Libro 2 - Al Pie del Tabernáculo

14 - UNA LECCIÓN DE CABALLEROSIDAD

-(“¡Clarisa!... ¡Pequeña!... ¿Estará pensando en mí?... ¡Yo no puedo quitármela de la cabeza!... ¡Quiero correr a abrazarla y decirle que la necesito!... mañana... mañana, estaré con ella...”) - suspiraba Richie, abrazado a su almohada. Se levantó, se vistió, y se dirigió a su despacho.
-(“¡Oh, vaya!... La invitación a la recepción en casa de los Suárez, para presentar el nuevo modelo de scanner... ¿Tengo que ir con mis padres?... ¡Qué extraño!... ¿Teléfono? ¿A estas horas?... No espero ninguna llamada...”)


- ¿Hola?
-¿Richie?
-¡Ah, Melissa! ¿Cómo estás?
-Bien. Algo preocupada por Clarisa, no he podido comunicarme con ella.
-Seguramente, apagó el celular, supongo que deben haberle ordenado reposo.
-Eso mismo pensé yo.
-Su padre nos acaba de invitar a una recepción, pero sólo a papá, mamá, y a mí, ¿no es extraño?
-A mí, no me sorprende.
-¿Por qué?
-Los Suárez están buscando un buen candidato para Clarisa, de hecho, estoy segura de que la fiesta es exclusivamente para eso.
-¡Oh!
-Quiero imaginar que lucirás absolutamente seductor e irresistible, cosa de que, la señorita Suárez sólo tenga ojos para ti.
-Haré lo posible.
-¡Y puedes mucho!
-Siempre dices lo mismo.
-Por algo eres mi hermano consentido... ¿Estuviste con ella?
-¡Veinticuatro maravillosas horas!
-¡No lo puedo creer! ¿Cómo hiciste?
-Se lo pedí... la invité a navegar... Luego ella me invitó a bucear, y me dejó a cargo del timón de su yate.
-¡Fantástico! Richie, creo que deberías ir a ver al señor Suárez y disculparte por entretener a su hija tanto tiempo, desconfío de esa crisis nerviosa de la que tanto hablan los medios. Por las cosas que Clarisa me dijo, su padre es muy absorbente, tal vez se haya enfadado con ella.
-Tienes razón, no lo había pensado... Además, eso le evitaría un choque con Javier.
-Sin contar con que servirá para meterte a Rodrigo Suárez y familia en el bolsillo.
-Sólo me interesa Clarisa, me importa muy poco lo que digan sus padres.
-Lo sé de sobra, hermanito. Te contaré un secreto.
-Te escucho.
-Hace años que te espera, y ha sufrido horrores estos últimos meses, al verte junto a Mariana. Te puedo asegurar, que me lo contaba y se me caían las lágrimas de pura ternura. - a medida que Melissa hablaba, el rostro de Richie se iluminaba.
-Es un dato interesante, lo tendré en cuenta.
-¿Viajarás esta tarde?
-Eso espero.
-Me reuniré con ustedes mañana por la tarde, también quisiera poder visitar a Clarisa. No quiero imaginar cómo debe sentirse.
-Yo tampoco.
-Bien... Richie, ya debo dejarte, voy a salir a hacer unas compras.
-Está bien, ¡hasta mañana!


