Libro 2 - Al Pie del Tabernáculo
9 - PERSECUCIÓN Y ESCAPE
Pam llegó a Barcelona a medianoche buscando a Clarisa. Sobrevoló la ciudad, tratando de localizar su automóvil.
-«¡Esa es! ¡Puedo oler su sangre desde aquí!» - dijo a sus compañeros.
-«¿Atacamos, Mi Señora?»
-«Aún no... Debo trazar un plan... Para dejarla totalmente indefensa... Sólo así podremos destruirla... Reconozco que es una guerrera poderosa...» - aterrizó sobre el techo del coche de Clarisa, sin hacer el menor ruido.
-¡Ayyy! - el dolor en el vientre obligó a Clarisa a frenar violentamente – (“¡Allá va Pam!... La ley de inercia todavía se cumple en los vampiros... ¡Ufff!... ¡Bien, sólo espero que a Melissa no le haya pasado nada!”) - pensó Clarisa, al ver que la vampiresa salía despedida, varios kilómetros hacia adelante. La niña siguió su camino, un poco más aliviada.
En el departamento, Melissa hablaba por teléfono con su hermano.
-Supe que almorzaste con Clarisa.
-Sí, estábamos en el centro de compras, ella invitó.
-¡¿No es un encanto?! (“¡Di que si!”)
-¡Claro que sí!
-¿Vas a pedirle que te visite?
-Ya lo hice.
-¡¿Cuándo?! (“Hermanita, ¡te debo una!”)
-Hace unos días, es más, creo que esta noche dormirá aquí.
-¡¿De verdad?! ¡No sabes cómo me gustaría estar allí!
-Lo Imagino. Estás muy enamorado de ella.
-¡Esa mujer me vuelve loco!
-No lo dudo.
-¿Le hablaste de mí?
-Lo intenté.
-¿A qué conclusión llegaste? (“¡Muere de amor por mí, ¿verdad?!”)
-Le gustas, ¡y mucho! Aunque por el momento, no tiene la menor intención de admitirlo. Ya sabemos cuál es la causa.
-¡Javier!
-Sí, Javier, el «Don Juan Tenorio» del Siglo XXI.
-¿Crees que sienta algo por él?
-¡Una confusión terrible! Lo único que sé, es que es demasiado buena, y ese papanatas podría arruinarle la vida.
-Estoy absolutamente de acuerdo.
-¿Qué te traes entre manos?
-Prepararé algo para que se sienta bien conmigo, espero poder retenerla.
-Ten cuidado, podrías herir su sensibilidad.
-Sé que es delicada como una rosa. Me encargaré personalmente de que nada perturbe su belleza, tanto interior como exterior.
-¡Hablo con el mejor de los especialistas en el tema!
-Bien, hermanita, voy a dejarte, estoy bastante cansado, creo que hoy dormiré toda la noche.
-¡Que sueñes con Clarisa, y otros angelitos!
-¡Gracias! ¡Adiós!
-¡Adiós! - sonó el timbre de la puerta - ¡Vaya! ¡Llega justo a tiempo! - corrió a abrir.
-¡Ya estoy aquí!
-Eso veo. ¿Qué tal te ha ido?
-Bien. Pero estoy muy cansada, me duele la cabeza.
-Te traeré un té con dos aspirinas.
-Te lo agradezco. - Clarisa se dejó caer en el sofá - ¡Hhhh!... ¡Estoy muerta!... ¡me duele todo mi hermoso cuerpo! - suspiró. Pronto, sus ojos se clavaron en una foto de Richie, que estaba sobre la mesita ratona. -(“Debe ser del álbum familiar... Y la única que no tengo... ¡Está más que guapo!... Evidentemente, ha pasado por el gimnasio... ¡Qué músculos!... Debe ser capaz de quebrar huesos... Brazos de acero... ¡que, sin embargo, se sienten tan tiernos como si fueran de peluche!...”)
-Bonita imagen, ¿verdad? - preguntó Melissa, dejando la taza junto al retrato.
-¡Ni que lo digas! (“¡Un bombón!”)
-Se la tomé yo misma.
-¡Eres buena! (“¡Competimos, cuando quieras!”)
-El «modelo» lo hizo todo...
-¡Hmmm!
-Te brillan los ojos cuando lo miras...
-No es raro.
-¿Se te olvida todo cuando lo ves?
-¡Hhhh! ¡Prefiero no tocar ese tema! (“¡No quiero hablar!”)
-Está bien, no estoy queriendo presionarte.
