Libro 2 - Al Pie del Tabernáculo

17 – POSESIÓN

El departamento de Javier está inusualmente desordenado. Las luces, apagadas. La cama es lo único prolijo. El pintor sale de la ducha. Casi de inmediato, Pamela hace su aparición para afeitarlo...
-«De modo que el sábado tienes una cita con “esa”.»
-¿Celosa?
-«¡Por supuesto!»
-No le des tanta importancia, lo único que quiero de ella son sus millones... ¡que luego gastaremos a nuestro antojo!
-«¡¿De verdad?!»
-¡Tendrás todo lo que quieras!
-«¡Eres un encanto!» - la noche sería muy larga.


Fray Fernando y Clarisa entraron a la casona por puertas opuestas.
-(“No me gusta nada la idea de dejar solo a Fray Fernando...”)
-Tú debes ser Clarisa, ¿verdad?
-Sí.
-Mucho gusto, soy la señora Llobet.
-Encantada.
-Adelante, mi madre te está esperando.
-Gracias. - Clarisa ingresó en la habitación de la abuela de Jordi, quien rezaba el Rosario ante una hermosa y enorme imagen de la Virgen del Carmen - (“Un poderoso punto a nuestro favor...”) Buenas noches. Perdón si la interrumpo.
-No es nada, criatura. - Clarisa le dio la Comunión a la anciana, terminaron el truncado Rosario, y se quedaron charlando.
-¿Cómo empezó todo esto?
-¡Ojalá lo supiera, linda! Jordi era un niño ejemplar: estudioso, aplicado, amable, caballeroso... ¡Ha cambiado tanto, y tan de golpe! ¿Crees que se salve?
-¡Claro que sí!
-Tienes mucha fe para ser tan joven.
-Eso dicen.
-Justamente, me extraña que te hayan enviado a ti a semejante misión, no pareces tener más de quince años.
-Creo que fue la razón por la que me eligieron... ¡¿Qué fue eso?! - preguntó la joven, al oír un ruido extraño.
-Jordi.
-Iré a ver.
-Cuídate.
-¡Ni lo mencione! - sonrió Clarisa, y salió en dirección a los ruidos que parecían ser cristales que se rompían. De repente, vio salir a Fray Fernando con la cara ensangrentada, tropezando con el cíngulo de su hábito
-¡Fray Fernando!
-¡Clarisa! ¡No te asustes, no estoy lastimado!
-¡¿Qué puedo hacer para ayudar?!
-No entres, por favor, podrías impresionarte.
-No tengo miedo.
-¡Hhhh! ¡Ven conmigo!
-¡Bien! - la niña tomó del brazo al anciano fraile - (“El mismo mal olor que dejó en casa...”)
-Que no te vea, quédate aquí y ora.
-¡Claro! - Clarisa se sentó en el suelo y cerró los ojos. A los pocos minutos, vio caer contra la pared opuesta al sacerdote - ¡Santo Dios! - corrió a atenderlo - ¡Esta vez, sí lo lastimó!
-¡Cuidado! - suspiró el anciano - ¡Está detrás de ti!
-No se preocupe, lo importante es que usted esté bien. - había dejado de tutearlo, para que Jordi no advirtiera el afecto que se tenían, pues podía tomarlo como una señal de debilidad. Con decisión, se puso de pie, y girando sobre sus talones, lo enfrentó - ¡¡No te atrevas a ponerle un solo dedo encima, inmundo!! - Jordi salió despedido contra una columna.
-¡Increíble! - exclamó Monseñor Christiansen.
-¿Se habrá lastimado? - preguntó Fray Fernando.
-No lo creo, pero una cosa es segura: Clarisa causa en él un efecto de terror muy particular. - comentó el exorcista - Vamos a recostarlo y amarrarlo, ahora que podemos...
-Miren, ha recuperado su aspecto normal. - dijo Fray Fernando.
-No se confíen, éste sólo fue el primer día, tengan por seguro que no será el último.
-Clarisa, ten cuidado.
-No se preocupe, estoy bien. - la niña se acercó a Jordi, para secarle el sudor de la frente y del cuerpo, el muchacho estaba totalmente desnudo - Jordi... Jordi... Jordi, ¿me oyes?
-¡No dejes que vuelva!... ¡No permitas que se me acerque!
-¿Puedes verlo?
-¡Sí!
-No tengas miedo... - el joven temblaba como una hoja - Tranquilízate. - el exorcista se acercó.
-Clarisa, será mejor que te lleves a Fray Fernando para que descanse y se reponga.
-Sí, Monseñor. - la niña, ya se alejaba, cuando Jordi la llamó:
-¡Clarisa, no te vayas!... ¡El volverá si lo haces!
-¡Tranquilo, Jordi! ¡Volveré mañana, lo prometo!
-¡¡No te vayas!! - Jordi lloraba desesperado.
-Vámonos, Clarisa, puede ser una trampa... (“¡Lo es! ¡No hemos nombrado siquiera su presencia! ¡Nos está manipulando a su antojo!”) - el fraile la sacó de la habitación.
-Se veía muy mal...
-Lo sé, pequeña.
-Me pregunto si no será peligroso dejar solo a Monseñor Christiansen.
-En este mismo instante, otros tres sacerdotes van en camino, para hacer guardia de oración toda la noche.
-¡Menos mal!
-Bien, ya llegamos.
-¿Seguro que estás bien, Fray Fernando?
-Sí, no te preocupes, ya vete a casa.
-Está bien.