-¿Otro helado, Tomy?
-No gracias, me va a doler la barriga.
-¡Ni que lo digas, jovencito, ya te has tomado tres! - se enojó Sandra.
-Sandra, los médicos no han hecho otra cosa que procurarle una infancia a base de medicinas y nada de diversión, déjalo disfrutar, ya se cansará y comenzará a comer como corresponde.
-Tienes razón... Oye, leí el último número de «¡Hola!»... ¿Es cierto el rumor que se corre?
-¿A cerca de qué?
-De ti, y de Richie Sotomayor.
-En realidad, no sé lo que se dice, pero sí sé lo que estoy haciendo, lo cual está muy por encima de cualquier murmuración, Sandra.
-Pero él siempre te gustó, Clarisa...
-Nunca lo he negado, pero es una cuestión personal... y la verdad, es que no quiero ilusionarme demasiado.
-Entonces, ¿hay algo entre ustedes dos?
-No exactamente. Somos amigos... es sólo que no quiero llegar a más, sin ser completamente libre para eso.
-¿Te refieres a Javier?
-Así es.
-Alex dijo que hace varios días que no lo llama, fueron compañeros de colegio. Ha estado durmiendo durante semanas, al parecer, está enfermo.
-Tal vez lo llame, si es como dices, probablemente suspenderá nuestra cita del sábado en la noche.
-¿Iban a ir a bailar a Rainbow?
-Sí, inauguran la temporada justamente este sábado.
-Me enteré. ¿Qué vas a hacer, si Richie, tiene interés en ti?
-Cortar definitivamente con Javier.
-Y, ¿si no?
-Pase lo que pase, creo que no seguiré con él, últimamente no me trata como me tenía acostumbrada, con frecuencia chocamos... Hemos llegado al extremo de no salir un fin de semana, por mi negativa a irme a la cama con él.
-¿Por qué te negaste?
-Nunca mi intención al salir con alguien es el sexo.
-¿Todavía crees en el amor?
-Nunca dejaré de hacerlo, por eso voy a dejar a Javier. No me ama, y yo no lo amo.
-Si no te ama, ¿por qué te cela tanto?
-No me cela a mí, sino a mi cuenta bancaria.
-En verdad, ¡no me sorprende! Siempre tuvo fama de mujeriego y cazafortunas.
-Eso me dijo Richie.
-No habías querido ver desde un principio algo que era evidente. Es el problema de haber vivido protegida del mundo exterior, hasta ahora.
-Es verdad... A veces cuesta mucho «bajar al mundo». El caso es que nadie me habló con maldad, ni de maldad, simplemente, tuve que abandonar la burbuja de cristal y enfrentar una realidad que, sinceramente, desconocía.
-Era natural que esto te sucediera... ¡Cielos! ¡Es tardísimo! Y tú debes descansar, Clarisa.
-No te preocupes, la verdad es que no quiero quedarme sola, y menos en la noche...
-Comprendo... Clarisa, ¿tienes miedo de estar embarazada?
-No es eso... Además, mi padre ya vio el vídeo y me tranquilizó, todavía estoy íntegra... ¡Es que me siento tan indefensa, a pesar de toda la seguridad que hay a mi disposición!... ¿Te das cuenta?... Policías, cámaras, alarmas, ¡y a ese mal nacido le fue tan fácil entrar y tomar lo que quería!
-¡Qué horror! Pero pagará por lo que hizo, Clary, ¡eso tenlo por seguro!
-Ya lo sé, Sandra... - se interrumpió para accionar el intercomunicador - ¿Rosario, puedes venir? - inmediatamente, el ama de llaves ingresó.
-¿Necesita algo, mi niña?
-Acompaña a la señora Sandra y a su hijo al coche, por favor.
-Como ordene, mi niña. - Clarisa saludó a Tomy y a su madre, y se quedó en su cuarto.
Una vez que se cerró la puerta, Clarisa se puso de pie y abrió un pequeño armario.
-(“Tengo una sospecha terrible... Javier siempre fue una persona muy sana... Semanas durmiendo... no lo creo... algo no está bien... me da la sensación de que Pam metió sus colmillos en el asunto... Vendrá a buscarme en cualquier momento, pero estaré preparada para recibirla... Fray Fernando me trajo el pie de la Custodia... el mantel... el Purificador... el Corporal... una vela blanca... y la Teca... esto aquí... ¡listo!... ahora, encenderé el Cirio... ¡Hhhh!... Están aquí, los siento como si respiraran en mi cuello... No entiendo cómo ingresaron, pero están detrás de mí... ¡Bien, vamos a darles un lindo susto!...”) - en un rápido movimiento, tomó la Custodia con ambas manos, y enfrentó a los vampiros; éstos, ante la arrolladora presencia de Dios, se derritieron automáticamente, dejando tres enormes manchas negras, sobre la mullida alfombra blanca, formando un triple seis – (“Parece que han sido desenmascarados... ¡Hhhhh!... Llamaré a Fray Fernando...”) ¿Fray Fernando?
-¡Clarisa!
-Padre, ¿será mucha molestia que te acerques hasta casa unos minutos, por favor?
-¿Sucedió algo?
-He tenido visitas no muy agradables que digamos...
-¿Vampiros?
-Efectivamente.
-¡Voy para allá!
-Por la puerta de atrás. Te espero. - Clarisa cortó. Casi de inmediato, volvió a sonar el teléfono - ¿Hola?
-¡Clarisa, por fin!... ¡me tenías tan preocupado, mi amor!
-¡Richie!... ¡No sabes cómo desearía que estuvieras aquí!... Me da terror la idea de quedarme sola...
-¡Mi ángel, no te desesperes!... Estoy volando hacia Mallorca. En cuanto llegue, iré a verte. Primero, hablaré con tu padre para tranquilizarlo.
