Maggie Mae
34 - PREPARÁNDOLO TODO
9:30 a.m.
-¡Laura!... ¿estás despierta?
-Sí, Rita, pasa.
-Gracias.
-Te ves nerviosa...
-¡Lo estoy!
-¿Necesitas que hable con él?
-No lo sé... Pero no me opongo... Siempre sabes muy bien lo que haces.
-De acuerdo. Al menos, me limitaré a responder a lo que me pregunte.
-Te lo agradezco. ¿Subimos al salón de juegos? No lo he reservado aún.
-Bien. – salieron. Abordaron el elevador. La puerta de la sala estaba abierta. El lugar, a oscuras. Rita abrió las ventanas.
-¿Qué te parece?
-¡Fantástico!
-Pensé en una cena de gala, con velas, flores y esas cosas.
-Un pastel... enorme...
-... ¿con una frase?
-Sí... algo sobre la amistad...
-Bueno, iré a la cocina a hacer el encargo al repostero...
-Te espero.
-No tardaré. – Rita se retiró. George la vio alejarse y luego decidió entrar.
-¿Laura?
-¡George!
-¿Cómo has estado?
-¡Muy bien! ¿Y tú?
-Aquí... descansando un poco... ¿Rita?
-Fue a la cocina... a pedir una comida que le gusta, o algo por el estilo...
-¿Tardará mucho?
-No lo creo, ¿por qué?
-Es que... necesito pedirte un favor...
-Y ella, ¿no debe enterarse?
-Podría... decirse que sí...
-Bien... Dime.
-Yo... quiero que le des algo a Rita.
-Algo, ¿como qué?
-Una carta... Debe leerla cuando nos hayamos marchado.
-¿Qué es lo que le dices en ella, que no puedes hacerlo y mirarla a los ojos?
-¡Hhhh!... Demasiadas cosas... y no sé si aún está capacitada para entenderlas...
-¿Qué sientes por Rita? Yo he visto de qué manera la miras, y cómo la buscas y la provocas...
-¡La amo!
-¡¿De verdad?!
-Nunca antes lo había dicho de éste modo... Pero es eso lo que me sucede con ella...
-¡Grandioso!... ¿Tienes aquí la carta?
-No. Está escondida...
-¿Escondida? ¡Por qué?!
-Porque no he querido confiar en nadie... Exceptuándote a ti que eres quien más la conoce...
-¡Me halagas!... Tráela esta noche... Yo se la entregaré...
-¿Cuándo?
-Conociendo el carácter de su madre, mucho me temo que tendré que esperar a que vayamos al colegio... sólo allí, su secreto estará a salvo... la torre de la capilla es el único lugar seguro...
-Perfecto... Te lo agradezco mucho...
-No es nada...
-Espero que le guste...
-No me gusta... Ese tampoco... Aquél es para una Boda... ese es muy aburrido... aquel otro tiene demasiados adornos... ese es demasiado grande...
-¡Deprisa, jovencita! ¡No tengo todo el día para desperdiciarlo en un estúpido pastel de cumpleaños!
-¡No se trata de un cumpleaños! ¡Y los Beatles no son estúpidos!
-¡¿Los Beatles?! ¡¿Dijiste los Beatles?!
-¡¡Sí dije los Beatles!!
-¡¡¿Por qué no empezaste por ahí?!!... ¡Mira!... Aquí hay algo especial...
-¡Me encanta!... ¿Podrías escribirle una frase?
-¡Lo que quieras!
-¡Excelente!
12:15 p.m.
-(“Las invitaciones están listas... ¡Lástima no poder ver sus caras, cuando las reciban!... se van a extrañar... Recogeré a Rita, para ir a comprar la ropa después de almorzar... ella en este momento debe estar hablando con Brian, para ultimar los detalles que faltan...”) – pensaba Laura en su cuarto.
-Brian, ¿tienes un minuto? – preguntó Rita en voz baja al oído del manager.
-Sí, claro, ya estoy contigo. – respondió él, levantándose de la mesa, en la que almorzaba con unos empresarios. La siguió hasta un rincón del restaurante, junto a la barra.
-Tengo algo para contarte, es importante.
-Por tu tono de voz, debe ser serio.
-Lo es. Mira, Laura y yo estaremos ocupadas todo este día, preparando una fiesta privada de despedida para los muchachos. Se hará esta noche, en el salón de juegos.
-¡Oye! ¡Es una idea fabulosa! ¿Precisas ayuda?
-Necesito que los mantengas en el hotel, que no se les ocurra salir...
-De acuerdo, linda.
-Y, por favor, ¡que se vistan de Smocking!
-¡O. K.!
