Maggie Mae
29 - ARRIESGANDO
Febrero 18. 12:15 a.m.
Salta. Una y otra vez. En cada oportunidad, aumenta la dificultad y belleza de sus clavados. Es una experta. Medalla de Oro en la escuela. Llora. Sus lágrimas se mezclan con el agua, pero ella percibe perfectamente, el calor de su propio llanto. Cree que no hay consuelo suficiente para su dolor. Trata de no pensar, pero le resulta imposible. La temperatura de su cuerpo comienza a bajar. No le importa, continúa. Su técnica no la satisface. Busca algo más difícil. Pero no logra parar de llorar. Se dirige hacia el control de la altura del trampolín. Lo eleva al máximo. Se apoya temblorosa sobre la escalerilla. Aún no ha visto a George, quien la observa con arrobo desde un oscuro rincón. Rita sabe que pone en peligro su propia vida, al intentar saltar desde semejante altitud con tan poca luz. Siente que ya no le importa nada. Nadie parece permitirse el lujo de comprender la difícil situación personal por la que está pasando. Guarda muchos más secretos de los que está capacitada para comprender y aceptar. Sube los peldaños. Respira hondo. Toma impulso y ejecuta el clavado... Impecable. Cualquiera diría que los ángeles la protegen. Algo brilla en medio de esa noche amarga.
-(“¿Hay alguien observándome?... Parece que así es, y va a quedarse mirando... ¡esa sombra!... ¡Es George!... ¡Podría distinguirlo entre mil!... Pero, ¿qué hace aquí?... Quizás me vio desde la ventana de su cuarto... Bien... ¡entonces, le daré un espectáculo que pueda guardar de recuerdo...”) – sale nuevamente de la piscina y regresa al trampolín. Se coloca de espaldas. George se acerca para verla mejor. La joven arquea su cuerpo hacia atrás, y ejecuta una serie de ejercicios, transformando el trampolín, en una viga de equilibrio. Al fin parece que va a bajar por la escalera, pero gira sobre sus talones, toma carrera y salta. Un clavado perfecto. Lentamente, Rita sale del agua, temblando y se sienta en el borde de la alberca. Está agotada. Ya no tiene fuerzas para nada. Si continúa en ese estado corre el riesgo de caer al agua y ahogarse. Es el momento oportuno. George se acerca, y con la bata le cubre la espalda.
-¡Princesita, vas a congelarte como sigas así!
-¡No me importa!
-(“¡Oh, no! ¡Ahora, ¿qué?!”) ¡Estás temblando como una hoja! ¡Te vas a enfermar! ¡¡Ven acá, ¡y ya basta de caprichos, ¿me oyes?!!! – Rita lo mira sorprendida. Es la primera vez que uno de ellos la reprende con severidad. Obedece. Los dos se dirigen al bar. Rita no se tiene en pie. El cantinero, a punto de cerrar para irse a dormir, los recibe con sorpresa.
-¡Pero, ¿qué sucede aquí?! – pregunta, algo asustado. Sale de la barra y va por una toalla bien seca. George trae a la niña en sus brazos.
-Estará bien...
-¿Seguro?
-Sí, sólo tiembla, porque pasó demasiado tiempo en el agua. Tráigale un té caliente, bien dulce.
-¡De inmediato! – el hombre se ocupa de cumplir la orden de Harrison. Rita sigue temblando. George la abriga con su cuerpo.
-¡No quiero que vuelvas a hacer este tipo de cosas! (“¡Si algo te sucede por mi culpa, no me lo perdonaré jamás!”)
-¡Lo siento! ¡Pero era esto... o enloquecer!... ¡No quiero perderlos!... ¡Por nada del mundo! – Harrison vuelve a abrazarla con fuerza, y sin poder evitarlo, le besa los cabellos.
-¡Eso no sucederá, linda, lo prometo! (“¡Muero si no te tengo cerca, preciosa!”)
-¡¿Lo juras?!
-¡Lo juro!... Ahora tienes que beber tu té... ¡Antes de que se enfríe! (“¡¿Qué te está sucediendo George?!... ¡Ni siquiera sientes tu cuerpo cuando la tocas!... no puedes oír lo que le dices, de tan fuerte que te palpita el corazón... vas a perder el control, si no te fijas en lo que haces...”)
