Maggie Mae
18 - INSPIRACIÓN...
Febrero 13. Miami. 13:15hs.
-¡Al fin!... ¡Vacaciones! – suspiró John.
-¡Creí que nos matarían! – exclamó Paul.
-¡Pues, no faltó mucho! – George se sentó cerca de la ventana.
-¿Localizaron a Rita? – preguntó Ringo.
-Dijo que llegaría a mediodía... – recordó John – Tenía que regresar la ropa que le prestaron...
-¡Sólo a ella se le puede ocurrir disfrazarse de azafata, para que la dejen entrar a nuestra sala VIP! – el batería encendió un cigarrillo, pensando en la travesura de la niña, sin poder reprimir una sonrisa.
-¡Ya, ya! ¡¿Desde temprano con vicios, Ringo?! – Rita apareció a tiempo, para quitarle a Starr el cigarrillo de la boca.
-¡Maggie!... ¡Ven acá, preciosa!... ¡Nos tenías muy preocupados! – Lennon la abrazó por detrás - ¡Tardaste mucho en llegar!
-¡Oye! ¡Eres peor que un padre!
-¡Todos lo somos, Rita! – George, casi corre a abrazarla.
-¡Hey! ¡Yo también quiero de eso! – protestó Paul.
-¡Jijí!... ¡Hmm!... ¿Ringo? ¿Qué te pasa? – se extrañó al ver el aspecto enojoso del muchacho.
-¡Nada!
-¡Oh, oh!... Algo anda mal... ¡Hmmm!... No te creo... Tú no te pones así por nada... a ver, cómo arreglamos esto... – se le acercó y se sentó a sus pies - ¿Estás enojado?... ¡Mírate!... ¡¿Qué le pasó a tu cara?!... ¿Dejaste tu sonrisa olvidada en Nueva York? – apoyó los codos en una de la piernas de Ringo y lo miró a los ojos - ¡Veamos!... Yo creo que está por... ¡¡Aquí!! – comenzó a hacerle cosquillas, hasta que finalmente, le dio un abrazo - ¡¡Sí!!... ¡La encontré!... ¡Sabía que la tenías!
-¡Hmmm!
-¡Un baterista celoso! ¡Eso eres! – los cinco, luego de este «episodio de celos», se dedicaron a descansar. El viaje había sido largo, pero peor fue la llegada al hotel. Necesitaban un poco de privacidad, en forma urgente, y sabían quién podría hacerse cargo de eso...
5:50 p.m.
Después de recorrer las instalaciones del hotel, de arriba hacia abajo, rincón por rincón, Rita se asoma por un balcón del restaurante, y contempla el cercano mar... Y sus pensamientos se dirigen hacia los cuatro hombres a quienes acompaña, sin medir las consecuencias que eso tiene para su vida. Por momentos, se le dificulta encontrar el límite entre la realidad y su propia fantasía, lógica para su edad, y que a cada momento se ve infinitamente superada por los hechos que se concretan uno tras otro.
-(“Siete días más... ¡y se irán!... ¡¡No quiero ni pensarlo!!... los cuatro, muy a su pesar, se sienten atraídos por mí... ¡Y yo no sé qué hacer!... Quisiera tener más edad para decidir... Siento que todo se adelanta en forma vertiginosa... ¡Dios!... ¡¿Cómo debo manejar esto?!”) – gruesas lágrimas corren por su rostro. Este incómodo tironeo contra sí misma la apabulla, pero algo desconocido la impulsa a seguir a pesar de todo. A pocos metros, sentado en la barra, John Lennon no le quita los ojos de encima...
-(“¡Bella!... ¡Hhhhhh!... ¡es todo lo que puedo decir de ella!... pero cuando pienso en su edad, ¡me siento un miserable!... Es perfecta... sus pies de Cenicienta, son perfectos... sus piernas de bailarina, son perfectas... su cintura... su pelo de sirena... su cara de ángel... su sonrisa... ¡esos ojitos azules!... ¡Hhhhh!... ¡Cómo me gusta esta niña!”) – suspira, larga y melancólicamente, el guitarrista rítmico de la banda. Como si lo hubiera visto, Rita se vuelve... pero John ha desaparecido...
-(“¡Juraría que estaba ahí!... ¡yo lo vi!... Lo seguiré y veré qué trama... debió irse hacia su habitación por el elevador... ¡la escalera!... Tardaré un poco en llegar, pero no sabrá que lo seguí... me estaba mirando... y estaba solo... muy solo... peligrosamente solo... me pregunto si realmente ama a su mujer... nunca habla de ese tema, ni de su hijo... tiene un brillo especial en los ojos, cuando me acerco a él... un momento... si mis oídos no me engañan... lo que suena es su guitarra... está componiendo... ¡no puedo perderme esto!”) – miró por la cerradura, y pegó su oído a la puerta. Cerró los ojos para disfrutar. Perdió en ese mismo instante la noción del tiempo.
