Maggie Mae
35 - ÚLTIMA NOCHE
10:00 p.m.
Nervios. Agitación. Y esos zapatos, que parecen no combinar muy bien con el vestido. Ansiedad. Los mira, y no termina de conformarse... No son feos, ni le van demasiado apretados, sólo no lucen como a ella le agradaría. Golpean la puerta.
-¿Quién es?
-¡Rita!
-¡Pasa!
-¡Gracias!
-¿Cómo te sientes?
-¿La verdad? ¡Horrible! ¡Quiero que la tierra me trague!
-¡Ya cálmate!
-¡No puedo!... ¡Siento que voy a extrañarlos por el resto de mi vida!
-¡Te comprendo! ¡Has vivido muchas cosas con ellos, en muy poco tiempo!... Bien... Estoy casi lista... pero...
-¿Qué?
-Los zapatos...
-¿No te gustan?
-Sí, pero... es todo muy...
-¿Monótono?
-Podríamos llamarlo así...
-Yo pensaba lo mismo... espera... Mira... ¡Hmmm!... Sí... – se para junto a Laura y toma el borde de su falda, para acercarla a su propio calzado, haciendo lo mismo con su vestido y los zapatos de su amiga - ¿Qué te parece si...?
-¿... intercambiamos zapatos?
-¡Exacto!
-¡Buena idea! – como lo piensan, lo hacen. Ya es hora de comenzar la fiesta. Se adelantan treinta minutos a los muchachos, para no ser descubiertas. Brian las está esperando en la puerta del salón.
-¿Listas?
-¡Como siempre! – responde Rita.
-¡Claro! – la secunda Laura.
-Pasen... ¿Les gusta la decoración?
-¡Magnífico!... ¿Qué escondes detrás de ese cortinado?
-Una ocurrencia, para el final de la fiesta... si es que queda alguien en pie...
-¡Genial!
Nueva York
-¡Genial! – ironizó la señora Mae - ¡¿Así que tu querida sobrinita, terminó corriéndote, para poder ir a revolcarse con esos cuatro?!
-¡Oh, Marge! ¡Por favor! ¡No dramatices! ¡Tampoco es para tanto! Simplemente, no me necesitaba... Sólo me invitó un par de días...
-¡Sí, claro! ¡Por supuesto!
-¡Créeme, fue así como se dieron las cosas!
-¡Ya! ¡Déjalo así!... ¿Cuándo regresa?
-Mañana.
-¿Pasará por casa o irá directo al colegio?
-Ninguna de las dos. Vendrá con su amiga Laura, en la furgoneta de la florería... estará cansada, el viaje es largo por la carretera... es muy probable que lleguen dormidas. Se quedará a pasar la noche en casa de Laura.
-Bien. Alex, he decidido volver a colocarla pupila...
-¡¿Pupila?! ¡¿Por qué?!
-Porque no podré tenerla bajo control, con tanto trabajo aquí.
-¿Qué hay de tu casa? ¿Quien se hará cargo de todo? Rita lo hacía, si es que no me falla la memoria...
-Ya veré cómo me las arreglo...
-Piénsalo bien. No es fácil mantener al día la mensualidad de ese colegio... Y Rita, no podrá trabajar para pagarlo, si está allí dentro... Por otro lado, las becas sólo son para las niñas huérfanas...
-¡Oh, Cielos! No lo había pensado... Lo hablaré con la directora espiritual de la niña... Pero lo conseguiré, ya lo verás.
Miami. 10:30 p.m.
-Lo conseguiré, ¡ya lo verás! – asegura George.
-Si tú lo dices... – responde Ringo, cerrando la puerta de su cuarto.
-¡Por supuesto que sí!
-Te tienes fe...
-Tengo mucha seguridad... ¡Además, por lo que me ha dicho su tío, ella está tan enamorada de mí, como yo de ella!... Y lo veo en sus ojos...
-Yo también lo he notado... ¡eres muy afortunado!
-Pero, ¡la voy a echar tanto de menos!
