Maggie Mae

21 - EL TÍO AL

Febrero 15. 03:30 a.m.

-¡Uf! ¡Por fin! – suspiró Rita - ¡Mis pies!

-¡Permíteme! – George tomó a Rita en sus brazos y con ella, ingresó a la habitación.

-¡Hey! ¡No era necesario!

-Le prometimos a tu mamá que te cuidaríamos...

-(“¡Estás muy obediente últimamente!”) Bien...

-¿Cómo lo pasaste?

-¡Fantástico!

-Me alegro... ¿Tienes planes para mañana?

-¡Dormir!

-¡Jajajajajajajá!... Aparte de dormir...

-No sé... Creo que iré de compras.

-Si me ayudas a escapar... tal vez podríamos pasar el día en algún lugar divertido...

-¡Excelente! ¡Déjalo en mis manos!

-Bueno, ¡te veré en unas horas!

-¡De acuerdo!

-No olvides, que debo llegar a tiempo para el ensayo...

-¡Ni lo menciones!

-¡Bien, que descanses! – Harrison se alejó para encontrarse con sus compañeros, en la habitación de Ringo.

-Bueno, creo que ya estamos listos. – comentó Paul.

-¿Cynthia se molestó, John? – preguntó Ringo.

-Algo... Pero lo entendió... Además, al parecer, Julian se porta muy bien con Maggie. Se durmió en sus brazos...

-¿Lo envidias? – aguijoneó Paul.

-¡Hhhh!... ¡No responderé a esa pregunta!

-¡¿Mientras sigas casado?!

-¡¡Ya cállate!!

-¡Hey! ¡Bajen la voz! – interrumpió George - ¡Rita se dará cuenta de todo!

-¡Está bien!... ¿Ya duerme?

-Todavía no, John. Acabo de “despedirme” de ella.

-Bien, cámbiate y ve por tu ropa de cama.

-¡Ya mismo!

-(“¡Hhhhh!... ¡Ya mismo me iría a dormir, si no fuera porque debo quitarme el maquillaje!... El hielo en los pies, dio resultado... ¡qué alivio!... Mi pijama... esto por aquí... ¡Al fin!... ¡A la cama!... ¡Hmmm!... Debo pensar en la forma de sacar a George de esta lujosa jaula... El uniforme de mamá puede servir... el carro de la ropa sucia... según pude ver, lo retiran antes de las diez... hay un elevador de servicio y un montacargas... el sector de la lavandería tiene salida a la calle... en la esquina hay una parada de taxis... tendremos que ir a un lugar cercano... disponemos de pocas horas antes del ensayo doble de mañana... en el peor de los casos, los demás tendrán que cubrirnos de algún modo... y saben cómo hacerlo...”) – pensó Rita, apagando la luz. Cinco minutos más tarde, el ruido de la llave cayendo sobre el piso de parquet, la despertó de golpe - ¡¿Qué sucede?! (“¡No le he dado llaves a nadie!... Sólo Brian tiene una...”)

-¡Con permiso! – exclamó Ringo.

-¡Hhh! ¡Hora de dormir! – Paul comenzó a instalar su colchón, cerca de la cama de Rita.

-¿Hay lugar? – preguntó John, ingresando.

-¡¿Qué es todo esto?! – Rita no salía de su asombro.

-Muy simple: - explicó George – tu pasaste una noche en nuestra suite, y ahora nosotros, pasaremos una en tu cuarto...

-¡Estamos a mano! – dijo Paul, mirándola desde abajo.

-Además, tu mamá nos pidió muy encarecidamente, que no te perdamos de vista, ni un instante. – recordó Ringo.

-¡No podremos dejarte un minuto sola! ¡Lo prometimos!

-¡¡Oh, Cielos!! – Rita escondió la cabeza bajo la almohada.

09:05 a.m.

Rita, cumpliendo su promesa hecha a George, salió de la cama silenciosamente, pasando por entre los colchones, procurando no despertar a nadie. Rápidamente, buscó el uniforme de su madre y se lo puso encima de la ropa.

