Libro 2 - Al Pie del Tabernáculo

27 - EL RESCATE DE PAMELA. SEGUNDA PARTE


Atardecía. El tiempo se agotaba. La batalla final se acercaba inexorablemente. Los vampiros intentaban un nuevo ataque. Sólo quedaban los jefes. El Supremo se jugaba la existencia de su raza...
-«No tenemos opción, hay que enfrentar a la Cazadora... Ustedes son lo único que me queda, los únicos elementos capaces de resistir la poderosa arma que aniquiló a todo mi ejército. ¡Vayan por ella! ¡Recuerden, ¡la quiero viva!!» - tales fueron las órdenes del Gran Vampiro Supremo. Los Nosferatus partieron cuando ya era noche cerrada.

-¡Ay!... ¡Hhhhhhh!… ¡Ahhh! ¡Ayyyy! - Clarisa cayó dolorida sobre la alfombra del Tabernáculo.
-¡Clarisa, hija! ¡¿Qué te sucede?! ¡¿Qué tienes?!
-¡F-Fray Fernando!... ¡Ay!... ¡Van a atacar!... ¡Se acercan!... ¡Son muy fuertes!
-¡Expondremos el Santísimo, y convocaremos a todos los sacerdotes y religiosos disponibles y en estado de Gracia!
-¡No hay tiempo!... Pero, no será la última batalla... Sólo se trata de un intento desesperado... ¡Necesito comulgar bajo las dos Especies!
-¡Cálmate!... Ten... Bebe un poco de agua...
-¡Agua Exorcizada, Fray Fernando! ¡Debe darle Agua Exorcizada! - exclamó el Padre David. El fraile obedeció.
-¡Gracias! Ya me siento mejor... - puesta en pie, la Cazadora ayudó a disponerlo todo para celebrar la misa, y recibir la Eucaristía. Fue entonces, cuando vio y recibió un regalo que no esperaba. - (“¡El Cáliz!... Hay sangre en lugar de vino... ¡¡La Hostia está manchada de sangre!!... ¡Dios, ¡no merezco semejante prueba de tu Existencia, ¡no soy digna de ella!!!... ¡Siento que el alma se me sale del cuerpo!”) - temblaba espasmódicamente, tenía la sensación de que iba a desfallecer de amor. De pronto estaba fortalecida, invencible, totalmente recuperada, dispuesta para una lucha singular.
-¿Te sientes mejor, hija? - preguntó Fray Fernando, terminada la ceremonia.
-¡Nunca estuve tan bien, Fray Fernando! Sólo me apena una cosa...
-¿Tener que matar a quienes han sido sacerdotes?
-Quisiera no tener que hacerlo, Padre David, pero ellos ya están muertos, sólo permanecen en pie por una posesión diabólica, incluso algunos estaban así antes de morir, en manos de los vampiros, y yo ni siquiera habla nacido...
-Esos serán los primeros en caer, pequeño ángel, porque jamás debieron ser ordenados.
-Me tranquiliza saberlo.
-Ven, te mostraré algo. - los tres caminaron hacia la cripta Episcopal - Muy pocas personas saben que existe, por eso también el Supremo ignora su origen. Espero que aún no sea necesario usarlo. - utilizando una descomunal llave de hierro, abrió un cofre cubierto de polvo y telarañas.
-¿Un báculo?
-Es el arma que debe matar al Supremo en la batalla final... Según la leyenda, claro...
-Es muy hermoso. Pero debe empuñarlo un obispo, no una simple mujer seglar...
-Tú no eres una simple seglar: eres la Cazadora.
-Pero no tengo más mérito que cualquier cristiano con su fe bien puesta... ¡Santo Dios!
-¿Ocurre algo?
-¡Miren!... El báculo está escrito... en la misma tipografía de los pergaminos que me entregaron...
-¿Puedes traducirlo?
-Creo que sí... «La victoria final es segura... La pureza de un alma rescatada del infierno reforzará las defensas de la Cazadora... Un corazón embebido en la Gracia Perfecta tomará en sus manos el arma que destruirá al Supremo... Dos latidos gemelos acompañarán la proeza, y la paz volverá a reinar en el Templo, que jamás dejó de ser Casa de Dios...»
-Ahora lo comprendo todo... - comentó Fray Fernando - La clave está en las inscripciones, no en el báculo.
-«...un alma rescatada del infierno...» - repitió el Padre David.
-¡Pamela!- exclamó Clarisa.
-«... un corazón embebido en la Gracia Perfecta...»
-¡Jordi! - continuó Fray Fernando. De repente, un fuerte ruido exterior lo sacó de su encasillamiento.
-¡Es hora de pelear!
-¡Ten cuidado, Clarisa!
-¡Siempre lo llevo conmigo, Fray Fernando! - la joven salió de la bóveda, llevando a su gato encaramado en el hombro derecho - ¡Aquí vienen!
-«¡Pffffffff!»
-¡Lo mismo digo! ¿Estás listo?
-«¡Miaurrrrr!»
-¡Perfecto! - el animal saltó del hombro de su ama - Vas a necesitar esto. - la muchacha le colgó una pequeña Teca de plata en el cuello, que hizo el efecto deseado - ¡Ya podemos enfrentarlos! – caminaron serenamente hacia el enemigo, que llegaba volando bajo la débil luz de la luna menguante – Por lo que veo, no será tan duro como lo pensé... ¡No existes!... ¡Desaparece!... ¡Eres muy feo!... ¡No me asustas!... ¡Mediocre!... ¡Lindos colmillos para un dentista!... ¡Oigan, ¿en dónde están los verdaderos guerreros? ¡Los estoy esperando!... ¡¡No entrené tanto tiempo de balde!!... Son ellos... - una nueva categoría de Nosferatus la enfrentó, rodeándola peligrosamente - Advirtieron que me subestimaban... Ahora quieren asegurarse la victoria... No me gusta esto... Ariel, mantente a mis espaldas, no quiero ofrecerles ninguna ventaja... - extrajo la Teca, y la exhibió sobre su pecho. Los vampiros retrocedieron unos pasos, pero luego, resistieron. - No le temen al Sacramento... Parece que habrá que usar la fuerza bruta, gatito... ¡Manos a la obra! (“¡Uf!... ¡Tienen aún más fuerza que los otros!... Supongo que éstos fueron obispos... son veloces... ¡Ay!... ¡Pegan fuerte!...”) - Clarisa habla caído por primera vez en una batalla - (“¡Nadie me hizo morder el polvo antes!... ¡Ahora sí, estoy furiosa!...”) - de entre sus ropas, desenvainó una filosa espada samurai - ¡Me cansé de este juego de niños!... ¡Toma esto!... ¡Y esto otro!... ¡Y lo de más acá! - las manos del vampiro salieron despedidas, al separarse del cuerpo. Inmediatamente, la víctima se quemó como papel. - ¡Las manos, Ariel! ¡Tienes que arrancarles las manos, sólo así los vencerás! - la batalla se prolongó hasta el amanecer. Con el primer rayo de sol, los últimos tres vampiros huyeron despavoridos. - ¡Fiú!... ¡Qué cansancio!
-¡Clarisa, ¿estás bien?! - preguntó el Padre David.
-Sí, sólo un poco agotada...
-Ven, repara tus fuerzas frente al Santísimo.
-¡No deseo otra cosa!