-Deberíamos procurar regresar este mismo año.
-Tendremos que convencer a Brian.
-De acuerdo, niñas... ¡Me convencieron! ¡Volveremos este mismo año!
-¡Gracias! – las dos chicas lo abrazan. El reloj marca la hora señalada. Las luces se encienden. Rita y Laura toman su lugar. Los camareros abren las puertas. Las miradas son más que elocuentes... John no puede contener las lágrimas. Paul abre los ojos en forma desmesurada. George no da crédito a lo que está viendo. Ringo se paraliza de asombro. Nunca las han visto tan bellas. Ni siquiera en su imaginación. La emoción generalizada, magnifica el acontecimiento. A pesar de eso, las complicidades ocupan su lugar. Cuando terminan de reaccionar, finalmente, se acercan a saludar a sus amigas. John toma de las manos a Rita, con los ojos enrojecidos.
-¡Gracias! – es todo lo que puede decir. Paul la abraza con fuerza.
-¡Va a ser imposible no cantar para ti desde ahora!
-¡Qué privilegio!
George casi no puede contenerse. También la abraza largamente. Se miran a los ojos. No quieren soltarse... Harrison le rodea a Rita la cara con ambas manos. Sus frentes se juntan. Ella no puede hablar, tampoco dejar de mirarlo... Los demás no paran de intercambiar gestos y miradas. La joven advierte lo que acontece a su alrededor. La escena está llamando mucho la atención. Demasiado. Lo más amablemente que puede, aparta su rostro.
-¡Te voy a extrañar! – susurra al fin.
-¡Lo sé!
Ringo aprovecha la situación para terminar de cubrir a su amigo.
-¡Rita!... ¡Siempre vas a estar con nosotros! – la abraza, casi alzándola. A todo esto, Laura, luego de una imperceptible señal mutua, saluda a George y éste, desliza su sobre bajo la capa de la muchacha para colocarlo dentro del pequeño bolso de mano.
Nueva York. Colegio San Francisco.
-¡¿Quien puede ser a estas horas?! – protesta la hermana portera, yendo a atender a alguien que golpea las puertas en forma demasiado insistente - ¡Ya, va, ya va!
-¡¡Hermana Alexia, ¿es usted?!!
-¡No, un momento! ¿Quién es?
-¡Margaret Mae! ¡La madre de Rita!
-¡Oh, sí! ¡Un Momento! (“Otra vez esta mujer!... ¡Encerró a su hija en casa, para que no la vieran los Beatles, y no pudo evitar que se la llevaran con ellos!... ¡Ahora, estará aterrada de que no se la devuelvan embarazada!... ¡Seguro, querrá ponerla a pupila!... ¡Sí conoceré a esta clase de gente!... En el fondo, son sumamente egoístas...”) ¡Buenas noches, señora Mae! ¡En seguida voy por Sor Alexia!
-¡Gracias! (“¡Tengo que convencerla!... Rita debe quedarse aquí, y en lo posible, hacerse monja... ¡Sólo espero que no regrese embarazada!... ¡Sería una auténtica pesadilla!... Aunque tendría su lado positivo... Habría que casarla bien... Dejaría de usar esas escandalosas minifaldas, ¡sería una señora!... Y engordaría... unas cuantas docenas de libras...”) – pensaba la madre de Rita.
-¿Sor Alexia?
-¡Sí, hermana, ¿qué sucede?!
-Es la señora Mae... la aguarda en la recepción...
-¡Cielos! ¡Otra vez ella! ¡Es que, ¿no sabe la hora que es?!
-¿Le digo que no puede atenderla?
-¡Por supuesto que no! La última vez que alguien hizo eso, provocó que la señora regresara en dos horas, con la policía...
-¡Dios mío!
-¡Esta mujer es una caja de sorpresas!... Veré qué quiere... puede retirarse...
-Bien...