-¡Está bien!
-¡Está bien, John! Aceptaré tu explicación, pero no quiero volver a ver a esa niña cerca de ti, ni de nuestro hijo. (“¡¡¡¿Cuándo demonios se terminará esta maldita gira?!!!”)
-¡No puedes pedirme eso! ¡Maggie es nuestra amiga! No voy a comportarme como un grosero delante de ella. Recuerda que después de todo, soy yo quien le debe la vida, a pesar tuyo.
-¡De acuerdo! Pero ni la mires delante de mi vista...
-¡Como quieras! ¡Pero mañana mismo irás a disculparte con ella!
-¡Lo haré, aunque a disgusto!
-¡Lo harás o quedarás ante todo el mundo como una persona egoísta, tonta, y por demás inmadura! ¡Demasiado inmadura para ya ser esposa y madre! ¡Ahora duérmete!
-¡Ahora duérmete! ¡Ya es muy tarde, linda!
-¡Hmmm!... ¡Y estoy cansada!
-¡Ni que lo digas!
-¡Hasta mañana, George!
-¡Hasta mañana, preciosa! – muriendo de ganas de robarle un beso, Harrison cierra la puerta del cuarto de Rita tras de sí. Su resistencia emocional ha iniciado ya la cuenta regresiva.
12:30 p.m.
Mediodía. Los muchachos, hace tiempo que se fueron a ver el entrenamiento del famoso boxeador. Demasiada tranquilidad en todo el hotel. Aburre...
Rita, desde la cama, luego de desayunar, atiende por teléfono a su amiga Laura.
-¿Recién te levantas?
-Todavía no lo hago...
-¡Hey! ¡Dormilona! ¡Ya pasó el mediodía!
-Lo sé...
-¿Estás sola?
-Completamente. Tío Al se fue con ellos.
-Bien. Aguarda un momento. Iré por una silla...
-De acuerdo...
-¡Listo!... Cuéntame, ¡¿qué pasa con George?!
-¡Hhhh!... ¡No lo sé!... ¡Creo que estamos enamorados!
-¡Rita, ¡eso es genial!!
-Para ti que lo ves desde afuera, tal vez... ¡Cuando pienso en que sólo tengo tres días para estar con él, ¡te juro que me siento morir!!
-¡Te comprendo! Pero debes aceptar que nada de esto será para siempre, ¡ellos son artistas! Te las verás en figurillas para retenerlo...
-Es hermoso y horrible a la vez... una mezcla muy extraña de sensaciones.
-¿Pasaste bien la noche?
-George me salvó de morir de hipotermia...
-¡Eres una máquina de buscar problemas! Dime cómo pasó.
-Bajé a practicar clavados, como me dijiste...
-Sí...
-Estuve saltando durante horas... En un momento, George apareció en la oscuridad, pude ver su sombra desde la piscina.
-¿Entonces?
-Quise hacer algo para impresionarlo... ¿Recuerdas la rutina que los jueces declararon ilegal por lo peligrosa?
-¡Cielos, Rita! ¡Tienes que estar completamente loca para hacer semejante cosa, ¡a oscuras!! ¡¡Es una maniobra demasiado arriesgada!! ¡¡Te pudiste haber matado en el intento!!
-¡Pero lo hice, y ya!
-¡Hhhh! ¡Dios mío!
-Salté finalmente... luego me quedé en el borde de la alberca.
-¡Puedo imaginar tu estado!
-No me importaba en absoluto.
-¡No tienes remedio!
-¡Ya lo sé!
-Sígueme contando.
-Bien. Casi enseguida se me acercó George y puso una bata sobre mis hombros... ¡Me regañó y me llevó en brazos hacia el bar!
-¡Vaya!
-¡¿Puedes creerlo?! ¡Me regañó! ¡Es el primero que se atreve a hacer algo así!
-Eso es más que un buen síntoma, Rita... Significa que te quiere bien.
-Y que es buena persona...
-Debió asustarse mucho, ¿verdad?
-¡Se aterró!
-Apostaría mi cabeza, a que en este momento está odiando a Cynthia, más que todas las fans de John.
-¡Ganarías!
-¡Lo sé! ¿Le contaste lo que había ocurrido?
