Maggie Mae

16 - HORA DE HACER JUSTICIA POR MANO PROPIA

Febrero 12. Nueva York. 07:00 a.m.

En la habitación de los muchachos, todo está en orden. Final de un día casi rutinario en la vida de cuatro estrellas del espectáculo. Duermen. Rita se ha quedado con ellos a pasar la noche. Madrugadora, se asoma por cada una de las alcobas y los contempla extasiada...

-(“¡Descansan!... Lo tienen bien merecido... ha sido una noche muy agitada... Me dejaron dormir con ellos... ¡Qué gracioso! John tiene la cara casi cubierta por el pelo... George está con la boca abierta... Está a punto de sonar el despertador en la mesa de noche de Paul... necesitan seguir durmiendo un rato más... veré si puedo evitarlo... ¡Justo a tiempo!”) – McCartney abrió los ojos al sentir el calor de la mano de Rita, bajo la suya.

-¿Rita? (“¡Esas manitas tan suaves, sólo pueden ser tuyas, preciosa!”)

-¡Buenos días! – susurró ella - ¡Sigue durmiendo! Aún es temprano...

-¡Hummm!... ¿Qué haces levantada? (“No te queda mal el pijama, pero yo prefiero ver tu ropa interior...”)

-La costumbre del colegio.

-¡Ven acá! Hace frío y estás descalza. (“¡Yo puedo darte todo el calor que necesitas, y más!”)

-¡Gracias! – Rita entró en la cama de Paul - ¿Cómo está tu garganta?

-Relajada... ¿Dormiste cómoda? (“¡No lo creo, no estabas entre mis brazos!”)

-Sí, aunque tuve que pelearme con Ringo, él quería darme su cama...

-Parece que el cansancio pudo más...

-Ya lo creo...

-¿Hay sol afuera?

-Sí, no nieva... lo cual significa que ya no hace tanto frío...

-¡Qué bueno! Porque hoy tenemos doble concierto en el Carnegie Hall...

-¡Vaya!

-¿Lo conoces?

-No.

-¡Entonces, hoy es tu día de suerte!

-¡Es “mi día de suerte”, desde que ustedes llegaron a mi vida!

-¡Dulce! – la abrazó con fuerza. Rita, que a pesar de lo irresistible de la situación, sabía cómo y dónde se establecen los límites, con sumo tacto, los aplicó.

-Será mejor que me levante, antes de que llegue mi mamá, ¡o tendrás problemas!

-¡Cierto!

-¿Desayunamos todos juntos?

-¡Por supuesto!

-Bien... Entonces, despertaré los demás, ¡a mi modo!

-¡Voy contigo! – las miradas cómplices fueron inevitables - ¿el plumero?

-¡El plumero!

-¡Aquí está!

-Sólo necesito una larga y bonita pluma... ¡como ésta!... Ringo… ¿tiene el sueño pesado?

-Algo...

-¡Ya lo sabremos!... ¡Sólo observa y aguarda! – sigilosamente, se acercó al baterista, y con malicia pasó la larga pluma, en la blanca planta del pie que salía fuera de las cobijas...

-¡Hmm! – el pie se encogió, pero Rita, muy divertida, no se rindió... volvió a intentarlo una segunda vez... - ¡Malditos moscos! – gruñía dormido... tercer intento... - ¡Hhhh!... ¡Hhhhhhh!... ¡¡At- chísss!! – la niña corrió a esconderse... lamentablemente, ya era demasiado tarde - ¡¿Con que esas tenemos?!... ¡Ven acá, chiquilla malcriada! ¡Ya verás! – entre Paul y Ringo, comenzaron a hacerle cosquillas. El ruido despertó a John. Naturalmente, malhumorado.

-¡Oigan, ¿qué no puede uno dormir en paz?!... ¡Maggie! ¡Debí imaginarlo!

-¡Buenos días, John! – saludó ella y corrió a abrazarlo.

-(“¡Ojalá me despertaran así todos los días!”) ¿Siempre te las arreglas para que nadie se enfade contigo?

-No siempre... ¡pero la mayoría de las veces, es así!

-¡Ya veo! – en ese momento, ingresó la señora Mae con el carro del desayuno. Rita, valerosamente, contuvo el enojo materno.

-¡Hola, mamá! ¿Te ayudo?

-¡Rita, ¿qué se supone que haces aquí?!

-No se enfade con ella, señora Mae, la trajimos dormida desde el tren... ¡Se ha portado como un Ángel! – John, le cubrió las espaldas.

-¡Hhh! ¡Bien! Comiencen el día con tranquilidad...

-¡Gracias, señora Mae!

-¡Hasta luego! – la madre de Rita se marchó.

-Bien... sólo queda George... ¿me esperan?

-¡Claro!

-¡Y te observamos!