-¡Hijo, todo el mundo lo creerá un disparate, aún viniendo de ti!
-Pero debo hacerlo. La gente no debe seguir en la ignorancia respecto a éstas cosas.
-Los pobres siempre fueron ignorantes.
-Depende de a qué clase de pobreza te refieras. La gente más humilde es la que más conoce el significado del Temor de Dios, por eso no se mete en éstas tonterías; son los poderosos y los millonarios los que las buscan, para estar «a la moda» - el padre se rindió. Ese mediodía, gracias al estudio montado en los sótanos de la casa de Clarisa, todos los informativos de radio y televisión se vieron interrumpidos por el documental realizado por Ricardo Sotomayor.


-¡Formidable! - exclamó Clarisa, mientras tomaba su baño - ¡No podrías haberío hecho mejor! (“¡Hhhh!... Trabajó toda la noche en la edición, mientras yo cazaba vampiros, y creo que no tendrá demasiado descanso... Bien... El día es hoy... Finalmente, ha llegado... buscaré ese castillo, y sacaré a Pam de allí... Las coordenadas están codificadas en el diario de mi abuela, sólo es cuestión de minutos, para ubicar el sitio exacto… Luego, me haré cargo del supremo hasta que llegue Jordi... Me pregunto si comprenderá lo que esto significa...”) - salió de la tina y se vistió. Sin perder tiempo, metió a Ronrromeo en un bolso y salió rumbo a la Catedral. Allí esperó a los dos camiones de caudales que transportaban los equipos de sonido y los instrumentos. Personalmente, se encargó de instalarlos... Templó cuerdas... reparó conexiones... probó micrófonos y armó consolas. Hacia las 16:00hs., todo estaba listo para un ensayo general.
-(“Sólo falta Pamela en éste lugar... ¡Su canción!... ¡Eso es!... Con su música, la recuperaré...”) - tomó el micrófono inalámbrico y una cinta, que llevaba en su bolsillo - (“La compuso para una Misa por los enfermos físicos y espirituales... no imaginó que la primera en servirse de sus efectos curativos, sería ella misma...”) - conectó la guitarra y entró en acción - «Oye mi ruego, Señor,
me desamparo sin ti.