-No, pero se lo imagina... Además a estas horas, seguro que John, debe haberle dicho algo...
-¿Extrañas a Maggie? – preguntó Lennon.
-No sólo la extraño...
-¿Algo más?
-Me sigue preocupando su estado emocional... No sé qué le pasó anoche...
-¡¿Anoche?!... ¡Hhhh! ¡Cielos!... Lo siento, debí decírtelo antes...
-¡Ya me imagino!... ¡Cynthia!
-Ella de nuevo... Apareció en mi cuarto cuando Maggie me servía la cena en la cama... ¡obviamente, no estaba al corriente de lo que me había pasado!... ¡Te aseguro, ¡que sentí vergüenza ajena!!... ¡¡La trató como a una perra!!... ¡¡¡Después de que me salvó la vida!!!
-Divórciate...
-Lo haría si Julian no fuera tan pequeño y vulnerable...
-No te importará, cuando veas que continúa lastimando gente...
-En eso tienes razón.
-En eso tienes razón... Se ve que son muy confidentes...
-Ya lo creo.
-¿Qué piensas hacer con todo esto?
-No quiero pensar en ello ahora...
-Sería una pena perderse a una persona así, por un capricho.
-¡Seguro!
-¿Tienes planes?
-Nada extraordinario... estaré en el gimnasio... iré al salón de belleza... y tal vez a patinar un rato.
-Bien. Entonces, ¡que te diviertas! Llámame mañana.
-De acuerdo.
-¡Adiós!
-¡Hasta mañana! – Rita se levantó, se recogió el cabello, y salió. Luego de noventa minutos de aparatos, pasó al salón de belleza, en el que se entregó a un tratamiento completo: baño turco, masaje corporal, que le tomó casi una hora; tratamiento facial y capilar en el que empleó casi el triple de tiempo. Bajando hacia la salida, con los patines en la mano, se cruzó con Al.
-¡Rita! ¿De dónde vienes?
-Del salón de belleza...
-¡Ya veo!
-¿Los muchachos?
-¡Huyendo de las fans!
-¡Uf!
-Linda, tengo que hablar contigo.
-¿Es muy urgente?
-Bastante. Sube a mi cuarto
-De acuerdo. (“Reconozco esa actitud, y más de lo que nadie supone... me es dolorosamente familiar... y me disgusta, me trae pésimos recuerdos... que no pienso tolerar un solo instante... tendré que ser terminante... odio las comparaciones, pero parece que ni siquiera él puede hacerlas a un lado... es obvio que tendré que enfrentar esto sola... en mi caso, como dice la hermana Alexia cuando quiere que volvamos a clase, «mucho ayuda, el que no estorba»... lamento tener que tratar así a mi tío...”) – ambos abordaron el ascensor. La habitación de Al daba a la calle. Era sencilla, sin grandes pretensiones. Rita abrió la ventana y se sentó en ella.
-¡No hagas esas locuras delante de mi vista, por favor!
-(“¡Sabía que dirías eso!... Te aterra mi falta de temor ante el peligro cuando estás nervioso...”) ¡Lo siento! Olvidé que odias las alturas... – se sentó en la cama – (“Esta es otra cosa que te altera: cuando te recuerdo a mamá... ¡probablemente, ni tú te salvaste de ella en su peor etapa!”)
-¿Tienes idea de la seriedad de tu situación?
-Si nadie me lo dice con exactitud, creo que nunca me daré por enterada...
-Pues bien... me temo que tendré que ser muy claro.
-Te escucho... (“¡Aunque desde un principio, no piense igual que tú!”)
-Las opiniones respecto a ti y tu conducta están divididas...
-(“¡Oh, Cielos! ¡Debería trabajar como adivina!... Alguien ha estado llenándole la cabeza, y creo saber de quién se trata... Bien, hablaré claro, como dice él...”) ¡¿Divididas?! ¡¿Alguien habló contigo?! (“¡Tío Al, no ganas nada con mentir!”)
-Sí, la mayoría. Los únicos neutrales han sido Paul, Neil y Mal Evans. Ellos no tomaron partido a favor de nadie.
-(“Deben haber sido los únicos que se escaparon a tiempo... conozco quién ocupa la mayoría absoluta en este lugar...”) ¡De una vez, ¿quién más está en mi contra?!