-(“Cada cosa que hizo, desde que llegamos, fue especial... la corona fúnebre con el retrato de Elvis... ¡fue la bienvenida más original que llegué a ver hasta ahora!... quedarse dormida en nuestra suite... ¡Así fue como la conocimos!... ¡Apostaría mi cabeza, a que todos al mismo tiempo nos enamoramos de ella!... pero ninguno de nosotros quiere admitirlo... ¡esa mezcla de niña y mujer nos entró por los ojos!... viajar en la cajuela de la limousine... ¡Hacer que se nos salgan los ojos de las órbitas, con esas minifaldas!... Y hacerme quedar como tonto delante de todos con sus bromas...”) – pensaba Lennon, mientras su guitarra acústica esbozaba lo que en poco más de un año, sería “Girl” – (“¡Ahí está!... es ella... se ven sus pies por debajo de la puerta... espía... ¿qué se propondrá esta vez?... Tal vez, sólo está escuchando... o quizás quiere asegurarse de que estoy completamente solo... bien, en ese caso... sólo hay una forma de averiguarlo...”) – sin dejar de pulsar su instrumento, se acercó a la puerta... ¡y la abrió de un golpe!... Las consecuencias fueron previsibles: Rita cayó de frente sobre John, y ambos terminaron sobre la alfombra, casi tocándose las narices, sólo los separaba la guitarra...
-(“¡Dios!... ¡Estoy en problemas!”) ¡Oh, no!... ¡Tu guitarra!...
-¡Descuida, Maggie! No está rota...
-¡Uf! ¡Qué susto!
-¡¿Qué estabas haciendo, jovencita?! ¡¡¿Espiándome?!!
-Sí y no... ¡Lo siento!... ¡No creí que esto pasara!...
-¡¿Lo sientes?!... ¡¿No creíste que pasara?!... ¡¡Bonita excusa!!... ¡¡Tienes mucho qué explicar!! – Lennon hacía un esfuerzo sobrehumano para parecer enojado. El último rayo de sol, atravesó el cristal de la ventana, y se detuvo en el rostro ruborizado de la niña, otorgándole a sus ojos claros una luz imposible de resistir. Y a todo eso, se le sumaría la dulzura de la joven en su inocente respuesta.
-Te diré la verdad, lo prometo...
-Bien, te escucho... (“¡Y me miras así!... ¡¿Cómo quieres que me enfade contigo!... ¡Me voy a derretir!”)
-Te vi en el bar... pensé que querías decirme algo, entonces te seguí... sólo te escuchaba improvisar, no quise cortar tu inspiración... por cierto, ¡se oía muy bien!
-(“¡Tú eres mi inspiración, preciosa!”) ¡Tonterías! No era nada... trascendental...
-¡A mí me gustó! ¡Y mucho!
-¡A ti, siempre te va a gustar!... (“¡Voy a hacerte la pregunta del millón de dólares!”) ¿Crees que hice algo mal en mi vida?
-¿Sinceramente?
-¡Sinceramente!
-¡Hhhhh!... No te ofendas... pero creo que te casaste demasiado joven...
-¿Lo lamentas? (“¡Dime que es así y me divorcio de inmediato!”)
-¡Y cómo!... Todas tus fans pensamos eso... pero hiciste lo correcto, por Julian...
-Eso creo... Aunque a veces, siento que me equivoqué de persona... fue una locura... ¿tú nunca has hecho ninguna locura?... deberías probar alguna vez... – la miró a los ojos, y apunto estuvo de besarla, cuando sonó el teléfono.
-Esa debe ser mi mamá... (“¡Te amo, mamá!”)
-Atiende... (“¡Te salvó la campana esta vez, pero la próxima, créeme que no escaparás!”)
-Sí... ¿hola?
-¿Rita?
-¡Mamá, ¿cómo estás?! (“¡No imaginas cuánto me alegra oírte!”)
-¡Preocupada por tu seguridad! ¿Cómo viajaste?
-¡Estoy bien! Puedes tranquilizarte... Llegué a salvo, ¡y me estoy divirtiendo!
-¡Me da tanto gusto, hija!... ¿Necesitas algo? ¿Quieres que te envíe dinero?
-Todo está bien...
-¡Cuídate mucho, linda, ¿lo prometes?!
-¡Lo prometo!
-Bien... ¡no hagas ninguna locura, por favor!... ¡nos veremos pronto!
-¡De acuerdo!
-¡Adiós!
-¡Adiós! – la madre de Rita cortó la comunicación.
-Tienes suerte...
-¿Sí?
-Por tu mamá...
-¡Ni tanto! A veces, es un fastidio...
-Pero la tienes, ¡no te abandonó! – los ojos de John se llenaron de lágrimas.
-¡Lo lamento!... ¡Lo olvidé!... ¡Soy tan tonta! – lo abrazó con fuerza, y así se quedaron, mientras oscurecía. El corazón de Lennon latía con fuerza, pero era tan grande y sincera la ternura con que Rita lo sostenía, que le faltó valor para seguir avanzando... sus sentimientos empezaban a confundirlo.
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