-(“¡Señor!... ¡¿Con qué se saldrá esta vez?!... De cualquier forma, diga lo que diga, antes de hacer una locura, me comunicaré con Rita para ponerla al tanto de la situación... Años atrás, tuvimos un caso similar... yo misma protegí a la niña de los golpes de su madre... la alojé en mi dormitorio... en los días de semana, la acompañaba a casa de sus amigas para que estudiara... me sancionaron y me trasladaron desde Roma hasta aquí por eso... ¡pero no me arrepiento!... mi alumna, luego pudo casarse como Dios manda, y hoy es una excelente esposa y madre, que viene a verme al menos una vez al año... bien... allí está Mrs. Mae, y parece tan desesperada como lo había imaginado... “) ¡Señora Mae! ¡Qué sorpresa!... ¿Ocurre algo? ¿Cómo está Rita?
-Por ahora, nada grave... Sin embargo, me preocupa mi hija... ¿Podemos hablar en privado?
-(“¡Aquí vamos!... Recuerdo haber dejado una grabadora portátil en el escritorio de
Miami...
-Pasen por aquí, por favor, ¡la cena está servida! – anuncia el Maitrè. Toman asiento. George estrecha la mano de Rita por debajo de la mesa. Laura sonrie por lo bajo. Piensa en el modo de entregar ese mensaje, que guarda celosamente.
-(“Por fortuna, regresaremos juntas a Nueva York... Mi hermana ya debe estar en camino. ¡Qué bueno que le guste tanto conducir!... Rita debería quedarse en casa al menos un día entero... Incluso, sería bueno que las dos nos reincorporemos a la escuela el mismo día... no quiero dejarla sola... Seguramente, ya su madre está planeando la forma de castigarla...”)
Nueva York
-Tome asiento por favor, Señora Mae... – Sor Alexia se instala en el escritorio de
-Sé que ya es un poco tarde, pero, en consideración al afecto que mi niña le tiene... quisiera que usted hiciera algo por ella...
-Será un placer ayudarla...
-¡Excelente!... Rita se reincorporará a clases esta semana...
-¡Esa es una muy buena noticia!
-¡Lo sé!
-¿Cómo ha estado ella?
-Supongo que bien... Aunque... ciertamente, no confío en las personas de las que se rodeó...
-(“Bien... parece que va a ir directo al tema... no lo había notado antes, pero su aliento apesta a bebida alcohólica... esto no va a gustarle a Rita cuando regrese...”) ¿Se refiere a los Beatles?
-(“¡Cerdos!”) Precisamente... usted sabe, ¡son artistas!
-Comprendo.
-Me preocupa mi hija... ¡es todavía una niña! (“¡Tan odiosa, como resbalosa!”)... y me temo... que no la traten como tal... la... están acostumbrando... a las riquezas... y a la lujuria... ¡Y ella es tan inocente!
-(“Viven en uno de los hoteles más caros de la ciudad, desde pequeña ha visto lujo, riquezas y materialismo... pero lo de la lujuria es dudoso... no se atrevería a traer a Ringo a este lugar, para profanarlo de ese modo... yo la estoy educando y conozco su pensamiento al respecto, mejor que usted, señora Mae...”) ¿Lo ha visto usted misma?
-Le han obsequiado joyas... y ropa mundana e indecente... ¡Y ella, las luce como si fueran el uniforme del colegio! (“¡Debo lograr que ella misma me aconseje internarla!”)
-¡Hmmm!... (“Intentaré desenmascararla...”) ¡Y usted, ¿le permitió irse sola de vacaciones con ellos?!
-(“¡No creí que fuese a preguntarme eso!”) ¡¡No, no, claro que no!! ¡Estuvo al cuidado de su tío Alexander!... ¡Pero estoy muy preocupada! ¡Usted me entiende, ¿verdad?!
-¡Por supuesto! Pero no termina de plantearme del todo ese... favor para con ella.
-Quiero volver a colocarla pupila, en el internado... y de ser posible... también... en el noviciado.
-(“¡Dios, lo que supuse!... Pero no creí que fuera capaz de tanto...”) Sí... tiene usted razón en cuanto a lo que me dijo al principio... es un poco tarde... tal vez haya una vacante... pero eso será recién el próximo semestre, luego de las graduaciones...
