Maggie Mae
28 - DEFENDERSE ATACANDO, NO SIEMPRE DA RESULTADO
10:00 p.m.
-¿Cómo está John? – preguntó Brian.
-Todavía duerme. – respondió George.
-¿Qué ha dicho el médico?
-Le dio veinticuatro horas de reposo absoluto. Dieta liviana y nada de alcohol.
-¿Alguna medicación?
-Unos analgésicos.
-¡Uf!
-Un susto... Que se lo debemos a los celos de ya sabes quién...
-Y una pequeña heroína, ¡a la que cada vez le debemos más!
-Rita...
-Sí... Me felicito por haberla traído, aún en contra de la voluntad de su madre.
-¡No se te pudo ocurrir una idea mejor!
-¡Hmmm! ¡No se te pudo ocurrir una idea mejor, Maggie!
-¡Habla menos y come más!
-Bien... ¡esto está delicioso!...
-¡Ah, ¿sí?! ¡Pues no me conoces a mí cocinando!
-¡Probaría tus platos, con los ojos vendados!
-¡Jí, jí, jí!
-¿Sabes algo?... ¡Sí que eres especial!...
-¡John, no empieces!
-En una sola tarde, has cambiado por completo la opinión que yo tenía de ti...
-¡Tonterías!
-¡Me salvaste la vida!... ¡Eso no es ninguna tontería!...
-No hice nada que no hubiera hecho cualquier otra persona...
-Pero no cualquier persona hubiese estado capacitada para salvar vidas, como tú lo estás... Hasta hoy... yo pensaba... en competir con George... para conquistarte... ¡Ahora veo que no llego ni a la suela de tus zapatos!
-¡Ya, no es para tanto!
-Tuviste mi vida en tus manos... Cuando el tiempo pase, tomarás más conciencia de lo que hiciste... ¡Fue increíble!... Linda, ¡eres demasiada mujer para mí! ¡Lo reconozco! – Rita hizo a un lado la bandeja para abrazarlo con fuerza - ¡Hmmm!
-¡Jí, jí! – se reclinó unos instantes en su pecho. Así estaban los dos, cuando Cynthia golpeó la puerta.
-Yo iré, debe ser Brian...
-¡John, ¿cómo est...?!... ¡¿Tú?!... ¡¡¿Qué estabas haciendo sola, en el dormitorio de mi marido?!!
-¡Cynthia, cálmate por favor! – interrumpió John - Puedo explicarlo.
-¡¡¡Iban a pasar la noche juntos!!!
-¡¡¡Cynthia, por Dios!!!
-¡¡¡Estás en la cama, desnudo!!! ¡¡¡Y ELLA ESTÁ AQUÍ CONTIGO, A PUERTAS CERRADAS!!! ¡¡¡NO PUEDEN NEGARLO, ¡NO PUEDEN!!!! – a todo esto, mientras la mujer perdía los estribos, Rita se quedaba de pie cerca de la puerta, y lloraba en silencio, sin saber a quién de los dos mirar. Habiendo oído perfectamente desde afuera, la totalidad de la discusión, Brian Epstein ingresó sin llamar.
-¡¿Qué son esos gritos?!
-¡¡¡Y, ¿TODAVÍA LO PREGUNTA?!!! ¡¡¡SÓLO VEA ESTE CUADRO LAMENTABLE!!! – Epstein lo observaba todo, sin tomar partido absolutamente por nadie - ¡Mi marido, desnudo en la cama, ¡a su lado, ¡esta maldita mocosa!!!... ¡¡¡Quítela de mi vista!!!... ¡¡¡Quítela de mi vista, antes de que le arranque los ojos!!! – Rita salió corriendo - ¡¡¡HUYE, ¡HUYE, COMO
-¡¡¡¡CYNTHIA, YA BASTA!!!! – Lennon estaba muy cerca de perder el control.
-John, - intervino Brian, tratando de conservar la calma – será mejor que descanses, el médico dijo que tu reposo debe ser absoluto, por veinticuatro horas... Cynthia, acompáñame a mi cuarto, necesito decirte algo importante.
-¡Está bien! – la esposa de Lennon, sorprendida por las palabras del manager, accedió. John, con un largo suspiro, apagó la luz y volvió a dormirse.
Mientras tanto, Rita, encerrada en su habitación, lloraba recorriendo las páginas de su álbum de fotos de los Beatles. Sonó el teléfono.
-¿Hola?
-¿Rita?
-¡Laura, ¿cómo estás?!
-Yo, bien. Tú no pareces poder decir lo mismo...
-Así es.
-Cuéntame.
-¡Hhhh!... Para empezar, ya debería estar de regreso...
-¡¿Por qué?!