-De acuerdo. – sin hacer el más mínimo ruido, Rita abrió la puerta de la habitación de Harrison. Contempló el panorama: todo estaba tranquilo, pero sabía que en la sala, el desayuno se enfriaba. Puso entonces, manos a la obra: se acercó de puntillas a la cama, y encendió y apagó varias veces, la lámpara de la mesa de noche... George se dio vuelta y se tapó la cara con la almohada... Rita insistió, primero destapándole los pies... y finalmente, quitándole las cobijas...

-¡Rita!... ¡Déjame dormir dos minutos más!

-¡Ya no! ¡El desayuno está servido! ¡No querrás tomarlo frío, ¿verdad?!

-¡Hmmm! ¡Desde luego que no!... Pero con una condición...

-¿Cuál?

-Que me lo traigas a la cama...

-¿Cómo cuando estabas enfermo?

-Igual...

-¡Hmm!... Lo pensaré...

-Mientras tanto... ¡Hhhhhh!... Seguiré durmiendo...

-¡Humf!... ¡Ya levántate!... – se subió a la cama y le quitó las almohadas y las sábanas - ¡Vamos!... ¡Ya! – lo sacudió repetidas veces, hasta que lo convenció.

-¡O. K.! ¡O. K.!... ¡De acuerdo!... ¡Ya voy!... Espérame afuera...

-Bien... ¡Pero no te vuelvas a dormir!

-¡Descuida, ya me visto! – Rita se reunió con los demás, que ya estaban desayunando.

-¿Sigue dormido? – preguntó Paul.

-Se está vistiendo... ¿Queda algo?

-Sí, claro... – respondió John – Siéntate aquí.

-Gracias... ¡Hey!... ¿Leyeron esto? – exclamó Rita, con el periódico en las manos - ¡Es genial!

-¿De qué se trata? – preguntó Paul.

-Es una oferta de la tienda de discos, que está camino a la escuela: ¡Ofrecen el corte de cabello “Beatle”, ¡con la compra de cualquiera de sus discos!!

-¡Qué locos! – comentó George, sentándose junto a ella.

-¡Qué manía! – confirmó Ringo – Rita... Rita... ¡Linda, ¿qué te sucede?! Te ves triste...

-Nada demasiado importante... o sí... Pensaba en mi amiga Laura... hoy afortunadamente, no hay clases, pero la semana tiene cinco días hábiles...

-¿Sucedió algo que debamos saber? – preguntó Paul, aunque se imaginaba por completo lo que seguía.

-Esas tres chicas que le robaron los boletos, no tardarán en volver a molestarla... especialmente ahora que yo no estoy con ella... No sabe defenderse...

-¿Temes que se meta en problemas?

-Temo que en un ataque de rabia, diga algo que los comprometa... o tal vez, por no creerle, le peguen o algo por el estilo... sé de lo que son capaces...

-¡Hmmm! ¡Es un poco incómoda su situación!

-¡Ya lo creo! Sobre todo, humillante... antes de que volviéramos a entrar al estadio, nos cruzamos con esas chicas... Se volvieron a burlar de nosotras, y para aumentar el sufrimiento de Laura, se fueron restregándonos en la cara los mismos boletos que horas antes le habían robado...

-¿Por qué las tratan así? – preguntó George, tomándola de la cintura, pero su intento de calmarla fue inútil.

-No parece haber una justificación... nunca les caímos bien... siempre tuvieron problemas de conducta... son esa clase de personas que no saben divertirse sin fastidiar a los demás. Necesitan humillar a alguien para, de alguna manera, sentirse superiores... Y se ponen peor con las alumnas nuevas... eso fue lo que pasó cuando Laura ingresó... de hecho, nos hicimos amigas porque yo la defendí en un recreo... Fue una “pelea”, por unos libros que ella había comprado esa mañana. Irene y Rose, se los habían quitado y lógicamente, Laura quería recuperarlos, les habían costado un sacrificio económico muy grande... La hermana Alexia nos separó y yo me puse del lado de Laura... Por supuesto Irene y Rose, fueron suspendidas por una semana... Desde ese día no nos pueden ver, ni en un retrato... A mí suelen respetarme un poco más, pero a la pobre Laura le han transformado la vida en un infierno... Hemos llegado al extremo de tener que hacernos acompañar a su casa por un oficial de la Policía... Eso pasó el día en que fui con ella de compras, y consiguió uno de sus discos... Trabaja muy duro para poder darse los gustos... Ellas, en cambio, son niñas ricas, ¡hacen lo que les da la gana!

-¡Mujeres! – suspiró Ringo – Linda, no te preocupes, seguramente tu amiga mañana no irá al colegio. Y antes de que se reincorpore, habremos hecho algo por ella... – el baterista cruzó una mirada con sus compañeros, e intercambiaron gestos afirmativos y sonrisas de complicidad. Rita trataba de imaginar lo que le esperaba, pero ese día, se vería nuevamente superada por la realidad.