-Te lo agradezco. Pero creo que todavía no es tiempo de que mis padres nos vean juntos, a menos que te autoricen. Si quieres hablar con él, hazlo, pero prefiero verte en otro momento.
-No entiendo.
-Papá estuvo muy alterado, y es lo más autoritario que puedas imaginar, sólo te estoy pidiendo un par de días, hasta la recepción del viernes... Quiero que sea mi propio padre el que me anime a acercarme a ti, como algo más que una simple amiga.
-¡Muy astuta!
-¿Sabes? Nunca imaginé que mi padre desconfiara tanto de mí, me ha tratado como si fuera una perdida, una mujer de la vida, es por eso que debernos esperar un poco más. Necesito recuperar por completo su confianza.
-Tienes razón... ¿cómo te sientes?
-Un poco mejor.
-Tu golpe, ¿cómo está?
-Cicatrizando a duras penas, fueron siete puntos.
-¿Te duele?
-No. Soy «cabeza dura». No es fácil deshacerse de mí.
-¡Ya lo creo!
-Te extraño.
-Yo también... ¿cómo te vestirás el viernes?
-Todavía no lo decido.
-A mí me gusta cómo luces a Valentino y Givenchy.
-Tengo un Givenchy sin estrenar.
-¡Póntelo!
-Está bien, pero sólo porque tú me lo pides.
-Te amo.
-¡Lo sospechaba!
-¡Despídete pronto de ese patán!... ¡No veo la hora de tenerte entre mis brazos, sin ningún tipo de impedimentos!
-Siento exactamente lo mismo... Tengo que dejarte, Fray Fernando acaba de llegar.
-Entonces, te veré el viernes.
-De acuerdo, adiós. - Clarisa cerró el celular - ¡Fray Fernando, por fin!
-¡Pequeña, ¿estás bien?!
-¡Claro, tomé la precaución de exponer el Santísimo!... ¡Aquí está el resultado
-¡Santo Dios!... mira esto... son satánicos... de la peor calaña... el Supremo ha hecho pacto de sangre con el diablo... Están al descubierto y lo ignoran... con esto, no interesa que conozcan tu identidad, la presencia del Santísimo en cualquier lugar que tenga que ver contigo, quedará completamente fuera del alcance del poder mental del Supremo, y en el caso poco probable de que algún empleado invite a ingresar a tu territorio a algún vampiro o más, tendrán que huir o enfrentarte, lo cual no deja de ser peligroso.
-Entonces, hay trabajo por hacer... Fray Fernando...
-Sí, ya lo sé, Pamela es tu rival.
-Leí algo a cerca de el papel que desempeña, no solamente en los archivos privados de la Casa Pontificia, también en algunas otras páginas web, pertenecientes a comics que se basan en historias y leyendas de vampiros: La Princesa de Piel Oscura, también conocida como Lady Darkness
-¡Pobre criatura! Pero hablaremos más tarde de ella. - el fraile se puso la estola y abrió el Ritual Romano de Exorcismos, para liberar la casa de toda posible infestación maligna.
Esa noche, mientras Clarisa descansaba, llegó Ricardo Sotomayor, para hablar con don Rodrigo.
-Buenas noches, don Rodrigo.
-Es un placer recibirlo, Ricardo.
-Preferí venir a su oficina, por una cuestión de discreción para con la prensa.
-Entiendo, tome asiento.
-Gracias. ¿Cómo se encuentra Clarisa?
-El médico ha dicho que se repondrá en cuestión de días. Es una niña muy fuerte, lo que no deja de sorprenderme, dado que las mujeres de la familia de mi esposa siempre han sido débiles y enfermizas...
-Me alegra oír eso. Sinceramente, me siento responsable de lo que le sucedió.
-¡¿Responsable?! - Rodrigo Suárez, aún dudaba de su hija. Lamentablemente, era una de esas personas que juzgan a la gente a partir de defectos propios.
-No debí hacerle esa invitación, sabiendo que usted podría preocuparse tanto. Verá: me resulta muy difícil tener verdaderos amigos, tarde o temprano se descubren sus verdaderas intenciones. Tengo la sensación de que su hija no es esa clase de gente. Le profeso un gran cariño. La considero una persona admirablemente generosa.
-¿Generosa?
-¡Creo que cometí una indiscreción!... Clarisa dedica gran parte de su tiempo libre a ayudar a los necesitados, ha llegado a extremos que yo no sé si sería capaz de imitar.
-¡Mi niña!... Esas cosas las ha heredado de sus abuelos...
-Este último mes, ha salvado muchas vidas... Levantó un orfanato y un hogar para madres solteras, con todo lo que ello implica...
-(“Por eso los gastos en comida y ropa para bebés...”)
-¡Y ahora, que le pase esto!... Quise compartir con ella un momento bonito, ¡no hice sino provocar una catástrofe!
-No se culpe... Después de todo, usted ignoraba que yo fuese tan celoso con mi niñita, ¡es mi única hija! ¡Y además, es muy guapa! ¡Ya lo habrá comprobado!
-¡Si usted lo dice!... ¿Podré verla?
-¡Cuando guste!
-Iré en cuanto ella esté más repuesta.
-Será un placer recibirlo en mi humilde casa. ¿Asistirá a nuestra fiesta?
-¡Por supuesto!
-Le estaremos esperando.
-Bien, no le robo más tiempo, señor Suárez. - Richie se puso de pie, saludó al padre de Clarisa y se marchó.
-(“¡Uff!... Espero haber mejorado un poco la situación de Clarisa!... ¡Preciosa!... ¡Claro que creo que es guapa!... ¡Es una reina!... ¡Le guste a usted o no, señor Suárez!... ¡Hermosa!... ¡Tengo ganas de verla!...”)

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