Richie, en su habitación, elegía la ropa para la noche siguiente.
-(“Mi camisa favorita... ¡¿sin botones?!... ¡¿por qué?!... Bien, tendré que escoger otra... ¡¿quemada?!... ¡hablaré seriamente con el personal doméstico!... ¡Hhhh!... ¿no será demasiado?... Consultaré con mi padre.”) - el muchacho salió rumbo a la oficina de su progenitor - Papá, ¿tienes un minuto?
-Los que quieras.
-Ven a mi cuarto, por favor.
-Claro.
-Por primera vez en años, no tengo qué ponerme para la fiesta de mañana por la noche.
-¡Sí que es extraño!
-Mira esto: mis dos camisas favoritas, inservibles.
-¡Oh!
-Lo único sano son los uniformes, el frac, y el smocking...
-Las fiestas en la casa de los Suárez, casi siempre son espectaculares...
-¿Qué te pondrás?
-¡Hmm! Veamos. - los dos salieron hacia la suite matrimonial - ¡Oh, vaya! Me han traído el smocking nuevo...
-Eso solucionaría el problema...
-De todos modos, el que debe lucirse, eres tú... A propósito... ¿Cómo está Clarisa?
-Mejor, aunque muy disgustada con lo que le sucedió.
-Lo imagino... ¿qué hay de su crisis nerviosa?
-La verdad... es que se la provocó su padre.
-¡¿Rodrigo?! ¡¿Por qué?!
-Se trata de un hombre tremendamente celoso y desconfiado... Un malentendido con el ama de llaves desató una catástrofe. Don Rodrigo creyó que Clarisa había salido con Javier, cuando en realidad, buceaba conmigo...
-¡Ya estás saliendo con ella!
-Casi.
-¿Javier?
-Tiene los días contados.
-¡Buenas noticias!
-¡Inmejorables! Lo dejará el sábado.
-Y... supongo que harás algo al respecto...
-Seguramente... La llevé a la isla de los Sueños.
-¿Qué le pareció?
-¡Quedó absolutamente fascinada! Tanto, que me dejó al timón del Sweet Charity.
-¿Quieres mi conclusión?
-Sí, dime.
-¡Está loca por ti!
-¿Lo crees así?
-Me lo dice la experiencia... Bien, debo continuar con mis tareas.
-Hasta luego. - Richie salió de la habitación de sus padres, y caminó nuevamente hacia la suya, pensativo, casi extasiado - (“¡Clarisa!... ¡Preciosa!... Me ha dicho que lucirá un Givenchy... ¡mi reina!... ¡Es tan especial!... Dulce... mañana jugaremos otra vez al gato y al ratón... Persecución de miradas... suspiros... provocaciones mutuas y continuas... caricias por debajo del mantel... y espiar los límites de su escote, mientras bailamos uno muy cerca del otro...”) - esa noche, se durmió pensando en Clarisa.