Dame tu ayuda, Mi Dios,
Tu siervo confía en ti.
Tú eres mi Dios,
apiádate de mi...
Te ruego sin cesar...

Alegra a tu siervo
Cuando ante ti levanto mi alma,
Tú, Señor, eres compasivo,
Lleno de bondad,
Con aquél que te invoca

Señor, escucha mi oración,
Presta oído al clamor de mi voz,
A ti confío en el día mi pena,
Sé que me respondes fiel...

Dios mío, enséñame tus caminos,
Para que así ande en tu Verdad.
Pon en mi corazón oh, Señor,
El Santo Temor a Tu Nombre.» - todavía estaba cantando, y llorando simultáneamente, cuando Jordi, vistiendo ya su flamante traje de seminarista, se asomó por la puerta de la Sacristía y se quedó escuchándola, igualmente conmovido. Se secó las lágrimas y caminó hacia ella.
-¡Eso fue maravilloso, Clarisa!
-¡Jordi! - la niña apagó el sistema, dejó la guitarra en el piso, y fue al encuentro del muchacho - ¡Estrenas cuellito blanco! - lo abraza fuertemente, y ninguno de los dos puede contener el llanto.
-¡Estoy tan feliz, que no lo puedo creer! ¡Y apenas es el principio!
-¡Lo sé!...
-Estoy aquí, gracias a ti. ¿Qué puedo hacer para quedar a mano contigo?
-No rendirte ante las pruebas... Una vez que el Obispo imponga sus manos sobre tu cabeza, la deuda estará saldada.
-Pero...
-¡Nada de peros, sólo sigue adelante!
-Esa canción... ¿es el Salmo 85, del Ritual de Exorcismos?
-Sí.
-Pamela.
-¿Cómo lo sabes?
-Tu diario estaba abierto junto al breviario que me dio la abuela.
-Entonces, estás enterado de todo.
-Y no me sorprende, sólo tú podrías ser la Cazadora... Quiero hacer algo por ti, dime cómo puedo ayudarte, ¡por favor! - ya estaba. Clarisa no podía seguir negándose para protegerlo, el ruego en esos ojos azules, que reflejaban la Gracia de Dios era imposible de ignorarse.
-Está bien... Al finalizar la celebración, nos encontraremos junto a la cripta: no te quites el alba, ni el cíngulo. Si no me encuentras... reza y sigue a tu corazón, no te perderás, si no le temes a nada, salvo a vivir sin Dios.
-¡No se me olvidará por nada del mundo!
-Te veré luego.


-(“Tiene que estar por aquí... Sé que es un castillo muy antiguo, en ruinas, pero debe haber algún dato, por mínimo que sea... llevo horas escudriñando manuscritos escaneados del monasterio del Escorial... Tanta información está saturando el disco duro... ¡Hhhh!... me arden los ojos... ¡Al fin!... ¡Este es!... Creo que... ¡Sí!... Y tiene una leyenda... Según la cual, en ese lugar se cometió un homicidio... Se dejó morir de hambre y sed a un joven sacerdote, en las mazmorras del castillo... Esto es lo que Clarisa está buscando... «Nunca se asoma el sol en este lugar, porque los Cielos lloran la muerte del santo seguidor de Cristo...» Necesito las coordenadas exactas del lugar... usaremos el helicóptero de Clarisa, para sobrevolar la zona... Quizás estemos sobre la pista del paradero de los vampiros.”) - Richie salió hacia la casa de Clarisa,