-(“¡O. K.!... Iré a buscarla... ¡Me muero de hambre!... realmente, Rita ha tenido mucha suerte... el señor Epstein, le compró toda la ropa que ella quiso... y seguramente hoy tampoco piensa reparar en gastos... lo bueno es que si no engordamos, ya tendremos los trajes para nuestra graduación... ¿cómo se verán ellos de smocking?... ¡Hmm!... ¡Prefiero no imaginarlo!... ¡Aquí viene Rita!... ¡Y parece que está muy contenta!”) ¿Todo listo?
-¡Todo listo!
-¿Almorzamos?
-¡Desde luego!
-Bien. ¿Qué te dijo Brian?
-¡Estará a nuestra entera disposición!
-¡Genial!
-(“¡Genial!... Seguramente, Laura no podrá ocultarle esto a Rita por mucho tiempo... Por lo que es probable que lo sepa antes de que estemos en el aeropuerto... debería terminar con todas sus dudas... Me pregunto si... ¡Hmmm!... Podría... No creo que me rechace... ¡Y, decididamente, ya no puedo, ni quiero esperar más!... La próxima vez que nos quedemos solos, la besaré... ¡Hhhh!... ¡Princesita!... ¡Te voy a echar de menos como loco!”) – Harrison, sentado en su cama, revisaba su guitarra de doce cuerdas. Así lo sorprendió Ringo, que traía dos sobres blancos en la mano.
-¡Hey, George! ¡Tenemos correspondencia!
-¿Correspondencia? ¡¿Aquí?! – se extrañó Harrison.
-Yo me hice la misma pregunta...
-¿A ver? – Ringo le entregó la carta - ¡Una invitación!... Para esta noche... Aquí mismo... en el salón de juegos... Sin firma... ¿de etiqueta?
-Sí que es extraño...
-Debe haber algún personaje importante hospedándose aquí...
-Es posible... la reunión es privada...
-¡Hmm! (“¡Un momento!... ¡Eso es!... Laura me dijo que le entregara la carta esta noche, ¡en el salón de juegos!... ¡Entonces, la fiesta es de Rita!... ¡No faltaremos!”) ¡Yo iré! ¡Y, ¿tú?!
-Si tú vas, yo voy.
-Perfecto. Pregúntale a Paul, yo le diré a John.
-Como quieras. – los dos salieron cada uno por su lado.
04:40 p.m.
-¿Qué te parece? – preguntó Laura, probándose un costoso vestido de cóctel.
-¡Hmm! Quizás, si te lo pones, se vería mejor.
-Bien... Espérame...
-Date prisa, que yo también usaré el probador...
-¡Ya! ¿Te gusta?
-Un poco... llamativo... No te mirarán la cara...
-Mejor escojo uno algo más serio...
-Eso mismo iba yo a decirte...
-Bueno, mientras sigues buscando, yo me pondré éste...
-De acuerdo... – Laura siguió revisando los percheros, sin tomar una decisión.
-¿Hablaste con George?
-Sí...
-¿Qué te dijo?
-¡Hmmm!
-¡Ya! ¡Habla de una vez!
-Pues... Me contó cosas... que no se atreve a decirte aún...
-¡Ya, ya!... ¡No sigas!... ¡Por favor!
-¿Te asusta?
-¡No quiero llorar!
-Está bien...
-¡Listo!... ¿Qué tal?
-¡A ver!... Muy escotado... y demasiado recto... tienes una figura completa para destacar... yo vi algo por aquí... ¡Sí!... ¡Éste es!
-¡Oye! ¡¿De dónde lo sacaste?! ¡Revolví todo de cabo a rabo!
-Acaban de ponerlo...
-¡Con razón! ¡Es bellísimo! ¡Y ajustado! – Rita reingresó al vestidor y se cambió la prenda...
-¡Ahora sí! ¡Encantador! ¡Genial!
-Bien... Entonces, me llevaré este... ¡tu turno!
-¡Hhhh!... ¡Hmm!... Creo que... esto se ve bastante mejor... ¡Me gusta!
-¡Sal para que te vea!
-¿Qué opinas?
-¡Genial!
-Bien, nuestra búsqueda terminó!
-¡Uf! ¡Ya era hora! – las dos, luego de pagar sus prendas, regresaron al hotel, tratando de que nadie las viera.
El momento se acercaba. Bajo los guantes blancos, las manos de George, sudaban profusamente. Temblando, abrió el estuche de su guitarra Gretsch, y extrajo el sobre cuidadosamente cerrado. Lo guardó en el interior del smocking y se sentó unos minutos, tratando de calmarse. Lo invadía una profunda sensación de soledad. Trataba inútilmente de no llorar. No sabía en qué iba a terminar todo eso que su corazón estaba experimentando.