-La verdad es que estoy bastante confundida... Por un lado está Javier que es tan absorbente, por el otro, Ricardo, con su seducción casi imposible de resistir... ¡Y en el medio, estoy yo, sin saber que hacer!
-¿Siempre eres tan cerebral?
-Toda mi vida fui así. Excepto en cuestiones de fe.
-En mi opinión, tienes cuatro caminos posibles: morir soltera, hacerte monja, casarte por conveniencia, o dejar a un lado tus neuronas, obedecer a tu corazón, y ser definitivamente feliz.
-Es muy fácil decirlo.
-Y hacerlo, también... Clarisa, no le pongas peros, no te compliques, no te escapes. No le tengas miedo a ser amada como corresponde.
-Creo que tienes razón. – respondió Clarisa, terminando su té. Una hora después, se acostaron.
De madrugada, Clarisa se revolvía en su lecho, en medio de una atroz pesadilla.
-¡Hm!... ¡no!... ¡Hmm!... ¡Hhh!... ¡Hhh!... ¡Hm!... ¡Hhhh!... ¡No!... ¡Hm!... ¡Hm!... ¡Hhhh!... ¡No!... ¡¡no!!... ¡¡¡no!!!... ¡¡¡¡no!!!! - saltó de la cama y abrió la Teca, única forma que encontró de moderar su susto - ¡Era la voz de Pam!... ¡Dios, qué horror!
-¡Clary, ¿qué sucede?! - Melissa ingresó en la habitación - Te oí gritar y me asusté...
-Una pesadilla... Pero ya pasó...
-¡Menos mal!... Oye... Es una... ¡¿Hostia?!
-¡Sí!
-¿Por qué la tienes aquí?
-Para estar bien acompañada... Es el tesoro más valioso que guardo...
-¡Y se ve tan pequeña!
-¡Tan frágil!
-Tan poco considerada por mucha gente.
-Sin embargo, es un arma poderosa... Dios todavía tiene la sana costumbre de hacer milagros.
-¿Cómo cuáles?
-Sanar enfermos, como lo más común.
-¡Hmjmm!... ¡Hhhhhh!... Si ya no estás agitada... ¡Hhh!... ¡Yo volveré a la cama!
-¡Está bien!- Melissa se retiró. Esa misma madrugada, bajo el más absoluto secreto, Clarisa regresó a Mallorca en un avión particular.
Pam llegó a Barcelona a medianoche buscando a Clarisa. Sobrevoló la ciudad, tratando de localizar su automóvil.
-«¡Esa es! ¡Puedo oler su sangre desde aquí!» - dijo a sus compañeros.
-«¿Atacamos, Mi Señora?»
-«Aún no... Debo trazar un plan... Para dejarla totalmente indefensa... Sólo así podremos destruirla... Reconozco que es una guerrera poderosa...» - aterrizó sobre el techo del coche de Clarisa, sin hacer el menor ruido.
-¡Ayyy! - el dolor en el vientre obligó a Clarisa a frenar violentamente – (“¡Allá va Pam!... La ley de inercia todavía se cumple en los vampiros... ¡Ufff!... ¡Bien, sólo espero que a Melissa no le haya pasado nada!”) - pensó Clarisa, al ver que la vampiresa salía despedida, varios kilómetros hacia adelante. La niña siguió su camino, un poco más aliviada.
En el departamento, Melissa hablaba por teléfono con su hermano.
-Supe que almorzaste con Clarisa.
-Sí, estábamos en el centro de compras, ella invitó.
-¡¿No es un encanto?! (“¡Di que si!”)
-¡Claro que sí!
-¿Vas a pedirle que te visite?
-Ya lo hice.
-¡¿Cuándo?! (“Hermanita, ¡te debo una!”)
-Hace unos días, es más, creo que esta noche dormirá aquí.
-¡¿De verdad?! ¡No sabes cómo me gustaría estar allí!
-Lo Imagino. Estás muy enamorado de ella.
-¡Esa mujer me vuelve loco!
-No lo dudo.
-¿Le hablaste de mí?
-Lo intenté.
-¿A qué conclusión llegaste? (“¡Muere de amor por mí, ¿verdad?!”)
-Le gustas, ¡y mucho! Aunque por el momento, no tiene la menor intención de admitirlo. Ya sabemos cuál es la causa.
-¡Javier!
-Sí, Javier, el «Don Juan Tenorio» del Siglo XXI.
-¿Crees que sienta algo por él?
-¡Una confusión terrible! Lo único que sé, es que es demasiado buena, y ese papanatas podría arruinarle la vida.