-(“Listo... Necesito las llaves de la cabaña de tío Al... ¿Estará en casa?... ¡Rayos!... ¿Adónde se llevaron el carro de la ropa sucia?... Hmmm... ¿Qué hora es?... ¡Con razón!... Aún es temprano... Veré si llega... está al final del pasillo... ¡vamos, mujer, mueve ese trasero!... ¡Por fin!... ¡Hmf!... ¡es pesado o tiene las ruedas trabadas!...”) – se inclinó a revisarlas – (“¡Lo sabía!... aceite de máquina... debe haber en el cuarto de servicio, iré por ella... es ventajoso que haya tanto personal aquí... nadie parece conocerse... ¡perfecto, no hay moros en la costa!... ¡ops!... se fue el elevador... ¡el montacargas!... ¡deprisa, deprisa!... ¡sí!... unas gotas bastarán... ¡Eso es!”)

-(“¡Eso es!... ¡Nadie despierto!... salvo porque Rita ya se levantó... Adivino, si pienso en que la adrenalina, no la dejó dormir... Me daré prisa con esto... ¿qué se traerá entre manos?... la creo capaz de cualquier cosa... ¡es una niña traviesa como pocas... y al mismo tiempo, toda una mujer!... ¡¡Y, ¡qué mujer!!!... ¡Hmmm!... traigo dinero... ¡Listo!... veamos...”) – George se asomó a la puerta.

-¡Buenos días! – susurró Rita - ¡Deprisa, por aquí! – Harrison la siguió confiado.

-¡¿De dónde salió ese uniforme?!

-Era de mi madre, ahora ya no lo usa. Afortunadamente, el personal doméstico elige a la misma empresa para la indumentaria.

-¡Cierto!

-Métete aquí.

-¡Sí, claro!... listo...

-Cúbrete, y guarda silencio hasta que yo te diga.

-¡O.K! – Rita empujó el carro y lo subió al elevador de servicio. Luego, una vez en el sótano, miró hacia varios lados, se quitó el uniforme, lo guardó en su bolso y levantó las sábanas - ¡Ya puedes salir!

-¡Gracias!

-Nadie a la vista, la salida está abierta, ¡podemos irnos!

-¡Corramos! – los dos se dirigieron a la calle y tomaron un taxi.

-¡¿Hacia dónde?! – preguntó el chofer.

-A las afueras de la ciudad...

-¿Qué te propones?

-Mi tío Al, vive en una cabaña, él es salvavidas, siempre está en su torre y deja la casa sola...

-¿Lo encontraremos?

-¡Seguro! De todos modos, ¡tengo una copia de la llave!

-¡Eres increíble!

-¡Ya lo sé! – Harrison la abrazó.

-(“¡Imposible no amarla!... Bella... inteligente... astuta... cariñosa... valiente, por sobre toda las cosas... Sí... es hora de que lo admita... ¡todo lo que siempre soñé de una mujer!...”) – George contemplaba el rostro de Rita, extasiado.

-(“¡Hhhh!... ¡Dios!... ¡No puedo!... ¡¿Cómo hago, para no sentir nada por él?!... ¡Es tan fuerte lo que me pasa!... Pero... al mismo tiempo, ¡me da miedo!... ¡me aterra!... Tengo la sensación de no estar lista para esto... ¡Y a pesar de todo, su mirada me acorrala!... Quiero escapar de ella, ¡pero resulta imposible!... ¡No encuentro la forma!... ¡Aún cerrando los ojos!... ¡Ups!... Ya casi llegamos...”) ¡Deténgase en esa cabaña de la derecha del camino!

-¿La de junto a la torre?

-¡La misma!

-Bien. – luego de pagarle al chofer, los dos descendieron del vehículo.

El día era ideal para pasarlo en la playa. Sin nubes. Pero era mediodía, de modo que se dirigieron a la casa. Rita abrió la puerta y se asomó.

-(“Nadie...”) ¡Está vacía! ¡Entremos! – dejó su bolso en una silla y abrió las ventanas.

-¡Es grande!

-Si... El gerente del hotel quería que mi madre me enviara aquí todos estos días...

-¡¿Por qué?!

-Supuestas «medidas disciplinarias»... Una absurda tontería, ya que ni siquiera me conoce y no tiene hijos... prefiero no tocar el tema...

-¡Yo tampoco lo haré!

-¿Tienes hambre? – preguntó Rita, abriendo el refrigerador.

-Mmmmmm... Sí, es hora del almuerzo...

-¿Tu estómago protesta?

-Un poco...

-Veamos qué hay... comida china... pizza de anchoas... hamburguesas... cerveza... «Coca-Cola»... algunas frutas... ¡hey!... ¡Ni que lo hubiera adivinado!... ¡Compró mi pastel de chocolate favorito!