-Mi madre me castigó, por ir a casa de tío Al, con George...
-¡¿Escapaste con él?!
-Algo parecido... En realidad, él me pidió que lo sacara de aquí, para divertirnos en la playa, entonces fuimos a la cabaña de mi tío... Todo estaba saliendo de maravillas realmente… en eso... Mamá llamó al tío Al, para pedirle que viniera a vigilarme... Cuando supo que yo estaba allí, se enojó, quiso hablar conmigo, discutimos y acabó ordenándome que regrese a casa de inmediato. Me negué y Al me apoyó. Vino conmigo y ahora intenta calmarla.
-¡Uf! ¡Vaya lío!
-¡Ya lo creo!
-¡¿Lo otro?!
-Lo otro tiene nombre y apellido...
-¿George Harrison?
-¡Él no es un problema, ¡es un encanto!!
-¿Entonces?
-Cynthia Powell Lennon…
-¡Cielos!
-Yo en tu lugar diría exactamente lo mismo... es un tormento chino. Me ha declarado la guerra...
-¡No me digas!
-Es enferma de celos. Se comporta peor que una niña malcriada... ¡No sé cómo hace John, para soportarla!
-¿Están peleadas?
-¡A muerte!
-¡Dios!
-Pero va perdiendo, aunque me cubra de insultos. Todos están en su contra...
-Tienes que reconocer algo importante esta vez: eres mucho más guapa que ella, más joven, y tienes mejor cuerpo. Evidentemente, a pesar de la diferencia de edades, te considera una competidora muy peligrosa.
-Tal vez. Pero mi objetivo no es su esposo. Sin embargo, ella está tan ocupada celándolo, que no se ha dado cuenta de que alguien más no me quita la vista de encima. Es como si quisiera competir todo el tiempo conmigo...
-¡Es bueno saberlo!
-Para peor, ella no piensa en otra cosa que no sea humillarme cada vez que puede. Con eso descuida a su hijo y está poniendo en peligro su matrimonio.
-¡Qué horror! ¡Y ahora, ¿qué vas a hacer?!
-¡No lo sé! Cada vez estoy más incómoda...
-¡Lo imagino!
-Hoy le salvé la vida a John...
-¡Increíble! ¡¿Cómo fue?!
-Después de una escena de celos...
-¡No podía ser de otro modo!
-Ellos habían discutido, con lo que Cynthia arruinó los planes de John, de salir a almorzar con ella...
-¡Qué bruja! ¡No podrá retenerlo con esa actitud! Está jugando en contra de sí misma...
-¡Pienso lo mismo! Después de la discusión, John se encerró en su cuarto y durmió toda la tarde. Cuando bajó a la piscina, me encontré con él en el ascensor, luego nos separamos y por unos cuantos minutos, lo perdí de vista. De pronto lo vi flotar boca abajo en la alberca...
-¡Dios Santo!
-¡Actué sin pensar si quiera! Me arrojé al agua, sin esperar a que tío Al estuviera cerca, luego el me siguió y lo sacamos de allí, ¡justo a tiempo! Por un momento, pensé que lo perderíamos para siempre... Estaba inconsciente, y no tenía pulso. Entonces, los dos iniciamos la maniobra de resucitación, hasta que John volvió en sí...
-¡Maravilloso! ¡Te felicito! ¡Yo en tu lugar, me moría ahí mismo! ¡Eres muy valiente, Rita!
-Ellos me dijeron lo mismo... Y lo volvería a hacer, si fuera necesario... Sin embargo, toda la recompensa que recibí por parte de su «mujercita», fue otra escena, peor que la anterior, ¡delante de Brian!
-¡No puede ser!
-¡No te imaginas lo mal que me siento!... ¡Gritó e insultó a voz en cuello, sin importarle nada!... Todo ocurrió hace cuestión de minutos... ¡Estoy muy mal!
-¡Cálmate!...
-¡No puedo!... ¡¡Esto ya es demasiado!!... ¡¡Es lo último que le soporto!!... Tengo ganas de morir...
-Tienes que distraerte... Pensar en otra cosa... y descargar toda esa tensión nerviosa... ¿Recuerdas aquellas noches en el Club Campestre?
-Sí, claro...
-¿Cuando lográbamos entrar, mezcladas con el personal doméstico?... Le habías quitado unos uniformes viejos a tu mamá para eso... Nos pasábamos horas practicando clavados... si la memoria no me falla, los más difíciles, sólo te salían bien cuando descargabas tus nervios en el trampolín... Piénsalo...
-Lo intentaré...
-Tienes toda la noche por delante... ¿qué planes hay para mañana?
-Irán a ver a Cassius Clay... Me quedaré durmiendo, nunca me gustó el box...
