Libro 2 - Al Pie del Tabernáculo

26 - VOCACIÓN CONFLICTIVA


-¡Hay que quitarle esas ideas a Jordi de la cabeza! ¡Nuestro futuro depende de eso! ¡Tenemos que hacer algo! - gritaba Tristán Llobet, el ambicioso padre de Jordi.
-He hablado con Clarisa Suárez, pero no parece querer ayudarnos.
-¡Es que ella ambiciona todavía más que nosotros, no hace otra cosa que coquetearle al hijo de Joaquín Sotomayor, por si no lees la prensa! - Jordi escuchaba todo desde su cuarto, mientras armaba su maleta, en la que incluía su primer traje clerical.
-(“¡Muy pronto podré usarlo!... Faltan cada vez menos días para la admisión... mis padres no irán... Pero Clarisa y Fray Fernando estarán allí... Casi como un reemplazo... después de todo, gracias a ella hoy estoy vivo... iré a despedirme de mi abuela...”) - silenciosamente, abrió la puerta de su cuarto, y se dirigió a los aposentos de la anciana, que dormía profundamente - ¿Abuela?... ¿Estás despierta?
-¡Hmmm!
-Sigue durmiendo, sólo quería agradecerte el no haberte escandalizado por mi vocación. Volveré, te lo prometo, y te llevaré a vivir conmigo... - besó la añosa frente, y salió, tan sigilosamente como había ingresado.
Saltó por la ventana de su cuarto, no sin antes dejar una carta sobre la cama.


-¡Qué lugar tan maravilloso! - suspiró Clarisa, sentada sobre la arena, a orillas del Mediterráneo - ¿Vivirías aquí, si pudieras?
-¡Sólo si tú me lo pidieras, y te quedaras a mi lado! - susurró Richie, al oído de la joven, para después reclinar la cabeza sobre el pecho de su amada.
-¡Dulce!... ¿Qué es eso?
-¿Qué cosa?
-Esas nubes negras...
-No lo sé.
-¿Tienes binoculares?
-Iré por ellos.
-Bien.


-¡Fray Fernando!
-¡Jordi, hijo, ¿qué haces aquí, a estas horas?!
-Siento molestarle, Padre, es que necesito un lugar donde vivir, hasta que pueda hacerlo en el seminario.
-¡Pasa, pasa!... ¿Tomas un café?
-Sí, gracias.
-¿Te encuentras bien?
-De momento, sí.
-¿Tus padres?
-Aún no saben que me marché. Los dejé discutiendo solos.
-¡Eso no está bien, hijo!
-¡Fray Fernando, no tengo opción! Tratan de obligarme a que me case... ¡por interés!
-¡Santo Dios!
-¡Necesito un refugio!
-Sólo faltan cuarenta y ocho horas para tu admisión... ¿no podías esperar?
-Mi casa es un infierno, Fray Fernando, no tengo ni siquiera cinco minutos para rezar tranquilo: mi madre entra y sale de mi cuarto para interrumpirme, no puedo estudiar, durante todo el día veo desfilar mujeres, provocándome, no sólo verbalmente, sino con sus actitudes, con aprobación de mis padres. ¡No quiero seguir así! Lejos de retenerme, casi están echándome de mi casa... - el cura le sirvió la taza de café, y se sentó a escucharlo. De pronto, recordó algo. -Tranquilízate, hijo... Ten.
-¿Un sobre?
-Clarisa lo dejó para ti, se podría decir que presintió que esto te sucedería.
-¿Una llave?
-Sí... ¿Te gusta trepar a los árboles?
-Me encanta, pero, ¿a qué viene la pregunta?
-Esa llave es de la que fuera casa de juegos de Clarisa. Está construida sobre un roble muy añoso. Varias veces la he usado como celda privada, allí nadie te molestará, hay un bonito oratorio, música cristiana, ¡y la nevera bien provista!
-¡El corazón de esta chica, no tiene límites!
-¡Ya lo creo!