-(“Tengo un nudo en la garganta... ¡Y unas ganas enormes de tomar a Rita entre mis brazos!... ¡La llevaría conmigo, si fuera mayor!... Pero debe quedarse con su familia, y estudiar para poder ser alguien en el futuro... alguien muy especial... que aunque lo intente, creo que ni siquiera muriendo, podría olvidarla... es más... la cuidaría dondequiera que esté... ¡no la dejaría sola, ni un segundo!”) – tomó un retrato de su mesa de noche, en el que se veía a Rita, sentada sobre sus rodillas, mientras él la rodeaba con sus brazos y le hacía cosquillas. Recorrió la silueta de la joven con su índice. Una lágrima cayó sobre el cristal. Respiró hondo. Se recuperó. Bebió un vaso de agua mineral. Se asomó a la ventana. Nadie en la piscina - (“En ese mismo lugar, estuve a punto de besarla... ¡Y de enloquecer de amor!... Aún puedo ver el brillo de sus ojitos azules...”) – caminó inquieto por la habitación, mirando el reloj por enésima vez – (“¡Quiero verla ya mismo!”)
-(“¡Quiero verlo ya mismo!... Pero faltan unos minutos... ¡esta espera me está matando!... Casi estoy lista... Hmmm... ¿Qué hacer para no ponerme nerviosa?... mi maquillaje no precisa retoques... repasaré la rutina de escape del convento, por si mi madre me tiene preparada una sorpresa desagradable... en primer lugar, hablar con urgencia con la hermana Alexia... eso haré cuando me reincorpore en el primer recreo de ser posible, no debo darle tiempo a actuar a mi madre... en segundo lugar... limpiaré la salida de emergencia cada vez que sea necesario... Laura me ayudará desde fuera... seguramente mamá no querrá que reciba visitas de ningún tipo, ni regalos, ni correspondencia... de eso, se ocupará el tío Al... Lo llamaré para ver si tiene todo listo para mañana... mi peinado está en su lugar... Bien...”)
-¿Hola?
-¿Tío Al?
-¡Linda, ¿cómo estás?!
-Me preparo para una fiesta de despedida.
-¿Qué hay de John?
-Está mejor... Las peleas con Cynthia disminuyen, pero no sé hasta qué punto, no confío en ella.
-Haces bien. Yo estaría igual.
-Pero es distinto, tú eres hombre...
-Tienes razón... ¡Hmmm!... Dime... La fiesta, ¿la ofrecen ellos?
-No, Laura y yo... ¡Será muy especial!
-Viniendo de ti, ¡ya lo creo!
-¿Preparaste las cosas que te pedí, para el aeropuerto?
-La ropa y parte de la gente, aunque insisto en que lo que tienes en mente es la locura más descabellada que hayas podido intentar...
-¡Tío, no comiences! ¡Todo estará bien! Será sencillo y rápido.
-¡Más te vale!
-Bien. Estaré en el sector fúnebre a primera hora. Espérame en el mostrador. Allí me entregarás el uniforme en un bolso negro. Me cambiaré, mientras tú te diriges a la pista. Subiré al avión sin problemas.
-Perfecto.
-¡Por favor, Tío al! ¡Mamá no debe enterarse! ¡Si lo hace, el convento es lo que me espera!
-¡Descuida! ¡Seré una tumba!
-Hazte cargo de la vigilancia, no quiero ningún tipo de pérdida de tiempo...
-Estará todo bajo control, pequeña.
-¡Eso espero!
-¿Tienes idea de cuándo regresarán?
-Supongo que el próximo año y se quedarán más tiempo.
-¡Mejor para ti, ¿verdad?!
-¡Resulta obvio!
-¿Ya te besó George?
-Aún no. Pero no pasará de ésta noche, a menos que alguien tenga la mala idea de interrumpir...
-¡Al menos, no seré yo quien lo haga!
-¡Te aguardaría una muerte segura!
-¡Entonces, ¡sí que no me arriesgaré!
-¡Te conviene conservar tu cabeza en su lugar!
-¿Cómo regresarás?
-Con Laura y Lucille, en la furgoneta de la florería.
-Eso me tranquiliza...
-Estaré bien, sé que parece algo muy loco, pero créeme que en estos últimos días, hice cosas mucho más arriesgadas.
-¿En serio?
-Más de las que me has visto realizar.
-¡Eres increíble!
-Recuerdo que era eso lo que yo misma te decía a ti, cuando de pequeña, me llevabas golosinas al colegio.
-¡Yo también lo recuerdo!
-¡Entonces, ¡te debo los dulces!!
-¡Ja, ja, ja, já!
-¿Sabes? Creo que mamá no me recibirá del todo bien.
-¿Por qué lo dices?
-No ha llamado en los últimos tres días... Me preocupa bastante...
-¡Hmmm! La llamaré yo, para ver qué le pasa...
-Yo sé lo que le pasa... estoy dejando de ser una niña... pronto pasaré a ser una competidora, ¡y sabe que tengo con qué ganarle!
-¡Hhhh! Me duele admitirlo, pero, ¡esta vez tienes toda la razón!
-En fin. ¡Mejor será que termine de arreglarme para la fiesta sorpresa!
-Está bien, linda, te veré mañana.
-De acuerdo, ¡adiós!
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