-Llámala. – ordenó Paul.

-Dile... que la recogerás en su casa... y la llevarás... al espectáculo de esta noche... – dijo John, levantándose de la mesa.

-Las ubicaremos cerca de las cámaras, y saldremos a saludar, firmar autógrafos y esas cosas... – continuó George.

-Así, seguramente sus compañeras de clase las verán con nosotros, ¡por TV! ¿Qué te parece? – concluyó Ringo.

-¡¿De verdad harían eso por nosotras?!

-Si es la única forma de que las respeten...

-¡Haremos eso y mucho más! – John abrió una de las cómodas – Esto es para ti... ¡Tu mamá, no tuvo valor para negarse!

-¡Un boleto de avión!

-¡Vendrás de vacaciones con nosotros a Miami!

-¡Oh Dios!... ¡Esto es demasiado!... ¡No puedo aceptarlo!

-¡No nos iremos sin ti! – protestó Paul.

-¡Y es nuestra última palabra! – confirmó George.

-Si no vienes... – Ringo se puso de pie y se le acercó. La niña los miraba con el corazón en la boca, y los ojos llenos de lágrimas.

-¡Te secuestramos! – concluyó George, hablando a escasos diez centímetros de su cara. Las emociones de Rita, se estaban mezclando peligrosamente.

-¡B-bueno!... Si venimos en esos términos... lo mejor es no contradecirlos... ¡iré! – los abrazó uno a uno.

-¡Sí! – exclamó George.

-Bien... Creo que iré a casa a hacer las maletas y a llamar a Laura.

-¡Mamá, déjame dormir!...

-¡Es hora de que te levantes!

-¡Estoy cansada! ¡Por favor, tengo mucho sueño!... Además hace frío y me duele la garganta... hoy hay otro concierto y quiero descansar para ir con las otras chicas a esperar a los Beatles en la puerta del hotel...

-¡No quiero que faltes al colegio luego, por cualquier niñería!

-Si hubieras venido conmigo, lo comprenderías... Además... ¡El vuelo fue terrible!

-Está bien, Laura... Aunque creo que hay algo más...

-Sí, lo hay...

-¿Quieres contarme?

-¡Hhhh!... Fueron ellas de nuevo... las tres insoportables de siempre.

-¿Qué pasó con ellas?

-Me atacaron y me robaron los boletos... de no haber sido por Rita, ¡jamás hubiera conocido a los Beatles!

-¡Esas muchachas, no saben lo que es la disciplina!

-Siempre hacen lo mismo... Siempre quieren echar por la borda, todo lo que consigo con esfuerzo... los libros... los discos... la ropa... ¡todo!

-¡Pero, sin embargo has logrado mucho más de lo que ellas quisieran!

-Bueno, eso sí... Pero me sirve de muy poco sin pruebas... y si les llevo los autógrafos, ¡te aseguro que me los quitarán y se los apropiarán!... ¡Todo el esfuerzo de Rita ha sido completamente inútil!... Si me ven en el colegio, no harán otra cosa que burlarse y agredirme... ¡En la mismísima puerta del estadio, las dos pasaron delante nuestro, ¡y me restregaron los boletos del concierto en la cara!! ¡¡Los mismos boletos que me habían robado tres horas antes!!

-¡¡Por Dios!! – madre e hija permanecieron abrazadas hasta que sonó el teléfono.

-¿Hola?

-¡Rita! ¿Ya llegaste?

-Sí, anoche... ¿Estás llorando?

-Un poco... Ya se me pasará, no te preocupes, estaré bien.

-¿Has hablado con tus padres?

-Sí, le conté a mamá lo que sucedió antes del show, y entendió perfectamente mis razones.

-¡Qué bueno!

-¿Recién te levantas?

-¡No! En realidad, me quedé a dormir en la suite con los muchachos.

-¡¡Y lo dices tan tranquila!! ¡Yo en tu lugar, ¡me sentiría morir!! ¡¡Eso es lo máximo!!

-Es que estoy todo el tiempo como viviendo en una nube... ¡No sé cómo voy a hacer para aterrizar cuando se marchen!

-Si es que te sirven de algo, ¡procuraré reunir todos los almohadones que hicimos juntas!

-¡Já, já, já, já! ¡Es buena idea!

-¿Qué vas a hacer hoy en la noche?

-Pues... Iré en un auto a buscarte a tu casa... ¡¡Y las dos, no iremos al Carnegie Hall!!

-¡¡¿Bromeas?!!

-¡No, ¿cómo crees?!

-¡¿Es en serio?!

-¡Claro!

-¡¡Gracias!!

-¡Agradéceselo a ellos, fueron los de la idea!

-¡¡Genial!!

-¿Tendrás el permiso de tus padres?

-¡Claro que sí!