-Todo está listo, Monseñor. - informó Fray Fernando.
-Perfecto. ¿Qué es toda esa cantidad de equipos de sonido? Parece para un recital de rock.
-Un obsequio de la señorita Clarisa Suárez, para los seminaristas. Así podrán esparcirse en sus ratos de ocio.
-Me parece que será provechoso.
-Ella dice que para las dudas de fe, no hay mejor refugio que la música en oración.
-Es una chica magnífica. ¡Qué pena que no tenga vocación religiosa, sería muy valiosa su colaboración!
-Ya lo creo. Pero ella es totalmente libre para decidir sobre su vida.
-Bien. Ya casi es hora de comenzar. - el Obispo se dirigió al salón parroquial para revestirse.
La ceremonia, una suntuosa misa concelebrada por la por la totalidad de los sacerdotes de la diócesis, se desarrolló con normalidad y una especial emoción, por la presencia en la misma, de la abuela de Jordi. En el momento preciso de la admisión de los nuevos seminaristas, un mensaje urgente se registró en el contestador automático del teléfono celular de Clarisa.
-(“¡Oh, no! ¿Por qué ahora?... comulgaré y veré de qué se trata... «Clarisa: te espero con urgencia en el helipuerto de Santa Clara de Asís. Encontré el escondite de los vampiros. Te Amo. Richie.»... Bien, no tengo demasiadas oportunidades de saludar a Jordi, después de la Misa, la cinta está en mi bolsillo, el pasacassettes, en mi bolso, junto a Ronrromeo... Pamela no puede seguir esperando...”) - decidida, Clarisa salió de la Catedral, rumbo al helipuerto.


-¡Por fin llegas! ¿Qué te detuvo?
-No podía atender el teléfono, estaba en la Catedral, lo siento.
-No hay cuidado. Vámonos ya.
-Perfecto.- el helicóptero despegó- ¿El castillo?
-¡El castillo! Todos los datos coinciden, y más: se dice que nunca sale el sol en esa isla.
-Caldo de cultivo ideal para un refugio de Vampiros... Hablé con Jordi, él nos será muy útil, quizás fundamental, para vencer al supremo.
-Este será un trabajo de equipo. Nos separaremos para agilizar las cosas.
-Bien.
-Fray Fernando ya tiene las coordenadas, nos alcanzará en cuanto pueda, con el resto del presbiterio. Todos están al corriente de la gravedad de la situación.
-Ahá... ese es el lugar... por demás extraño, observa esto: las nubes negras que cubren la isla no se registran en el Radar meteorológico...
-Ten mucho cuidado, me recuerdan a las que anunciaron la llegada de Jordi a Santa Clara de Asís...
-A mí también... La Custodia está latiendo con el corazón de Pam... Aterriza... Tú buscarás los sótanos. Tengo un presentimiento...
-De acuerdo. - saltaron del aparato, y se separaron, beso mediante.

-«Ella está aquí... ¡La Cazadora, ha llegado!» - envuelto en su capa, el Supremo abandonó su ataúd. Estaba asustado, aunque no lo admitiera.


-(“¡Voy por ti, amiga!...”) - Clarisa, rompiendo los cristales de una de las ventanas, ingresó al castillo - (“Los latidos se aceleran... ¡es ahí!... ¡Detrás de esa cortina!”) ¡Pam!... (“Está dormida... Bien, dejaré la cinta y buscaré al supremo, el resto lo hará la música...”)- la joven salió a recorrer los laberintos del palacio en ruinas... A su paso, todos los centinelas apostados a las puertas de los salones se desintegraban. Hasta que llegó a la sala del trono.
-«¡Finalmente nos vemos las caras, bella Cazadora!»


-(“Este lugar me da calosfríos... Parece no terminar nunca...”) ¡Ahhh! - Richie, a causa del mal estado del piso del castillo, cayó al sótano que precisamente estaba buscando; el golpe fue muy fuerte, lo dejó inconsciente, sobre una pila de restos óseos humanos.


-(“¡Richie! Algo le sucedió, pero no puedo buscarlo ahora.”)
-«¡Vaya, vaya, vaya!... Realmente me has causado fuertes dolores de cabeza, pequeña... ¡Estoy furioso!... Acabas de rebasar el límite de lo tolerable... ¡¡Prepárate para conocer el verdadero significado de la palabra “miedo”!!»
-¡Nunca aprenderé!... ¡Y jamás te llamaré «supremo», con mayúsculas! Es un título demasiado grande para una basura como tú. - ambos contendientes se miraban a los ojos, caminando en círculos, sin ceder una pulgada de terreno. El Supremo se fijó en el bello crucifijo que colgaba del cuello de la Cazadora.
-«¡¿Qué tienes para atacarme?! ¡¿Una pequeña y débil fe, que muy pocos vivos son capaces de sostener, sin flaquear cada segundo de su miserable existencia?!» - sin que el Supremo lo advirtiera, una misteriosa transformación se operó en Clarisa, su sonora voz se duplicó.
-«¡Traigo una fuerza capaz de mover montañas!»
-«¡Já, já, já!... ¡Y, ¿creíste semejante timo?! ¡Cuelgas un cadáver de tu cuello!»
-«¡Te equivocas! ¡Eres demasiado pesado y feo para ser adorno! Además, los embutidos no me gustan, engordan, ¡especialmente tú, con ese ridículo y antiguo traje! Se nota que no sabes nada de moda, querido.»
-«¡Ya basta!» - el vampiro alzó su mano derecha, y lanzó una llamarada de fuego negro, que Clarisa evadió sin problemas.
-«¡Tampoco tienes sentido del humor, y te falta velocidad!»