-Estoy absolutamente de acuerdo.
-¿Qué te traes entre manos?
-Prepararé algo para que se sienta bien conmigo, espero poder retenerla.
-Ten cuidado, podrías herir su sensibilidad.
-Sé que es delicada como una rosa. Me encargaré personalmente de que nada perturbe su belleza, tanto interior como exterior.
-¡Hablo con el mejor de los especialistas en el tema!
-Bien, hermanita, voy a dejarte, estoy bastante cansado, creo que hoy dormiré toda la noche.
-¡Que sueñes con Clarisa, y otros angelitos!
-¡Gracias! ¡Adiós!
-¡Adiós! - sonó el timbre de la puerta - ¡Vaya! ¡Llega justo a tiempo! - corrió a abrir.
-¡Ya estoy aquí!
-Eso veo. ¿Qué tal te ha ido?
-Bien. Pero estoy muy cansada, me duele la cabeza.
-Te traeré un té con dos aspirinas.
-Te lo agradezco. - Clarisa se dejó caer en el sofá - ¡Hhhh!... ¡Estoy muerta!... ¡me duele todo mi hermoso cuerpo! - suspiró. Pronto, sus ojos se clavaron en una foto de Richie, que estaba sobre la mesita ratona. -(“Debe ser del álbum familiar... Y la única que no tengo... ¡Está más que guapo!... Evidentemente, ha pasado por el gimnasio... ¡Qué músculos!... Debe ser capaz de quebrar huesos... Brazos de acero... ¡que, sin embargo, se sienten tan tiernos como si fueran de peluche!...”)
-Bonita imagen, ¿verdad? - preguntó Melissa, dejando la taza junto al retrato.
-¡Ni que lo digas! (“¡Un bombón!”)
-Se la tomé yo misma.
-¡Eres buena! (“¡Competimos, cuando quieras!”)
-El «modelo» lo hizo todo...
-¡Hmmm!
-Te brillan los ojos cuando lo miras...
-No es raro.
-¿Se te olvida todo cuando lo ves?
-¡Hhhh! ¡Prefiero no tocar ese tema! (“¡No quiero hablar!”)
-Está bien, no estoy queriendo presionarte.
-La verdad es que estoy bastante confundida... Por un lado está Javier que es tan absorbente, por el otro, Ricardo, con su seducción casi imposible de resistir... ¡Y en el medio, estoy yo, sin saber que hacer!
-¿Siempre eres tan cerebral?
-Toda mi vida fui así. Excepto en cuestiones de fe.
-En mi opinión, tienes cuatro caminos posibles: morir soltera, hacerte monja, casarte por conveniencia, o dejar a un lado tus neuronas, obedecer a tu corazón, y ser definitivamente feliz.
-Es muy fácil decirlo.
-Y hacerlo, también... Clarisa, no le pongas peros, no te compliques, no te escapes. No le tengas miedo a ser amada como corresponde.
-Creo que tienes razón. – respondió Clarisa, terminando su té. Una hora después, se acostaron.
De madrugada, Clarisa se revolvía en su lecho, en medio de una atroz pesadilla.
-¡Hm!... ¡no!... ¡Hmm!... ¡Hhh!... ¡Hhh!... ¡Hm!... ¡Hhhh!... ¡No!... ¡Hm!... ¡Hm!... ¡Hhhh!... ¡No!... ¡¡no!!... ¡¡¡no!!!... ¡¡¡¡no!!!! - saltó de la cama y abrió la Teca, única forma que encontró de moderar su susto - ¡Era la voz de Pam!... ¡Dios, qué horror!
-¡Clary, ¿qué sucede?! - Melissa ingresó en la habitación - Te oí gritar y me asusté...
-Una pesadilla... Pero ya pasó...
-¡Menos mal!... Oye... Es una... ¡¿Hostia?!
-¡Sí!
-¿Por qué la tienes aquí?
-Para estar bien acompañada... Es el tesoro más valioso que guardo...
-¡Y se ve tan pequeña!
-¡Tan frágil!
-Tan poco considerada por mucha gente.
-Sin embargo, es un arma poderosa... Dios todavía tiene la sana costumbre de hacer milagros.
-¿Cómo cuáles?
-Sanar enfermos, como lo más común.
-¡Hmjmm!... ¡Hhhhhh!... Si ya no estás agitada... ¡Hhh!... ¡Yo volveré a la cama!
-¡Está bien!- Melissa se retiró. Esa misma madrugada, bajo el más absoluto secreto, Clarisa regresó a Mallorca en un avión particular.
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