Libro 2 - Al Pie del Tabernáculo

5 - TU FE TE HA SALVADO

Amaneció.
Tomy despertó algo inquieto, y sin pensarlo dos veces, llamó a Clarisa.
-¡¿Clary?!
-¡Tomy, ¿qué haces despierto a éstas horas?!
-No quise dormir más, ¿vas a venir a casa?
-Sí, dentro de un rato, después de la misa.
-No te tardes, por favor.
-Iré en coche, no te preocupes.
-¿Te quedarás a comer?
-No puedo prometerte nada, tendré un día muy ocupado.
-¡Porfi! ¡No seas mala!
-Sabes que no lo soy.
-¡Entonces, le diré a mamá que cocine algo muy rico para ti!
-¡Está bien, tú ganas!
-Te estaré esperando.
-Adiós.

-(“¡Señor, ¿qué voy a hacer?! Este niño siempre consigue lo que quiere de mí...”)
-(«De la boca de los infantes, he perfeccionado la Alabanza...»)
-(“¿Señor?”)
-(«Ven hacia mí...») - la niña se levantó de la cama, y abrió la Teca.
-¡Buenos dias, Mi Señor! - se signó y se arrodilló.
-(«Levántate.»)
-Manda lo que quieras.
-(«Resplandece, Hija de Sión, porque ha llegado tu Luz; Mi Gloria, amaneció sobre ti...»)
-Amén. - Clarisa volvió a signarse y cerró la Teca. Se vistió, y sin desayunar, salió en su coche rumbo a la Catedral.
Al término de la Eucaristia, sin la menor pérdida de tiempo, se dirigió a casa de Tomy. Hizo sonar el timbre.
-¡Clarisa! ¡Qué bueno que estás aquí! - exclamó la madre, ojerosa e insomne.
-Sandra, tranquilízate, por favor, ¡todo saldrá bien!
-El médico lo ha desahuciado...
-Lo sé. Pero esos resultados son anteriores a lo que sucedió ayer.
-He pedido que se le repitan los estudios, pero sigo asustada... ¡¿será ésta la famosa mejoría de la muerte?!
-¡No digas eso! La fe de Tomy es asombrosa para su edad. Te aseguro, que nada lo arredrará, se pondrá bien... ¡y al médico le dará un colapso nervioso!
-¡¿Cómo haces, para ser tan fuerte?!
-¡No me lo preguntes a mí!
-¡Clary!
-¡Tomy, ¿por qué te levantaste?!
-¡Quiero saludar a «mi madrina»! - respondió el pequeño, ya en brazos de Clarisa, sin que nadie pudiera evitarlo.
-¿Cómo estás?- preguntó ella.
-¡Muy impaciente!
-¡Ya lo creo! ¿Te llevo a la cama?
-Sí.
-¿Has comido algo?
-No, quiero desayunar contigo.
-Perfecto. Te traje a «Alguien». - respondió Clarisa, descubriendo la Teca dorada.
-¡Bien!
-Pensé que lo necesitarías; además, como ya hiciste tu Primera Comunión, estás en tu derecho de comulgar todas las veces que sean necesarias.
-La verdad, es que yo te lo iba a pedir. Mamá tiene mucho miedo...
-Tú…¿tienes miedo?
-No me gusta que llore... y no quiero morir...
-Eso no va a suceder.
-¡¿Ya lo convenciste?!
-No me enteraré, hasta que no quiera decirlo, ¡ya sabes cómo es de impredecible!
-Ahora Él está aquí, ¿por qué no insistes?
-Ya lo estás haciendo tú mismo, pequeño... ¿estás listo?
-¡Claro!
-Aquí está nuestro amigo Jesús... Tomy, tienes el privilegio de ser niño, y poseer la fe que muchos adultos desearían tener, tu enfermedad te ha hecho madurar en forma vertiginosa... eres muy consciente de lo que has recibido, y vas a seguir recibiendo... Éste es el Cordero de Dios, que quita los pecados del mundo, feliz de ti Tomy, que estás invitado a su Mesa.
-Señor, no soy digno de que entres en mi casa, pero una palabra tuya bastará para sanarme.
-Tomy, el Cuerpo de Cristo.
-¡Amén! - Clarisa puso la blanca Hostia, sobre la palma de la mano del niño - ¡Sáname, por favor, ¡no quiero morir!! - Tomy, llorando, comulgó. Clarisa lo abrazó con fuerza, y lloró también. Así estuvieron, hasta que Sandra llegó con el desayuno.
-Con permiso.
-¡Al fin! ¡Me muero de hambre!
-¡Esa es una buena señal! - exclamó la madre, mientras Clarisa se secaba las lágrimas. Los tres desayunaron, charlaron y almorzaron juntos. La tarde pasó muy rápido, y Clarisa debió marcharse para cumplir con sus compromisos.
-Tomy, se me hace tarde, te veré pronto.
-¿Vas a ver a tu novio?
-Hoy, no.
-¡Menos mal!
-¿Por qué?
-No me gusta ese tío. Es antipático, feo, y grita mucho. ¡No te cases con él!
-Y, ¿con quién quieres que me case?
-Pues... Déjame ver... ¡Con Ricardo Sotomayor! ¡Él es bueno, y además, es un campeón!
-Tu idea es muy generosa, pero, ¿si él no quiere casarse conmigo?
-¡No me vengas con esas! ¡Eres guapa, seguro se querrá casar contigo! Házme caso, ve al puerto y conquístalo, ¿sí?
-¡Hhhh! ¡Qué niño! - lo abrazó saludó a su madre, y se marchó - (“¡Dios mío!... ¡Hasta Tomy sabe lo que sucede!... no sé cómo va a terminar esto... Javier no ha llamado, de seguro sigue enfadado... y celoso... Richie ni se molestó en disimular lo que siente... Esta noche... no le diré nada a Javier... Eso empeoraría las cosas... Necesito hablarle a Richie, él sabe escuchar... ¡Cielos, la peluquería, casi lo olvido! ... ¡Bien, aquí vamos!”) - de inmediato, tomó la carretera hacia el centro de la ciudad, y fue al salón de belleza.

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