-(“«¡Esa voz!... ¡Esa música!... Es mi canción... ¡¡¡Clary!!!»”) - Pamela comenzaba a despertar y a recordar - (“¡Clary!... Entonces, ella está aquí... Una cinta... ¡Oh, no!... ¡El Supremo la matará!... ¡Tengo que detenerlo!... ¡Ella es mi amiga!...”) - la joven en medio de una peligrosa metamorfosis, salió de su ataúd, y se dirigió al salón del trono.


-(“Clarisa se marchó... ¡Tengo que alcanzarla!... Hablaré con Fray Fernando... él debe saber dónde está...”) - Jordi terminaba de saludar a conocidos y amigos. Corrió al encuentro del anciano fraile.
-¡Fray Fernando!
-¡Jordi!
-¿Dónde está Clarisa?
-¡Ven conmigo!
-¡Está bien!
-Todos los sacerdotes nos alcanzarán una vez que estén en estado de Gracia.
-Entonces, ¿no es ningún secreto?
-Es una situación desesperada, Jordi, ¡tenemos que salvar la vida de Clarisa y sus amigos!
-¡¿Quiere decir que está con el Supremo?!
-Exacto. Y corre peligro. ¿Sabes navegar botes rápidos?
-Sí.
-¡Bien, hazlo! - los dos abordaron la lancha, y a toda velocidad, pusieron proa a la isla del castillo sombrío.


-«¡¿Adónde crees que vas, traidora?!» - gritó Javier.
-¡Cállate! - decidida, Pamela tomó una lanza y la clavó en el corazón del vampiro - ¡Siempre fuiste un inútil, ahora lo veo muy claro! - la ex vampiresa siguió su camino.


-«¡Inténtalo otra vez!» - Clarisa continuaba la lucha con el Supremo - «¡Ya me aburren tus trucos baratos!... ¡Hasta en el peor de los circos, no te aceptarían!... ¡No eres creativo!... Y tienes puntos débiles muy... ¡Expuestos!... ¿Qué tal estuvo eso? ¡Lo practiqué durante semanas!» - una poderosa patada impactó en el esternón del vampiro, arrojándolo contra la pared.
-«¡Pagarás caro tu atrevimiento!... ¡Te he subestimado, jovencita, ¡pero mi paciencia, tiene un límite!!» - el supremo se disponía a desplegar todo su poder. La transformación del monstruo tomó a Clarisa desprevenida, sin poder escapar. Estaba frente a frente, por segunda vez, con el mismísimo diablo.
-(“¡Yo, y mi prisa! ¡Debí hacer una novena de Comunión antes de hoy!”)
-«¡Sorpresa, sorpresa!... ¡Nos volvemos a ver, muñequita morena, ¿cómo has estado?!»
-(“¡Santa Clara de Asís! ¡¿Dónde estás cuando te necesito?!”) – pensó Clarisa. En el acto, el rosario de la Santa apareció enredado entre sus dedos – (“¡Uff!... ¡Qué servicio!”) ¿Otra vez a soportar tus tonterías? - la muchacha, sin agregar una sola palabra, extrajo la Teca y la levantó por encima de su cabeza.
-«Estás muy sola, preciosa... no puedes sostener a tu pequeño gigante, con un cuerpo tan débil...»
-Eso lo veremos... ¡Ariel, busca a los sacerdotes, tráelos! - susurró ella.
-«¡Claro que sí!» - astuto, el enemigo rompió el piso debajo de los pies de la niña, obligándola a soltar el Santísimo, que cayó en manos de... Pamela - «¡Traidora!» - gritó el demonio, alcanzándola con un rayo.
-¡Ahhh!
-¡¡Pam!! - Clarisa estaba perdiendo su habitual calma, y para colmo, colgaba de una tabla floja...

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