quisieras estar dentro de su cabeza, para asegurarte de que todo el tiempo piensa en ti...
-¡Tal cual!
-Darías lo que fuera por atarla a ti, y que no se te escape...
-Y al mismo tiempo pienso en que no es más que una niña, que tiene toda la vida por delante... No quiero hacerla sufrir...
-¿Con un amor a la distancia, en el que no sabes si crees?
-Rita, tú aún no sabes si crees en el amor a la distancia, no deberías ponerte mal por eso...
-¡¿Qué hay si no puedo evitarlo?! Necesitarías estar en mi cabeza, para darte cuenta de que no hago otra cosa que no sea pensar en él...
-No hace falta... cualquier chica en tu lugar haría lo mismo... Pero, ¿qué pasa si luego él en Londres encuentra a una mujer de su edad, se enamora y se casa?
-¡Lo tomaré como una traición!
-¡Hey! ¡No seas tan dramática!... Oye, olvidé decirte que ya estoy en Miami. Llegaré a las cercanías del hotel, en un par de horas.
-¡Grandioso! Haremos una fiesta de despedida, ¿qué te parece?
-¡Inmejorable!
-¡Bien! Te recogeré a medianoche... Usaremos la estrategia de las Gemelas Viudas... ¿traes la ropa?
-¡Supuse que pensarías en eso, así que no te preocupes, ya voy más que preparada! ¿Quién conduce?
-Paul.
-¡Con semejante chofer, ¡¡creo que moriremos de risa en el camino!!
-¡Seguro!
-Bien. Anotaré el lugar del encuentro...
-El lugar del encuentro para recoger a Laura está a pocos metros de la playa privada del hotel. Sólo darán unas vueltas para despistar. – informó Brian.
-Correcto... ¡Esta peluca blanca y el bigote me quedan ridículos! – se quejó Paul.
-¡No olvides la gorra! – recordó Ringo.
-¡Gracias!... Bien, ¡todo listo!
-¡Te ves guapo!
-¡Ya, no bromees!
-¡Jajajaajajá!
-¡No te rías! – McCartney le pegó con la gorra.
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