-¿Por qué no vamos primero por tu tío? Así no se queda afuera...

-¡No abandona su puesto por nada del mundo!

-Entonces, preparemos algo para llevarle...

-¡Bien pensado! ¡Manos a la obra! – Rita, atentamente observada por George, se puso a cocinar.

-Eres muy buen ama de casa, Rita.

-¡Gracias!

-Realmente, sabes hacer de todo...

-Tuve que acostumbrarme... Hay semanas en las que mamá sólo viene a dormir... de modo que yo cocino, lavo, plancho, hago las compras... ¡Y estudio!

-Tienes una vida muy difícil.

-Eso dice mi asesora espiritual, en el colegio... bien... debe haber una canasta por aquí... ¡Ya la encontré!... ¡pero está muy alta!

-¡Aquí la tienes!

-¡Gracias de nuevo!... Vamos a ver... eso es... creo que no falta nada... Tío Al no bebe alcohol en horas de trabajo... ¡es todo!

-Bien, yo abriré la puerta.

-Perfecto.

-¡Perfecto!... ¡Fantástico!... ¡Sólo esto nos faltaba!... ¡¿Qué le diremos a su madre si llama?!... ¡¡¿Qué desapareció con George?!!... ¡¡¡Esa mujer es capaz de demandarnos!!! – Brian Epstein estaba fuera de sí.

-¡Hey! ¡Cálmate! ¡No puede ser tan grave! – exclamó John.

-Rita es una chica muy juiciosa. Sabe lo que hace, ¡tranquilízate! Se comunicará con nosotros... ¿Acaso no lo hizo, cuando salvó a Ringo?

-Sí, lo recuerdo... ¡Pero sigo pensando, en que esa actitud adolescente, ¡nos perjudica!! ¡¡¿Cuándo van a decidirse a crecer?!!

-¡Epy, cálmate!... Nunca podrás gritar lo suficientemente fuerte, como para que ellos te oigan... No cambias las cosas levantando la voz... Sólo espera... – John se puso de pie y se asomó a la ventana - ... y acéptalo... ¡ellos están enamorados! ¡Quieren estar solos!

-A tu tío, ¿le gusta estar solo?

-Si... desde que se independizó y vino a vivir aquí, no ha estado con nadie... y es muy joven... tiene la edad de John... fue quien me enseñó cómo se baila Rock And Roll...

-O sea, que por culpa de él, ¡a mí me duele la espalda!

-¡Jijí! ¡Si!... ¡Ese es!... ¡Creo que ya nos vio!

-¡No puede ser!... ¡¿Rita?!... ¡¡Qué niña!! – Al dejó a un lado sus binoculares y saltó sobre la arena desde la torre. Inmediatamente, corrió al encuentro de la pareja.

-¡Tío Al! – Rita dejó la canasta en el suelo y fue a corresponder el abrazo del hermano pequeño de su madre.

-¡¿Cómo está mi sobrina consentida?!

-¡¡Muy bien, tío!!

-¡¿Qué estás haciendo aquí?!... ¡Oh, Cielo Santo!... Es... ¡¿George Harrison?! ¡¡¿El de los Beatles?!!

-¡El mismo!... George, él es mi tío Alexander.

-¡Mucho gusto!

-¡¡Increíble!!... ¡Rita! ¡¡¿Cómo lo hiciste?!!

-¡Se hospedan «en casa»! En Nueva York… Ahora están de vacaciones... ¡y me trajeron con ellos!

-¡Y tú «secuestraste» a tu favorito, por lo que veo!

-¡Algo así! ¿Almorzamos?

-¡Ya mismo! – los tres se sentaron en la arena. Unos minutos más tarde, sonó el teléfono en la torre, Rita y George, ya recogían la canasta.

-¿Hola?

-¡¿Al?!

-¡Marge! ¡¿Cómo estás?!

-¡Muy bien! ¡y, ¿Tú?!

-Como siempre...

-Llamé, para avisarte que Rita está en Miami, en el Hotel Deauville. Quiero que vayas a verla, y me cuentes cómo está.

-Lamento decirte, que tu astuta hija, ¡se te adelantó!...

-¡¿Cómo?!

-¡Lo que oyes!

-No comprendo...

-Simple: ¡ella está aquí, conmigo! Vino a visitarme.

-¿Fue sola?

-¡Por supuesto que no! Uno de sus muchachos la acompañó.