-¡Por favor, Sor Alexia!... Es muy importante para mí... Me tranquilizaría mucho tener a mi niña bajo su cuidado... ella estaría más segura aquí que en casa... bien sabe que yo trabajo todo el día... no puedo resguardarla de las malas compañías... así estaría... a salvo al menos... hasta que... con el tiempo... pueda casarse como Dios manda... o quizás... ser una más de las monjas de este convento... después de todo, ¡ella ama este lugar!
-(“¡Y también ama a los Beatles!... Cuanto antes escuche esta cinta, mejor... No le resultará agradable saber que su madre ha vuelto a beber... confío en que sepa cómo actuar... su futuro depende ahora de ella misma, más que de nosotras...”) Veré qué puedo hacer...
-¡Se lo ruego, Sor Alexia!... ¡Hable con
-No puedo prometerle nada, por el momento... Al menos, hasta que se produzca una vacante... Pero haré lo posible... Además, Rita siempre ha sido mi alumna predilecta y usted lo sabe! (“Hay que proteger a esa niña... de su propia madre...”)
-¡Le estaré eternamente agradecida!
Miami...
-En verdad, tanto Laura como yo, les estaremos eternamente agradecidas por todo lo que hicieron por nosotras... – dice Rita, con los ojos nublados por las lágrimas – Nunca imaginamos que viviríamos una experiencia tan maravillosa... La verdad es que sólo esperábamos... una foto... un autógrafo y esas cosas... ¡pero nunca, ¡nunca el inicio de una amistad así!! Nos han tratado como reinas en todo momento...
-Sin contar, - continúa Laura – con que gracias a su generosidad, ahora en la escuela nos respetan y hasta las que nos odiaban se han acercado a disculparse, y quieren ser nuestras amigas...
-Cierto... en definitiva, en unos cuantos días, ¡nos han cambiado la vida!
-Niñas, – interrumpe Brian – no tienen nada que agradecer. También ustedes han hecho mucho por nosotros... Nos recordaron que somos humanos y podemos cometer errores... Y han significado un cambio importante en la vida de la banda, aunque no lo crean... Les han permitido a los muchachos, recuperar parte de su adolescencia perdida... y tú, Rita, ¡has logrado que los Beatles sigan siendo cuatro, salvando a John!... Eso es algo que no tiene precio... Y sólo sabemos agradecerlo de una única forma, ¿verdad Beatles? – a esta pregunta, los cuatro de Liverpool se miran entre sí, intercambiando sonrisas de complicidad. Epstein chasquea los dedos. Los camareros corren el misterioso cortinado, por el que Rita ha mostrado tanto interés. Detrás de él, hay un escenario completo. No falta un solo instrumento. Las chicas tendrán su propio concierto privado. Se han quedado paralizadas de la emoción. Los muchachos se ubican en el plató. Brian conduce a las incrédulas jóvenes hacia el mismo lugar.
-¡Esto es demasiado! – suspira Rita.
-¡Me muero! – Laura casi se desmaya. John y George se miran y sonrien. Paul da un paso hacia su micrófono.
-¡1, 2, 3, 4! – inicia el concierto con «I saw her standing there». Las niñas, sentadas en el borde del escenario, acompañan con sus palmas el ritmo de la música... John asume la primera voz en «Twist and shout», luego dan lugar a Ringo en «Boys» y a George en «Chains». Nuevamente John toma el primer lugar con «It won’t be long»; sigue Paul, con «All my loving»; George, con «Roll Over Beethoven»; Ringo, con «I wanna be your man»… y los duos… John y Paul, con «I want to hold your hand»; George y John, con «You really got a hold on me»… las baladas a cargo primero de John, «Anna», «Baby it’s you»; después de Paul «A taste of Honey», «Till there was you», para cerrar con «Thank you girl», «She loves you», «Please, please me» y «Love me do». La música desplaza a la tristeza y por el transcurso de poco más de una hora, todos se olvidan de la despedida.
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