Las 06:00hs.
Clarisa sale de su casa sola, pero bien armada. Corre a través de las quietas calles de Palma. Entra al lugar indicado sin llamar; sabe que la crisis de las últimas tres horas fue muy fuerte, y que encontrará agotados a los sacerdotes. Sin decir una sola palabra, atraviesa los pasillos, y se ocupa de que todos estén bien.
-Gracias, Clarisa...
-¿Cómo van las cosas, Monseñor?
-Sin demasiados resultados. No ha querido decirnos cómo llegó al cuerpo de Jordi.
-¿Todos se hallan en estado de Gracia?
-Supongo que sí.
-¿Supone o está seguro?
-La verdad, no lo he preguntado.
-Bien, manos a la obra. - lo tomó de las manos, y lo condujo al lugar en el que se encontraban los sacerdotes - Los que necesiten hacerlo, por favor, reconcíliense con el Señor. - dijo la joven.
-Tú, ¿qué harás mientras tanto?
-Vigilaré a Jordi.
-Clarisa, ¡es muy arriesgado!
-¡Alguien tiene que hacerlo! - valientemente, ingresó a la habitación del poseso.
-«¡Clarisa, por fin!» - la abrazó con tanta firmeza, que casi no la deja respirar.
-¡Cálmate!... ¡Jordi!... ¡Me estás haciendo daño!... ¡Tienes mucha fuerza!... ¡me vas a lastimar!.. ¡Suéltame! - el joven se apartó de ella, con la misma violencia.
-«¡Creí que eras mi amiga!»
-No soy amiga tuya, y apenas conozco a Jordi.
-«Pero sabes quién soy, y lo que puedo hacer, ¿verdad?»
-¡No eres más que un imitador barato de Dios!
-«¡Ah, ¿sí?!... ¡Mira hacia tus piecitos de Cenicienta!» - el demonio había llenado de serpientes el piso de la habitación. Clarisa cerró los ojos y tomó la Teca con ambas manos.
-No son cobras... Sino aromáticos pétalos de rosa roja... ¡Hhhh! ¡Encantador, ¿no crees?! - los reptiles habían desaparecido - ¡Deja de molestar, ¿quieres?! - el demonio pareció abandonar a Jordi, y le permitió vestirse. Clarisa abrió una de las ventanas para dejar entrar el aire fresco de la mañana.
-Clarisa.
-¡Jordi! ¡Estás bien!
-Sí... Gracias... ¿Te hice daño?
-No. La brisa fresca me ayudará a recuperar el aliento.
-Él se marcha siempre que tú llegas.
-Supongo que no le caigo bien.
-Eso parece.
-Oye, ¿desde cuándo tienes esos posters tan feos en tu cuarto?
-Hace años.
-Creo que deberías cambiarlos, sólo sugieren violencia y sexo.
-Me gusta ver chicas guapas.
-Bueno, eso es bastante normal... ¿Cartas de tarot?
-Es un pasatiempo.
-Que no te hace nada bien, hay que sacarlas de aquí, bendecirlas, y quemarlas. Pueden ser la causa de lo que te sucede. - Jordi la miraba detenidamente. Astuto, el demonio volvió a tomarlo en forma imperceptible, para minar los puntos vulnerables de Clarisa.
-«No lo sabía... lo siento.»
-No es tu culpa, mucha gente ignora la clase de cosas que llega a sus manos, y las adoptan sólo porque nadie se molesta en advertirles el riesgo al que indudablemente se someten, en especial si la moda es la que manda. - puso las cartas en una caja, y siguió buscando más indicios. A esto, el muchacho le colocó una mano en el hombro izquierdo - ¿Sucede algo?
-«¡Hhhh! ¡No!... Es sólo que... no me habían dicho que eras tan bella...» - la miró largamente.
-(“¡Hhhh!... ¡¿qué me sucede?!... ¡no resisto esa mirada!... ¡Siento que las fuerzas me abandonan!...”)
-«Te creí una monja, o algo por el estilo... ¡Pero nunca imaginé que enviarían a alguien así...» - la tomó de la cintura.
-Jordi, tranquilo...
-«Estoy tranquilo...» - susurró, acercándosele, sin apartar sus ojos de los de ella.
-Jordi, por favor...
-«¡¿Qué?! ¡¿No te gusta que te traten bien?!»
-Claro que me gusta, pero...
-«¡¿Qué?!»
-Estas yendo demasiado lejos. - viendo la resistencia que ella oponía, decidió asustarla para hacerla caer.
-«¡Hhhh!... ¡Estoy débil!» - cayó sobre la joven, que como pudo lo ayudó a sentarse en la cama.
-¿Así estás mejor?
-«Sí.»
-No has comido, ¿verdad?
-«No es eso, ¡en absoluto!» - volvió tomarla en sus brazos, y le besó el cuello, ardientemente.
-¡Jordi, no!... ¡suéltame, por favor! (“¡Mis defensas están bajando! ... ¡tengo que salir de esta situación!... ¡pero no sé qué sucede!... ¡no puedo moverme!... ¡está jugando con mis puntos débiles!”)
-«¡Eres preciosa! ¡Ven acá!» - la recostó sobre la cama.
-¡Jordi, detente, no sabes lo que haces!
-«¡Tu belleza, no me deja pensar en lo que hago!»
-¡Jordi, basta! - instintivamente, se llevó la mano a la Teca - ¡Si no me respetas a mi, respeta a la Presencia de Dios en este lugar! - casi al mismo tiempo, ingresó el exorcista.
-¡Clarisa, apártate de él! - la joven salió corriendo de aquel cuarto, llevándose los elementos que encontró.
-¡Hijita! ¡¿Estás bien?! - Fray Fernando la tomó en sus brazos.
-¡Agua! - susurró la niña.
-Sólo tengo agua exorcizada...
-¡Fray Fernando! - dijo uno de los clérigos - Será mejor que ella beba de ese agua. Ha tenido un encuentro muy peligroso con esa bestia, mucho me temo que haya intentado seducirla, aprovechándose de su sensibilidad, y de la belleza física del joven Jordi.
-Bien... eso es, pequeña, bebe...
-¡Hhhh!... ¡Qué alivio!
-Te llevaré a tu casa, no debes permanecer aquí por más tiempo.
-Tienes que bendecir y quemar esto.
-Perfecto, lávate las manos.
-Sí. - la joven obedeció.
Cinco minutos más tarde, regresaba a su casa, y se encerraba en el oratorio.
-(“¡Eso me enseñará a no ser tan confiada en un caso así!... ¡Hhhh!... Nada de esto hubiera sucedido, si todos los sacerdotes hubiesen llegado en estado de Gracia... ¡Dios!... ¡Estoy agotada!... ¡Descansaré un rato, lo necesito!”)- ese rato fueron casi diez horas... El ama de llaves se acercó a despertarla.
-¡Niña Clarisa!... ¡Mi niña, ya despierte!
-¡Hmmm!... Rosario... ¿Qué hora es?
-Casi las siete de la tarde, mi niña.
-¡Dios mío! ¡¿Dormí más de nueve horas?!
-¡Así es! Le traeré algo de comer.
-Gracias, Rosario.
-¡Enseguida vuelvo!
-¡Hhhh! (“Prepararé el baño y el vestuario para dentro de un rato.”) - alguien llamó a la puerta - ¡Adelante!
-¡Clarisita!
-¡Mamá! - la abrazó.
-¡Me tenías tan preocupada, mi amor!
-¡Estoy bien!
-El Padre Fernando dijo que te dejáramos dormir...
-Lo imaginé.
-¿Qué vas a ponerte?
-Un Givenchy.
-¿A ver?
-¡Aquí está! ¿No es precioso?
-¡Bellísimo!
-Con éstos zapatos... ¡y éstos guantes!
-¡Magnífico!
-Aquí tiene su refrigerio, mi niña.
-Gracias, Rosario, yo me hago cargo. - la señora Ripoll tomó la bandeja y la depositó sobre la mesa - Has estado demasiado tiempo entre curas y monjas, ¡es hora de que te diviertas un poco!
-¡Lo intentaré!
-Come algo.
-¡Claro! - las dos siguieron charlando.