-¡Pásame con ella, ¡ya mismo!! (“¡Debí suponerlo!... ¡espero que no haya pasado nada entre ellos aún!”)

-De acuerdo. Aguarda un momento... – Alexander se asomó por la ventana de la torre - ¡Rita! Sube, es tu madre, ¡y está enfadada!

-¡¿Cuándo no?!... (“¡Sermón en puerta y no precisamente en voz baja!”) ¡Ya subo! – la niña trepó la escalerilla y tomó el teléfono - ¿Mamá?

-¡¡¿Qué se supone que haces ahí?!!

-¡Nada que ponga en peligro nuestro apellido! (“¡¿Acaso esperabas que me acostara con alguno de ellos ni bien me dieras la espalda?!”)

-¡¡¿Quién está contigo?!!

-George...

-¡¡Debí imaginarlo!! (“¡Una madre siempre sabe de estas cosas!”)

-¡¡Imaginar, ¿qué?!! (“¡Me dan asco tus obsesiones!”)

-¡¡¡Que en algún momento, huirías con él!!! (“¡¡¡Te aguarda el convento, señorita Mae!!!”)

-(“¡O. K! Otra vez a escuchar la misma perorata de siempre... con cada chico que se me acerca ocurre lo mismo...”) ¡¡Mamá, por favor!! ¡Sólo visitábamos al tío Al, acabamos de almorzar con él!

-¡¡¿Esperas que te crea, después de haber visto la forma en que ese hombre te mira?!! (“¡Te mordería si sus ojos tuvieran dientes!”)

-¡Mamá!

-¡¡¡No me interrumpas!!! ¡¡Y para colmo, ¡estás con ese irresponsable de tu tío, que se da el lujo de consentir cada cosa que haces!!! ¡¡No actuaría de ese modo si tuviera hijos, especialmente, si tuviera hijas!! ¡¡Escúchame bien!!... ¡¡Regresa ya mismo al hotel, y mañana a primera hora, te tomas el vuelo a New York, jovencita, ¡estás castigada!!! (“¡Cuánto más pronto te vuelva a tener cerca, más control ejerceré sobre ti!... ¡No mancharás el buen nombre de esta familia!”)

-(“¡Oh, no!... ¡No puedo irme ahora!”) ¡¡¡Mamá, por favor, no me hagas esto!!!

-¡¡Tú te lo has buscado!! (“¡No sé a quién sales así de resbalosa!”)

-¡¡Eso no es cierto, y lo sabes!!... ¡¡Ya hemos hablado al respecto!! ¡¡Tengo sólo catorce años, mamá!! ¡¡Conozco mis límites y los respeto, aunque te obsesiones pensando exactamente en lo contrario!!... ¡¡Si hubieras vivido como una mujer decente, desde la muerte de papá, tendrías derecho a reprenderme así!!... ¡¡Ahora déjame disfrutar tranquila de mis vacaciones!! – cortó violentamente, y se refugió en los brazos de Alexander.

Nueva York.

-¡¿Rita?!... ¡¡¿Rita?!!... ¡Cortó!... ¡Dios mío, ¿qué voy a hacer con esta niña?!... (“¡Tendré que adoptar medidas drásticas!... En cuanto regrese, volveré a colocarla pupila... ¡Disciplina!... ¡¡Eso precisa esta mocosa!!... ¡¡Y buenos modales!!... Después por supuesto, habrá que buscarle un marido adecuado... que nos saque de pobres...”)

Miami.

-¡Dios!... ¡ya no sé qué hacer!

-¡Cálmate!... Ya sabes cómo es tu madre... ella grita primero... y luego se arrepiente... ¡Tranquila!... ¡Todo estará bien! – Alexander le alcanzó un vaso de agua – Ten...

-Gracias... Eso es precisamente lo que me diferencia de ella, ¡yo grito y no me arrepiento! Pero parece que no me sirve de mucho...

-Rita... ¿Quieres regresar? – preguntó George, sentándose junto a ella, bajo la celosa vigilancia de Al, que notaba perfectamente, los sentimientos que la niña había despertado en el músico.

-De acuerdo... ¡Lo lamento!

-No te culpes, ¡las cosas no siempre salen como se las planea!

-Muchachos, si no les molesta, los llevaré en mi auto.

-¡Está bien, tío! ¡Gracias! – George y Rita ayudaron a Al a cerrar la torre y partieron.

Comentarios

Entradas populares