-Bien... Entonces, te llamaré mañana.
-De acuerdo.
-No te dejes vencer... ¡y menos, si no eres culpable de nada!
-¡Descuida, no lo haré!
-¡Hasta mañana!
-¡Adiós! – Rita cortó la comunicación – (“Creo que Laura tiene razón... Sólo hay una forma de calmar mis nervios... ¿Dónde quedó mi bikini?... ¡Ya lo vi!... Bien... Fue una suerte que la prensa no estuviese presente esta tarde!... ¡Habría significado un escándalo mayúsculo!... Y mis vacaciones con los Beatles hubiesen terminado en forma automática, además claro, de la enorme cantidad de malas interpretaciones para el caso... ¡En fin! Nada de eso sucedió, pero no me tranquiliza... Vamos ver... Abriré la ventana... No hace frío... ¡Magnífico!... Es un buen momento para bajar... El elevador está vacío... Funciona más rápido con menos peso... No hay nadie... ¡Genial!”) – pensó, mientras se cambiaba el traje de baño, se asomaba a la ventana y finalmente salía de su cuarto.
-¡Genial! – ironizó Brian – Pareces tener el extraño don de arruinar todo lo que tocas.
-¡¿Tú también la defiendes?! ¡No es más que una roba maridos!
-Cynthia... Pasas muy poco tiempo cerca de John, para decir lo que dices. Hoy, por ejemplo...
-¡No sabes de qué hablas!
-Saliste de compras... dejaste a tu hijo... te perdiste sus primeros pasos... cuando regresaste, hiciste una escena por una simple travesura, ¡echaste a perder una cita romántica con tu legítimo esposo, ¡y luego pasaste la tarde leyendo historias baratas, mientras John estuvo a punto de morir ahogado en la piscina!! ¡¡¡¿Sabes una cosa?!!! ¡¡¡Gracias a la niña a quién tu llamaste ladrona de maridos, ¡tu hijo, todavía tiene un padre!!!!
-Yo... No tenía idea...
-¡Ya me di cuenta! Rita cuidó de John toda la tarde. Cuando los encontraste, acababa de servirle la cena. ¿Satisfecha?
-No del todo. Sólo lo estaré cuando haya un océano de distancia, entre mi hombre y ella... – aún enojada, Cynthia salió del lugar.
George no puede conciliar el sueño. Está inquieto. De buena gana iría en busca de Rita, pero la cree dormida y no piensa molestarla. Mira con ansiedad el atado de cigarrillos. Pero no lo toca. La última vez que la niña le sintió aliento a tabaco, le dio tanto asco, que dejó de hablarle por espacio de tres horas. De pronto, el fresco sonido de un chapuzón, lo sorprende.
-(“¡¿Qué fue eso?!”) – mira por la ventana – (“¡¿Quién puede estar tan loco como para arrojarse a la piscina a estas horas?!... ¡Hhhhh!... ¡¡No debí subestimar mi imaginación!!... ¡Princesita!... ¡Hmmm!... ¿Nadando?... Es más de medianoche... ¡Qué extraña coincidencia!... Ella tampoco puede dormir... ¿Le pasará esto todas las noches?... últimamente, no pego un ojo si no es para soñar con ella... ¡Wow!... ¡Fantástica!... Es una clavadista excelente, debería competir... ¡Hermosa!... ¡Ni en sueños imaginé verla así!... ¡Hmmm!... ¡Ese cuerpo brillante!... ¡Y su cabello rubio, totalmente mojado!... ¡Es una sirena, no hay duda!... Aunque demasiado joven... ¡Pero de todos modos, imposible de resistir!... ¡Es un encanto por donde se la mire!... ¡La echaré de menos!... ¡¡Demonios, George!! ¡¡Deja de engañarte a ti mismo!! ¡¡Sabes perfectamente que hagas lo que hagas en el futuro, no podrás vivir sin ella!!... He visto miles de mujeres en mi vida... ¡Pero Rita, ¡es única!!... Aunque busque hasta en el fin del mundo, ¡no encontraré otra igual!...”) – con un nudo en la garganta, tomó dos batas de toalla y bajó las escaleras.
Viendo tu blog pienso que debo compartir esto contigo. El Concurso de Cuento "Algún otro lugar" es un proyecto lleno de amor a la literatura y, por supuesto, a George Harrison. La fecha límite es el 1° de abril de 2011 y las Bases completas se encuentran en el blog: cuentogeorgeharrison.blogspot.com
ResponderEliminarHoy estaré hablando de este proyecto en Radio Ciudadana, en el 660 de AM, pero puede ser escuchado desde cualquier lugar por medio de Internet.
Un placer leerte.