-Aparte de Cynthia, George Martín cree que estás relajando demasiado la disciplina del grupo y Brian está de acuerdo con él...
-(“¡Ya tío, es el colmo!... Al menos, sé que Brian guardó mi secreto... no deben haber cruzado una sola palabra en lo que va de tu estancia aquí...”) entonces, John, George y Ringo...
-Te aman.
-(“¡Hemos llegado al meollo de la cuestión, finalmente!”) ¿Los tres?
-Los tres... ¿con cuál te quedas?
-(“¡Ratas!... No tienes el más mínimo tacto bajo presión... ahora veo porqué trabajas en una playa casi desierta... ¡qué fastidio!”) ¡Hhhh!... No es un buen momento para elegir... en absoluto... sobre todo, si primero me planteas un conflicto...
-Serio... pero definirte, ayudaría a que los ánimos se moderen...
-(“¡Sí, claro! ¡Por supuesto! ¡¿Cuándo no?! ¡Ya sabemos quién es la única persona en este paradisíaco paraje, que tiene los ánimos caldeados! ¡No podría ser de otro modo!”) ¿Quieres decir, que debo estar con uno de ellos, para que no acaben enviándome a casa, y todos me odien?
-No tan drásticamente, pero... sí...
-(“¡Bien! ¡No le pongamos más vueltas al asunto! ¡Hace rato que sé la verdad de las cosas!”) ¡Es ridículo! ¡¿Con quién hablaste?!
-Un poco con Mal... Un poco con Cynthia...
-(“¡Te diré las cosas tal cual han sucedido! ¡Ya que, evidentemente, esto de sacarme de mentira, verdad no va conmigo! ¡Y me produce náuseas!”) Seguro más con Cynthia, que con todos los demás...
-¡No quiero que tengas problemas!
-(“¡Ay, no, tío, por favor! ¡Esa letanía ya me la sé de memoria, y realmente, me aburre!”) ¡¡No quieres que «destruya» parejas, tal como se lo has visto hacer a mamá!!... Por favor, tío Al... Tienes que dejar a un lado tus temores, ¡no me ayudas asustándome!
-¡Entonces, ¿cómo?!
-Sé tú mismo... Y recuerda que yo no soy mi mamá... ni quiero serlo... si es que a ellos les pasan cosas conmigo, tienen que ser hombres y enfrentar el problema. No hay razón para que me culpen a mí por ser mujer, joven y bonita... Que en definitiva, es mi único error... No soy buscona... ni voy de resbalosa por la vida, lo sabes bien.
-Tienes razón... estoy un poco... confundido...
-(“¡Aterrorizado, diría yo!... ¡No finjas, por favor! ¡No es tu estilo, eres muy diferente a mamá!... Al menos eso me pareció... hasta hoy...”) Entonces, vete. No sirves para lo que te traje aquí. Yo misma hablaré con mi madre cuando regrese.
-¡Linda, lo siento! Sé que hablo como un viejo retrógrado, ¡pero no quiero que sufras!
-(“¡Más jaculatorias hipócritas! ¡No quieres tener problemas con el resto de la familia! ¡De otro modo, les estarías dando la razón respecto a lo que siempre pensaron de ti! ¡Y ésta vez, créeme que acertaron!”) Es tarde, ¡ya estoy sufriendo, y mucho! No estás previniendo nada, por el contrario. Vas a provocar lo que tanto temes... ¡Vete, tío Al! Lo siento, ¡pero no me sirves!
-¡Yo también lo siento, linda!... ¡Ojalá pudiera hacer algo por ti! Realmente lo deseo...
-(“¡Hhhhh!... ¡Qué alivio!... Finalmente, regresó mi verdadero tío Alexander...”) ¡Hmmmm!... En ese caso... Tal vez mañana vayamos a visitarte y pasemos todo el día en la playa... luego... idearé la forma de despedirme de ellos... dentro del avión...
-¡Eso puedo arreglarlo!
-(“¡Lo dicho! ¡Has vuelto!”) ¡Bien!
-Entonces, me marcho...
-Te veré mañana temprano... – Alexander, luego de cerrar la puerta tras Rita, preparó su equipaje y regresó a su casa.
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