-Bien. Te recogeré a las seis, ¡en punto!

-¡De acuerdo!

-¡Adiós! ¡Cuídate! – Rita cortó la comunicación, y se dispuso a terminar de ordenar su equipaje – (“¡Uf! ¡Al fin!... Veamos... creo que no me hará falta nada más... el cepillo de dientes, está... la cámara tiene película de sobra... el vestido rojo... el bikini nuevo... ¡ese no debe verlo mamá, así que cerraré la maleta antes de que ella venga!... ¡Excelente!... ¡Hhhh!... ¡No lo puedo creer!... ¡Me llevarán con ellos!... ¡Es maravilloso!... Hace una semana, ni siquiera lo habría soñado!... y creo que lo mejor de todo aún está lejos de llegar... Miami... ¡George!...”) – se dejó caer sobre la cama y tomó una de las fotos que acababa de revelar – (“¡Nada mal!...¡Esa sonrisa de John, ¡es una delicia!!... No necesita ningún retoque...”)

-Oigan... me parece que tendremos que darle unos retoques a la rutina de esta noche... – comentó John.

-Sí, ya... A ver... – Paul tomó la lista y la leyó detenidamente – Habrá que cuidar las armonías... la acústica del lugar, podría jugarnos una mala pasada...

-Necesitamos al menos una hora para vocalizar. – afirmó George.

-¡Otra vez esos horrendos ejercicios de técnica vocal!... – se quejó Ringo - ¡Me aburren!... Si al menos las fans no gritaran tanto, valdría la pena todo ese fastidio de respirar, entonar, corregir... ¡Ni si quiera, se toman la molestia de callar y escuchar!...

-¡En fin, Ringo! – suspiró Paul - ¡Hay que hacerlo!

-¡O. K.! ¡Hagámoslo!

-(“¡O. K.!... Guardaré esto por aquí... Ya terminé de arreglarme... Ahora, sólo me resta esperar a que llegue la hora de salir... ¡y ya todo mundo sabe lo impaciente que soy!... Además de que la espera, me da muchísimo hambre... Se me antojan unas hamburguesas, pero moverme de aquí, es absolutamente imposible... las fans lo ocupan todo... No las culpo, ¡yo haría exactamente lo mismo!... las noticias hablan de ellos ya como un fenómeno musical... 76 millones de personas los han visto por TV... ¡pero nadie hizo lo que yo!... ¡Jijí!... ¡Los tengo en un puño!... ¡Qué bien, qué bien!... ¡Los cuatro, ¡para mí sola!!... ¡Hhhhhh!... ¡Maravilloso!... ¡Decididamente, ¡genial!!... Espero que todo esto no quede en el olvido, cuando regresen a Londres...”)

-¡Hhhhh!

-¡¿Y ese suspiro, George?! – preguntó Ringo.

-¡¿Necesitas adivinar?!

-¡Rita!

-Creo que va a ser alguien difícil de olvidar...

-Pienso lo mismo... Aunque me parece que tú vas por más...

-¿A qué te refieres?

-A que es evidente que te sucede algo con ella. Tu cuerpo no te obedece, y eso en nuestra situación, teniendo en cuenta su edad, nos compromete...

-Ya en Londres, te advertí que me iba a enamorar, Ringo.

-Cierto... ¿Qué pasará cuando regresemos?

-No podré quitármela de la cabeza...

-Mi consejo es que no pierdas el contacto con Rita. No podrás encontrar otra como ella.

-Tal vez tengas razón... ¡Pero es tan pequeña!...

-Algún día crecerá... ¡y para entonces, habrás dejado de ser su ídolo y la perderás para siempre!

-¡HHhhhh! ¡No quiero ni pensarlo!... ¿Qué puedo hacer?

-Deja que se aferre a ti, es la única forma de que ella no pueda olvidarte... Vuélvete imprescindible.

-Lo intentaré...

-¿Qué intentarás? – preguntó Rita, ingresando.

-¡Que esta noche, te diviertas como nunca! – exclamó Harrison, mientras le ponía cariñosamente, el índice en la punta de la nariz.

-¡¿Todavía más?!

-Te aseguro que comparados con éstos, los conciertos anteriores, ¡te resultarán canciones de cuna!

-¡Wow!

-Rita, ya podemos ir por Laura. – intervino Brian.

-¡O. K.! ¡Yo los guío! – la niña acompañó al manager a la casa de su amiga.

-¡Rita!

-¡Laura!

-¡Por fin!... ¿No te siguieron?

-No. Es la ventaja de que Brian, no sea una cara conocida... ¿Lista?

-¡Lista!

-Chicas, lamento informarles que no viajarán en el asiento de atrás...

-¿Cajuela?

-¡Cajuela!

-¡¡Genial!! – las niñas, acostumbradas a este tipo de travesuras, aceptaron.

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