Libro 2 - Al Pie del Tabernáculo

1 - Una chica de buena familia (parte 3)

-Estuviste hablando largo rato con esa chica, ¿es agradable? - preguntó Joaquín, cuando regresaban al impresionante palacete de Port Andraixt.
-(“¡Absolutamente deliciosa!”) Sumamente agradable... ¡y bella!
-Eso no hace falta que lo digas, ¡la cara te vende, hijo!
-Me asombró su falta de afectación, viniendo de tan acaudalada familia.
-Ciertamente... ¿Volverán a verse?
-Supongo que sí. Sus padres estarán ausentes por un tiempo, y ella deberá representarlos en varias ocasiones.
-¡Hmmm! ¡Muy interesante!
-Lo sería, si no tuviera novio.
-¡Oh!
-Es una gran traba...
-¿Celoso, el muchacho?
-Según ella, peor que el mismísimo Otelo...
-¡Vaya, vaya, vaya! Será un buen rival, entonces.
-Así parece... (“¡Clarisa!... ¡Mi muñequita bella!... Ojalá y ese idiota no se hubiera fijado en ti antes que yo... Pero, ¡voy a enamorarte, cueste lo que cueste!... Tu belleza merece cualquier sacrificio... ¡No voy a parar, hasta tenerte entre mis brazos!... Hoy, casi no logro resistir la fuerte tentación que tenía de besarte... La próxima vez, cederé a ese impulso, aunque me premies con una bofetada, es más, hasta la soportaré con gusto... ¡No permitiré que ese patán te arruine la vida!... Eres demasiado para él... Por lo que me has contado, no sabe lo que tiene... ¡Hmmm! ¡Quiero verte otra vez!”) ¿Papá?
-Sí, dime.
-¿Tienes el teléfono de la familia Suárez?
-Creo que sí.
-¿Podrías buscarlo, por favor?
-Claro, en cuanto lo encuentre, lo tendrás en tu escritorio.
-Gracias.
-Por nada, hijo.- ambos descendieron del auto e ingresaron a su hogar.

Richie, en su habitación, mientras se cambiaba, no podía dejar de pensar en Clarisa, recordaba cada una de las frases, que lo hicieron estremecer...
-(“«El mar está delicioso, ¿me acompaña?»... «Aún no pienso darle todo»... «No será esta la última reunión a la que deba asistir»...”) - la voz de la joven llenaba sus oídos, extasiándolo aún más que la mejor melodía de Mozart - (“¡Hhhhh!... Preciosa criatura… ¡Tienes excelente puntería para los flechazos!... ¡Lo digo por propia experiencia!”) - después de darse una ducha tibia, se acostó.

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