-Aquí tienes...
-¡Gracias!... Es otra isla... Tormentosa, si se quiere... No logro distinguir demasiado, pero hay una construcción muy antigua...
-Déjame ver... ¡Ah, sí!... Es un castillo abandonado... Dicen que está embrujado.
-¿Puedes asegurarlo?
-Es cuestión de mirar los archivos del monasterio del Escorial.
-Hazlo. Quiero saber todo.
-Regresemos.
-Bien. - sin la menor pérdida de tiempo, partieron.
-¿Hay ordenadores allí?
-Sí. Acaban de instalar los que obsequió tu padre, según leí en la red.
-¡Excelente, ganaremos tiempo, entonces!...
-¿Siempre traes tu laptop?
-¡Siempre! Nunca se sabe cuándo puede llegar a ser necesaria... ¡Oh!
-¿Encontraste algo?
-El scanner no ha sido puesto en funcionamiento, no pueden enviarnos material fotográfico, eso nos resta muchísima información.
-Me ocuparé de eso. Hoy terminé con la selección del material para el documental sobre sectas satánicas.
-¡Buenas noticias!
-Lo editaré, y lo difundiremos lo más pronto posible.
-¡Es un verdadero alivio!


-¡Qué alivio! - suspiró Jordi, sentado sobre los almohadones de la casa del árbol, a la que acababa de llegar - (“¡Dios!... ¡Sé que hago lo correcto!... me pregunto si algún día mi familia me comprenderá... ¡Dios mío, haz algo!... Quiero un poco de paz...”) - dos gruesas lágrimas escaparon por sus mejillas, luego de iluminar sus ojos azules - ¿Un breviario?... Sí, un breviario... ¡Y es para mí! Está dedicado... ¡¿mi abuela?!... ¡Clarisa! ... ¡Qué mujer incorregible!... Todo se lo debo a ella... ¡Ojalá pudiera devolverle tantas atenciones!...


-¡Jordi!... ¡¡Jordi, ya levántate!!... ¡¡Jordi, tienes visitas, por favor, levántate, no me hagas renegar!!... ¡¡Jordi!! - la madre abrió la puerta del dormitorio, y lo encontró vacío, perfectamente ordenado y con la carta sobre la cama - ¡Oh, no! - la mujer se desmayó. Su marido tomó el pliego de papel y leyó:
«Papá, Mamá:

Por favor, no intenten buscarme, ni averigüen en dónde estoy. No quiero que me encuentren, no puedo seguir viviendo en casa por más tiempo.
Volveré a verlos, cuando no puedan impedirme nada. Ya no sé de qué modo hacerles entender, que el resto de mi vida, no depende de los placeres mundanos. Para ser Feliz, sólo necesito a Dios. A nadie más. Sé que al marchar, les causo un dolor muy grande, pero no se compara con el mío, cada vez que veo cómo intentan llevarme al pecado y a mi propia perdición. Sólo trato de salvar mi alma... y la de ustedes. Nadie me obliga a nada.
Quiero que sepan que los amo, y los seguiré amando, aun que no logren entenderme.

Un abrazo en Cristo,
Jordi.»

-¡Maldita mocosa!... ¡Ya mismo hablaré por teléfono con ella! - furioso, el padre de Jordi marcó el número de Clarisa.