21:00hs.
Richie le da los últimos toques al lustre de sus zapatos, ya puestos.
Ajusta gemelos y pajarita.

Clarisa traba el cierre del vestido, y acomoda sus pliegues, lista para maquillarse. Su rostro alcanza la perfección, a los ojos de su orgulloso padre quien, sorpresivamente, ingresa a la suite.
-¡Cierra los ojos!
-Bien... Ya... - se acerca y le coloca una deslumbrante gargantilla de platino y brillantes, rematada en un zafiro, tallado en forma de lágrima - ¡Ay, papá, es preciosa!
-¡Todo para que mi princesita se luzca!
-¡Te quiero, pa!
-¡Yo también!
-Tengo que terminar de arreglarme.
-Te dejo sola. - Rodrigo Suárez se retiró.

-¡Ah, ya estás listo, hijo!
-¡Y muy impaciente, papá!
-¡Eso veo!
-Hijo, ¡estás guapísimo! Cualquiera diría, ¡que vas dispuesto a pedir la mano de Clarisa Suárez! - exclamó su madre al verlo.
-¡Pero, ¿por qué tanta prisa en casarme, mamá? ¡Soy demasiado joven para morir!
-Algo me dice, que la preciosa hija de Rodrigo Suárez, ¡te hará cambiar de opinión!
-¡Ya vámonos! - Richie, algo nervioso, cerró la puerta tras sus espaldas.

Comentarios

Entradas populares