-Te veré en cuanto tenga la información que necesitas... - beso de despedida, y el campeón de motonáutica se retiró a su palacete de Palma de Mallorca. Desde allí, iría en un jet privado hacia el monasterio del Escorial.
-(“¡Uff!... ¡se acabó el descanso!...”) - el agudo sonido del teléfono celular obligó a Clarisa a poner los pies sobre la tierra - ¿Hola?
-Clarisa, ¿es usted?
-Sí, ¿quién habla?
-Tristán Llobet, soy el padre de Jordi.
-¡Ah, mucho gusto!
-No puedo decir lo mismo, ¡¿dónde está mi hijo?!
-No lo sé, señor, llevo días sin verlo.
-¡No mienta!
-¡Nunca lo hago, no sé dónde está Jordi, y si lo supiera, no se lo diría!
-¡¿Cómo te atreves?! ¡¡Es mi hijo!!
-Y acaba de tomar una decisión fundamental para su vida, que debe ser respetada.
-¡¿Aunque, como padre, yo no esté de acuerdo?!
-Su hijo es mayor de edad, señor Llobet...
-¡Aún vive bajo mi techo!
-¿Seguro?
-...
-Ajá. Ese silencio habla de que él ya hizo su «vuelo de Águila». Bien, no puedo hacer más nada por usted, ¡hasta luego! - Clarisa cerró el celular, entró a su casa, subió a su oficina y se sentó frente al ordenador - (“¡Hhhh!... ¡Padres!... ¡Oh!... Tengo un fax... Lo envía Fray Fernando... «Atención: Srta. Clarisa Suarez Ripoll. Llegó el teólogo que esperábamos, encuéntrame en el Tabernáculo de la Catedral a las 09:00hs...» ¡Cielos!... ¡Eso es en diez minutos!... Bien... ¡Allá voy!...”) - rápidamente, salió rumbo al Templo.


-¿Pudiste hacer algo?
-Nada, no sabe dónde está
-¡Maldición!
-¿Tu madre sabe algo?
-Todavía no se lo he dicho...
-Decirme, ¿qué cosa? - preguntó la anciana, ingresando en su silla de ruedas.
-Jordi se ha ido. ¡Huyó de casa! - exclamó la madre.
-No me extraña... Tarde o temprano, iba a suceder.
-¡¿Qué dices?! - gritó el Señor Llobet.
-Lo que Oyes, hijo. No me sorprende que Jordi se haya marchado, hace días que lo tiene decidido, y no se lo ha dicho a nadie, excepto a mí...
-¿Sabes en dónde está?
-Tal vez, sí... Tal vez, no... De todos modos, yo también me iré...
-¡¿Tú?! - la sorpresa se pintó en los rostros del matrimonio.
-En efecto, mañana.
-¡¿Mañana?!
-Sí, sí... No sé si volveré a verlos alguna vez, lo que sí sé, es que podré tener a mi nieto cerca, tantas veces como me apetezca... -la abuela dejó un papel sobre la mesa, y regresó a su habitación - Voy a hacer mi maleta. No comeré, no se molesten,


-¡Clarisa, hija, llegas muy a tiempo!
-¡Fray Fernando!
-Ven. Te presento al Padre David Salomón.
-¡Qué nombre tan difícil de llevar!
-¡¿Me lo dices a mí, jovencita?!
-¡Es un placer conocerlo!
-¡Mío también! ¡He querido conocerte desde tu nacimiento, pero siempre se me puso difícil! ¡Estaré orgulloso de poder serte útil, pequeña!
-Bien, entonces, no perdamos tiempo… Fray Fernando, tengo el diario de mi abuela… Y la llave… Hemos neutralizado a la princesa.
-¡Excelente! - casi aplaudió Fray Fernando.
-Esto hace las cosas mucho más sencillas.
-El Santísimo destella con los latidos de su corazón. Está comenzando a recordar.
-¿Compartían alguna actividad?
-Las dos cantábamos en el coro de la Catedral, ella era primera voz.
-¡Hhh! ¡Niña demasiado joven e inexperta! ¡Tuviste la solución al alcance de tu mano, todo el tiempo!
-No... entiendo...
-La música.
-¿La música?
-Es más que claro, pequeña. Música, es todo lo que necesitas para rescatar a tu amiga.
-Sólo tengo que localizarla. Pero la búsqueda puede ser larga.
-Empecemos ya mismo. Abriré el diario… ¿me permites, Clarisa?
-Por supuesto, Fray Fernando, aquí lo tienes…
-Veamos… ¡Excelente!... Las claves completas de tu entrenamiento… los puntos vulnerables en la defensa del castillo… un plano completo del mismo…
-¡Estupendo!
-Fray Fernando, voy a escanear los planos que aparecen, y trabajaré en la trascripción de la información, mientras tanto, seleccionen a los mejores hombres de la curia, y dispóngalos a purificarse y ayunar, hasta que todo esté listo.
-Se hará como digas.

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